22/2/12

Aplausos y lagrimones

Quien leyó (¡gracias!) el texto "Extraño apretón de manos" de este blog tal vez haya notado que refiere al perfeccionismo como una tendencia que se padece. Son buenísimos el esmero, la responsabilidad, el análisis de nuestros actos y consecuencias. Lo malo es posponer indefinidamente la presentación de aquello que se vino haciendo con tales preceptos.
Si Maradona hubiese sido perfeccionista, tal vez nunca hubiera debutado en Primera. Porque aun en el más glorioso de sus partidos de divisiones inferiores podría haber encontrado defectos que avalaran la postergación de su camino profesional. César Luis Menotti, quien lo dirigió en la Argentina que ganó el Mundial juvenil de 1979, recuerda que al cabo de cotejos brillantes lo elogiaba y encontraba respuestas tales como "sí, pero hubo un par de jugadas, en el segundo tiempo, que no hice bien". El entrenador destacaba que esta era la autocrítica que no tenía Paulo Futre, a quien condujo en Atlético Madrid durante la temporada 1987/88. Uno fue, lejos, el mejor futbolista de su época. El otro fue un buen jugador. Ambos gambetearon el perfeccionismo. Claro que mientras Futre aplaudía sus aciertos y los daba por suficientes, Maradona escudriñaba en sus errores que casi nadie detectaba.

Esfuerzo
Alfredo Di Stefano, entrenador campeón con Boca y River en los nacionales de 1969 y 1981, exigía a sus planteles tanto como demandaba de sí mismo. Angel Clemente Rojas, quien integró la formación xeneize consagrada poco después de la llegada del hombre a la luna, recordaba que luego de las prácticas "te ibas derecho a dormir la siesta".
Daniel Alberto Passarella, capitán triunfal de River en 1981, evocaba al conductor como un hombre capaz de quedarse charlando de fútbol hasta después de la una de la madrugada y de estar al frente del entrenamiento de la mañana como si nada.
Roberto Pasucci, futbolista de Boca que lo conoció en 1985, elige a Di Stefano como el mejor director técnico que tuvo "por su simpleza y porque te explicaba todo con situaciones de la vida".
¿Fue perfecto Di Stefano como entrenador? No. De hecho, su parquedad alejaba a algunos futbolistas introvertidos. Asimismo, consiguió lo que nadie: festejar títulos como técnico en Boca y en River. Tampoco necesitó de la perfección para darle a Real Madrid entre 1953 y 1964 cinco títulos consecutivos en el torneo interclubes más destacado de Europa (1956-1960), ocho ligas españolas, una copa nacional y otra intercontinental.
Lo mismo cabe para Diego Maradona, gracias a cuyo aporte Napoli gritó campeón por primera vez en 1987, por la liga italiana iniciada un año antes, y siguió celebrando por la Copa Italia '87, la europea UEFA de 1989, la liga nacional 1989/90 y la Supercopa Italia de 1990.
Ni Di Stefano ni Maradona fueron perfeccionistas, sí amantes del arte en el fútbol y concientes de que se juega para ganar. Merced a esto existió el hombre capaz de salvar a su equipo de un gol y ahí mismo iniciar una corrida de cien metros para meterlo en el de enfrente, tal cual lo recordó Rogelio Domínguez, arquero argentino compañero de Di Stefano en Real Madrid. Con igual base de acción, una tarde Maradona se levantó tras un cruce durísimo de Wermer -no se quedó en el suelo pidiendo amonestación para el rival-, corrió y, pegado a la raya de fondo y con la marca encima, metió de zurda un centro que Osvaldo Escudero honró al convertirlo en gol. Fue la apertura del marcador sobre Colón en Santa Fe para una victoria clave en el torneo Metropolitano de 1981 que se adjudicó Boca tres semanas después.

Fuentes consultadas
Revista El Gráfico. Editorial Atlántida. Buenos Aires. Varios ejemplares. 
FIFA.com, sitio de la Federación Internacional de Asociaciones de Fútbol.
Terra.com, sitio web de datos múltiples. Los goles de Maradona.
ImborrableBoca.com, sitio del equipo más popular de la Argentina.