29/11/10

Primeras horas

Cuántas sensaciones. Le escribo, no le escribo; le escribo, no le escribo.
La prudencia gana. Hay tiempo para volver a preguntarse por qué no dio frutos aquello que tanto se había anhelado. En voz alta va saliendo la respuesta.
Mientras Edgardo Meza habla por Radio Mitre al día siguiente, los motivos aparecen escritos:
Pensar sólo en presente puede ser útil para elegir gustos de helado, no para grandes empresas.
Algo hay que pagar; pues bien, elijo los costos de la responsabilidad, uno de cuyos beneficios es el de estar tranquilo.
Claro que a veces la ausencia de sobresaltos se hace aburrimiento, pero no por eso cabe optar por diversiones que vienen con yapa de culpa.
Lectura de tapa de los diarios del domingo. Anuncio de una nota sobre barras bravas. Las 4 y 21.
Judith Viorst dice, y dice bien, que las conexiones entre las personas son imperfectas. Para algunos, esto abre las puertas a la resignación: habrá momentos felices en la pareja. Para otros, justifica alargar la espera.
Ya habrá imperfecciones afines a quienes escribirle.



Más allá del cantor
El dedo mayor dentro y el pulgar del lado de afuera al igual que el anular, que toquetea el asa. Conseguido el equilibrio de la taza inclinada, la mano derecha se apoya en la cabeza y cada tanto frota el pelo.
¿Sabrá Luis Miguel el efecto de “Hasta que me olvides” sobre los gestos visibles e invisibles de un oyente de radio?

23/11/10

Amarguras

Choque sin ruido

Presente”, hizo escuchar apenas. Le importaba un comino que doscientos años fuera el preludio de algo. Le había sonado la palabra porque su amiga Lorena la usaba a menudo. La idea siguiente era lo de menos, como suele pasar el día después de una pelea con su amiga de años y compañera de estudio.
“No, está bien”, le contestó a la profesora que la veía apenada. La clase discurrió entre voces y nombres de presidentes argentinos.
La hoja estuvo a punto de mojarse.

Que reviente
Dos meses después de la pelea, volvió a su casa. Quería saber qué era lo que lo había puesto tan mal.
Se fue peor y resuelto a olvidar. Aníbal se dejó ver tras el vidrio de la puerta, pero no abrió.

Seguí la Corrientes

Salud, avenida diversidad
Una chica de cabello teñido de negro con pantalón y remera al tono camina junto a otros dos veinteañeros. Una pareja de unos cincuenta años pasea. Un hombre ubica a tipos solos y les ofrece tarjetas de las que se multiplican en bordes de paredes y chapas de quioscos de revistas. Una señora de unos sesenta y pico pide monedas –“lo que pueda, me quedé corta”- y agradece. Decenas de muchachos hacen cola para entrar en algún espectáculo del Paseo La Plaza.
Más de un mozo termina su turno y más de un restaurant abre el cerrojo para que salgan quienes acaban de cenar. Ni falta hace ver “libre” para saber que los taxis buscan pasajeros; si caminaran, arrastrarían los pies.
Darse vuelta para el lado del obelisco es ver luces blancas por doquier.
Cada tanto, librerías abiertas de par en par a los que exploran en las cajas con ofertas. Comedores de mesas con detalles dorados, plantas de hojas verdes y cálida luz amarilla comparten las cuadras con uno pintado de rojo y otros de blancas mesas cuadradas y luces.
Avenida Corrientes, algunas imágenes un sábado a la 1.20.


Horas de diferencia
“No hay viento favorable para quien no sabe adónde va”. El texto fileteado en un quiosco de diarios y revistas en Avenida Callao expone una de las ideas de alguien que vive de palabras ajenas. En la misma cuadra, un cartel anuncia la feria del gato. Parece una broma: está rodeado de volantes de 7 por 4 cm. que ofrecen placer sexual. Ni qué hablar del afiche “After Office”, en el que una chica forma una V con sus piernas.

De día, los papelitos escasean, la feria del gato no tiene tan a mano el doble sentido y las mujeres desnudas o casi cubren la chapa del quiosco desde las portadas de las publicaciones.

18/11/10

Una opción distinta

“¿Qué pasaría si la gente dijera siempre lo que piensa?”. Jerry Seinfeld lo preguntó en un episodio de su telecomedia. Debajo, un puñado de las múltiples posibilidades:

-Más de un empleado sería despedido.
-Habría muchos discursos interesantes.
-El club de hipócritas “Nosotros somos sinceros” se quedaría sin socios.
-“Con alegría” ocuparía el espacio de “Con respeto” en unas cuantas coronas de los velorios.
-Los chistes de suegra pasarían al noticiero.
-Empezarían y terminarían noviazgos.
-“¿Querés bailar?” dejaría de ser la primera pregunta en los boliches.
-Quizás valdría la pena escuchar los análisis de los futbolistas antes de los partidos.
-“Porque no tenía ganas” reemplazaría a “razones personales” y “compromisos contraídos con antelación” para justificar ausencias.
George Constanza respondió el interrogante en otro de los capítulos de la serie. El hombre que fingía ser arquitecto, un día –perdido por perdido- resolvió cambiar su rutina. Dejó de almorzar ensalada de atún y se presentó a una linda rubia como un desempleado que vivía con los padres. Consiguió una entrevista laboral en los New York Yankees y le dijo al mismísimo mandamás Steinbrenner que el equipo era desastroso. La rubia aceptó salir con él y Steinbrenner lo contrató.


Adivina la situación

Se mordisqueó las uñas. Suspiró y el corazón le latió rapidito. Resopló. Pensó en dejar todo así. Caminó varias cuadras. Cuando la taza de café estuvo casi vacía, pronunció lo que deseaba.
Le contestaron que no.
Se fue contento aun amargado. Respetuoso de su derecho a la felicidad, le había ganado la pelea a sus miedos.

8/11/10

Soliloquios sedientos de material existencia

Por Fabián González, estudiante de Periodismo, Fundación Cervantes

Soliloquios sedientos de material existencia

hambre de ser algo allá afuera
y transformar,
escapar del abstracto escenario de mi cabeza.

Marionetas deformes que teje la mente,
como telarañas sinuosas
ingentes fantasmas,
que rondan la gris materia del subconsciente.

Maquinal bestia que no duerme…
rugido en la sempiterna noche.
Peligrosa micción, derroche de sueños
volátiles, por los canales oscuros de la mente.


En el deceso de la cordura me acorde de mi musa…
Por Fabíán González

Y en el senil
Deceso de la cordura,
Me acordé de tus besos
Y sentí caer la lluvia.

Los espejos me rodearon
Y pude verte
Reflejada en cada uno de ellos,
Mi musa preferida.

Como un himno
Solemne a tus encantos,
Los ángeles lloraban,
Y yo alegre, besando la lluvia.

 
El comensal
Del mismo autor

Un beso que resbala
por el filo de la copa,
y una mirada tímida, tonta,
arrebolada
se desliza en mi camisa
hasta los cubiertos de plata...

El comensal se acurruca
en un rincón de la mesa,
las manos tiesas,
calladas...
Mira el postre de tu cuerpo
en posición descarada...

5/11/10

¿Cuánto hacemos para cambiar aquello de lo que nos quejamos?

Rosa Gómez, estudiante del Programa Educativo de Adultos Mayores, Universidad Nacional de Río Cuarto, ejemplifica lo lindo que es conjugar agudeza y buen humor.

Al hablar de emancipación, hablamos de libertad, bien entendida por supuesto; es el no estar subordinados a algo.
Pero si intentamos hacer un análisis de lo que nos sucede en la actualidad, nos encontramos con que no podemos aplicar el término en toda su extensión.
Con solo referirnos a algunos programas emitidos en nuestra televisión, nos damos cuenta que estamos subordinados a sus contenidos e imitamos todo aquello que nos ofrecen, sin ejercer el derecho que tenemos, por ley natural, de optar.
Por ejemplo: en el programa de Marcelo Tinelli, “Bailando por un sueño”, se puede oír toda clase de deformación del castellano (que es tomado en broma y además se lo festeja), agresiones verbales con improperios imposibles de repetir, falta de respeto entre jurado y participantes, manifestación de intimidades, etc., etc... para después solamente decir “pido disculpas si ofendí, no era mi intención”.
Y lo que se puede observar, ¡bueno! Poca, casi nada o nada de ropa. Esos cuerpos esculturales, tallados, agregados, modificados, que la verdad, a nosotras a esta edad, ¡nos ponen mal!
Por suerte, buenas ofertas tenemos. El programa “Estudio País” es un concurso para todas las provincias con preguntas de cultura general e información. Entretenido y muy bien conducido por Juan Alberto Badía.
Siendo los dueños de ese “aparatito” llamado control remoto, no sabemos o no nos atrevemos a usarlo.
En consecuencia, este “nuestro accionar” tampoco nos permite ejercitar todos aquellos valores que nuestras tradiciones nos han ido inculcando a través de generaciones.
La tradición es el traspaso, en forma oral y con ejemplos, de noticias, composiciones literarias, doctrinas, costumbres, valores naturales y de civilización, actitudes, concepciones morales y sus formas de manifestación que permiten su vigencia en el tiempo.
Podemos concluir entonces que: con solo mencionar algunos valores, todo lo dicho quedará demostrado con total claridad.
Respeto, solidaridad, responsabilidad. ¡Y la lista sigue!