3/4/25

 

Visión selectiva

Dos gemelas confundidas hasta por el padre protagonizan la novela “Una imagen en el espejo”. Danielle Steele las hace vivir a inicios del siglo XX, con tanta semejanza física como disparidad espiritual. La una asume su rol de celosa cuidadora de su achacoso padre. La otra se enamora de alguien que le promete separarse pronto de su esposa y, luego de varios encuentros a solas, le dice: “¿Cómo es posible que me hayas creído? Vos fuiste un entretenimiento”.
El vecindario conoce la versión de él: “Esta indecente se me echó encima a sabiendas de que soy casado”. El padre de la joven asume que la mancha en su honor solo se lava con un matrimonio y la casa con un abogado al que ella no quiere, a diferencia de su hermana.
Al cabo de meses de infeliz convivencia, de besos escasos y un lecho más afín a la cama de un faquir que al de dos amantes, llega el pedido de auxilio: “Ya que a vos sí te gusta, ¿por qué no te hacés pasar por mí?”.
Al cabo de presentarse reticente, la hermana tímida acepta.
Pasan los días, ni se tocan. Cuando se rozan, se prenden fuego. ¿El cuñado no se da cuenta del cambiazo?
El hecho guarda semejanza con “Los pocillos”, cuento de Mario Benedetti en el que un día un ciego le dice a su esposa que le gusta cómo ha combinado colores de tazas y platos ese día.
Las dos historias remiten a una verdad de todas las épocas y geografías: la vista empieza en la voluntad.