7/2/12

Precioso distingo

Timidez e introversión son términos asociados más al silencio que al bullicio, a la parquedad que a la verborragia. A veces se los intercambia. El que conozca la diferencia acaso se aburra con este material. El que no, también está invitado a leer la distinción propuesta por Susan Cain, autora del libro SILENCIO: el poder de los introvertidos en un mundo que no puede dejar de hablar.
Se toman consideraciones suyas a la revista Time citadas en el diario USA Today del 1 de febrero de 2012. Sepa el lector disculpar errores de traducción.

La timidez y la introversión no son lo mismo. La gente tímida teme al juicio negativo, mientras que los introvertidos simplemente prefieren menos estimulación; la timidez es intrínsecamente dolorosa, no así la introversión. Pero en una sociedad que premia la audacia y el no tener pelos en la lengua, ambas son percibidas como desventajas. Sin embargo, no querríamos vivir en un mundo compuesto exclusivamente de extrovertidos caraduras. Necesitaríamos con desesperación gente que prestara lo que (la psicóloga Elaine) Aron llama atención alerta a las cosas.

Al pie, unas notas que ojalá no embarren las sabias conceptualizaciones de Cain:
-¿A qué grupo pertenecen tantos locutores de radio y televisión que, con tal de evitar silencios, hablan sin decir?
-¿Cómo les va ante la crítica a los futbolistas destacados que, en países híperfutboleros como Argentina, se niegan por timidez a dar entrevistas?
-¿Qué suerte corren en contextos de hipocresía los introvertidos que cuando abren la boca lo hacen significativamente?
-¿La timidez será el siguiente estadio de la introversión al cabo de varias sanciones por decir en una reunión con jefes lo que se comenta sin su presencia?