22/2/19

Profesión insalubre
La profesora Liliana Llobet señalaba que el periodismo es de las profesiones con más trabajadores ulcerados. Un ejemplo de por qué ocurre, a continuación:
Claudio Balsano, manager por el cual llegan al club Los Andes 15 jugadores con los que el equipo solo gana un cotejo de quince, afirma en el programa "El ascenso por tres" estar convencido de que sus futbolistas "tienen jerarquía suficiente". Algo así como afirmar "tu dentista es bueno" pese a que sus métodos son los de Los Tres Chiflados.
Con todo derecho, la emisión partidaria "Fútbol en Mil Rayitas", enfocada en Los Andes, cita la fuente y transcribe los dichos de Balsano.
¿Qué sucede? Balsano se queja por la reproducción de su inmenso desatino.
La culpa es del cartero, nunca del que escribe y hace públicas cartas desastrosas.


Craso error
Es cierto que el club Los Andes no vive mieles económicas, pero otros tampoco las saborean y sin embargo ganan un poco más seguido y no cambian dos técnicos en quince cotejos de los que se triunfa en 1, se empatan 5 y se pierden 9.
Otra muestra de cómo un mal diagnóstico consigue que una sensación acaso sincera (la de Balsano acerca de sus futbolistas) tenga toda la facha de mentira burlona.
Sombras chinescas
Había fiesta en el viejo Industrial (ENET Nº 1 "Ambrosio Olmos) cuando se cortaba la luz. Más allá de la sospecha de si sucedía por problemas externos o por estudiantes que sabían cómo dejar el colegio a oscuras, lo cierto es que ni bien pasaba se sentía un estallido de júbilo similar a la salida a la cancha de un equipo de fútbol que está por ser campeón. Los gritos se oían desde tres o cuatro cuadras.
Si se estimaba que el corte iba para largo, en unos minutos los alumnos eran autorizados a retirarse. Entre tanto, en una de las aulas, José empezaba con las sombras chinescas. Primero eran conejos y palomas, después... qué importa el después. Basta con decir que cuarto año segunda división se reía de lo lindo.

14/2/19

Cabeza a la vista
-¿Qué es lo normal? -pregunta Adrián Ramírez.
-Es lo que está bien, es lo más común, es lo que se consolida a través de los años -son algunas de las respuestas.
La puerta se abre al testimonio de una adolescente de 19 años que, según publica la BBC, en una entrevista con el Times cuenta desde un campo de refugiados en Siria que uno de los amigos que junto a ella salió del Reino Unido para sumarse a las filas del grupo terrorista ISIS había muerto en un bombardeo.
Los estudiantes escuchan, alguno consulta qué es ISIS y sigue la clase.
Ramírez lee: "Consultada por el periodista del Times Anthony Loyd si las experiencias de vida en Racca, que fue una fortaleza de ISIS, habían satisfecho sus aspiraciones, la chica dijo: 'Sí, fue como una vida normal. La vida que ellos muestran en los videos de propaganda -es una vida normal. Tanto ahora como antes hay bombas y cosas. Pero aparte de eso...'.
Ella agregó que ver su primera cabeza decapitada en un cesto de residuos 'no la perturbo de ningún modo".
-Para mañana, por favor, un texto de 30 líneas sobre qué se entiende por normal- se escuchó al final de la hora.
Insalvable brecha
Hay creencias funcionales a la mediocridad. Otras ennoblecen.
El domingo, Ricardo Centurión dio por sentado que 20 minutos de su habilidad no alterarían la derrota de Racing ante River, se enojó con el entrenador y jugó para darle la razón a su creencia.
Marco Asensio, que en estos años ha hecho por Real Madrid mucho más que Centurión por Racing, ingresó desde el banco de suplentes sin desplantes ni desgano y metió el triunfal 2-1 madridista sobre Ajax en Holanda por la Liga de Campeones de Europa.
Uno cree que es demasiado bueno para no estar entre los titulares y colabora para la caída de su escuadra. El otro es consciente de su aptitud y de lo que puede aportar, como muy valioso futbolista, y en apenas minutos inscribe su nombre en una victoria impensada.
Chino básico
Adrián Ramírez llega de noche a una ciudad donde las calles paralelas son excepcionales. Para colmo, entre subidas, curvas, pasajes y bajadas, el destino se oscurece aun más.

Tras el postre en un comedor chino, pregunta cómo acceder al hotel. El mozo va a la caja, vuelve con una birome y sobre la servilleta le hace un plano. Adrián Ramírez escucha y, para no olvidar, anota la referencia más cercana: "Tondelillo". Sale y sigue las instrucciones recibidas, pese a lo cual en ninguna de las paredes ve el nombre de la calle, menos que menos localiza el hotel.
La llovizna y la niebla persisten. A un par de cuadras está el río.
De pronto, Ramírez sonríe y descubre que el hotel no está en la calle "Tondelillo", sino "donde el río".

8/2/19

Cuando el poder no alcanza
Juan Carlos Lorenzo fue un director técnico obsesivo y trabajador como pocos en su época. 
Desde llevar soles de noche para iluminar vestuarios visitantes en previsión de cortes de luz provocados por los locales a repartirles a sus futbolistas papelitos con apuntes acerca de sus adversarios. Desconfiado de que le pusieran sustancias extrañas en los hoteles de Buenos Aires donde concentraba con sus equipos, en 1975 al frente de Unión de Santa Fe transportaba su propia agua mineral.
Uno de sus más altos méritos como observador fue registrar que Ubaldo Fillol, arquero de River, demoraba en el armado de la barrera ante tiros libres. Lo informó a sus jugadores de Boca y así fue que Rubén Suñé, rápido y preciso, convirtió en gol una falta para el 1-0 que definió la final y consagró al xeneize campeón nacional en 1976.
El mismo año había obtenido el torneo Metropolitano con Boca y en 1972 también ganó por partida doble en San Lorenzo.
El Toto supo fortalecer físicamente a delanteros tales como Juan Irigoyen y Leopoldo Luque para que estuviesen mejor preparados ante los choques con marcadores contrarios y mentalizó a más de uno para rendir por encima de sus posibilidades.
Antes del uso de aspersores y del agua para acelerar el juego, hacía regar la cancha hasta embarrarla si la formación rival estaba integrada por hombres pesados.
Carlos Randazzo, entre otros jugadores que lo tuvieron de entrenador en 1979, año en que Boca no consiguió coronas, dijo que era un adelantado estratega y que sus predicciones durante las prácticas se cumplían en los partidos.
Sin embargo, el poder de Lorenzo tenía límites: su aura gloriosa no le impidió ser el técnico con el cual descendió San Lorenzo en 1981, ni le sirvió para torcer una racha sin éxitos de Racing que en 1980 ya llevaba 13 años sin campeonatos.
Alguien tal vez señale que por entonces Lorenzo andaba cuesta abajo. Es cierto, tanto como que le tocó morder el polvo incluso en sus tiempos de cumbre y por errores ajenos opuestos a su prédica.
En una entrevista de El Gráfico, en 1995 evocó la forma en que el Atlético Madrid al cual conducía se dejó empatar sobre la hora por el Bayern Munich la segunda final para determinar el campeón europeo de clubes:
"Lo que hizo Reina, el arquero, no tiene perdón. Nos pusimos 1-0 a siete minutos del final. Faltando uno, tuvimos un tiro libre a favor, lo pateó Gárate y le salió una masita a las manos de Maier. Este sacó fuerte con el pie y Cacho Heredia la mandó afuera. Vino el lateral, la tomó Beckenbauer y se la dio a un tal Schwarzenbeck, un zaguero que era muy torpe, Tanto es así, que no supo qué hacer y se sacó la pelota de encima pateando al arco. Un tirito... ¿Saben lo que estaba haciendo Reina? Dándole los guantes de recuerdo al fotógrafo de Marca. Por supuesto, fue gol. Nos agarró una desesperación terrible Vicente Calderón, el presidente, casi se nos muere en el camarín. Salimos 1-1 y había que jugar un desempate a las 48 horas. A Reina no lo encontrábamos por ningún lado. Estaba refugiado en el vestuario del árbitro. Después apareció y me pidió la revancha. Se la di, pero no nos acompañó la suerte: el Bayern nos bailó y nos ganó 4- 0..." (nota completa, en http://www.elgrafico.com.ar/2018/09/07/C-32463-1995-toto-lorenzo-100-x-100.php).

Hasta para quien no es futbolero es evidente que las fallas de sus jugadores están en las antípodas de lo que les enseñaba Lorenzo como entrenador. ¿Por qué ocurrieron?
Ni el mejor técnico es todopoderoso, ni los jugadores más destacados son perfectos.



6/2/19

Sutileza en el dolor
Exponer todo es una tentación en la que medios de comunicación suelen caer. La pérdida de la delicadeza y la desconfianza en la aptitud de la audiencia para sobreentender se juntan y los resultados son obscenos.
No es el caso de David Douglas Duncan, quien recuerda que jamás mostró el rostro de un muerto y eso que vio unos cuantos en la Segunda Guerra Mundial. Respecto de una de sus fotografías, del saco que portaba un cadáver a punto de ser subido al avión que lo llevaría de regreso a su morada final, dice que allí veía el trágico alimento de un pájaro.
Es más o menos conocida la figura de pájaros mecánicos para referir a los aviones. No es tan común la observación de Duncan, que retrató a Pablo Picasso durante más de un año.

Cara limpieza
En la misma entrevista, Duncan cuenta que Picasso ordenaba sus cuadros en un desván según tamaños, independientemente de temáticas y años en que los pintara, y dejaba que se llenaran de polvillo pues sospechaba que eso los protegía de la decoloración.
El fotógrafo pensaba que el polvillo era mugre, por lo cual mientras Picasso dormía se puso a limpiar un autorretrato. El resultado fue que se desdibujó la carbonilla y que Duncan, en el almuerzo, no tenía ojos para mirar al artistan malagueño. Picasso, que llevaba meses compartiendo su casa estudio con él, le preguntó qué le sucedía.
El alivio llegó para Duncan cuando Picasso, tras oir el relato, subió y descartó de una patada su autorretrato, sin comentarios ni reproches.