La profesora de Filosofía preguntó si dos por tres era igual a seis. A coro le respondieron que sí.
-¿Están seguros?
Los alumnos ya sabían que la repregunta significaba que la respuesta había sido incorrecta.
-¿Y da lo mismo decir “cada dos por tres” que “cada seis”?
-No.
-Ahora pinta mejor.
Minutos después, la clase estaba escribiendo para entregar al final de la hora. Julieta fue de las que eligió justificar por qué 2 x 3 no era lo mismo que 6.
“Dos por tres involucra un par de elementos, mientras que seis es uno solo. Dos por tres es una multiplicación, no así seis. Dos por tres es una operación; seis, su consecuencia.
Además, todos sabemos que hay cuestiones en las que nos referimos al resultado y no a las instancias que le dieron lugar, razón por la cual decimos ‘tengo 23 años’ y no, por ejemplo, ‘tengo 11 más 12 años’. Nadie ignora que alguien de 23 ha vivido los años de a uno, pero no por eso dirá que tiene 1 más 1 más 1 y así sucesivamente hasta totalizar 23.
Por otra parte, hay que pensar que 23 años no son la consecuencia de la misma suma en las personas. Hay quienes llegan a los 23 al trotecito (digamos 1 más 1 más 1…) fruto de vidas sin sobresaltos, ni hambre, ni dolor más allá de desengaños con novios o novias. Otros se chocan los 23 por hechos o condiciones de vida como la muerte de un ser querido, el desempleo de los padres, la maternidad o la guerra (en este caso, la suma podría ser 11 más 12, 15 más 8, 6 más 17, entre otras formas).
Ni hablar si pensamos dos por tres y seis en términos de relaciones de pareja. Hay gente que vive disuelta en el 6 mientras otros son felices llegando a 6 sin dejar de ser 2 y 3”.