24/8/11

Mejor no

Es preferible pecar por omisión y no por comisión”, era una de sus frases rectoras. La había aprendido de un hombre que entendía el periodismo como una actividad en la que llegar primero servía únicamente si se decía la verdad.
Adrián Ramírez aplicaba la regla a algunas áreas de su vida. Recordaba de Alejandro Dolina algo cercano a que las grandes aventuras son aquellas que mejoran el alma y entonces frenaba algunas búsquedas tentadoras. Tenía ganas de decir “ma sí, mañana no existe”. Tenía muchas ganas. Muchísimas ganas. “¡Y cuánta necesidad!”, según algunos.
La cuestión es que Ramírez optaba por irse a dormir triste a sabiendas de que al día siguiente caminaría a paso lento, disfrutando del sosiego, a entregarse a un presente apetitoso. Paladeaba la tranquilidad derivada de las buenas decisiones, que tan bien pagan a mediano y largo plazo.
Como humano que era, había aprendido esto al cabo de errores.