Choque sin ruido
“Presente”, hizo escuchar apenas. Le importaba un comino que doscientos años fuera el preludio de algo. Le había sonado la palabra porque su amiga Lorena la usaba a menudo. La idea siguiente era lo de menos, como suele pasar el día después de una pelea con su amiga de años y compañera de estudio.
“No, está bien”, le contestó a la profesora que la veía apenada. La clase discurrió entre voces y nombres de presidentes argentinos.
La hoja estuvo a punto de mojarse.
Que reviente
Dos meses después de la pelea, volvió a su casa. Quería saber qué era lo que lo había puesto tan mal.
Se fue peor y resuelto a olvidar. Aníbal se dejó ver tras el vidrio de la puerta, pero no abrió.