Vidas y palabras
Mei Zhong -¿quién?- actualiza en un estudio sobre China palabras de una docente de Ciencias de la Comunicación.
Era una mañana de febrero de 1994 cuando un estudiante escuchó una frase y replicó: "Eso es obvio". La mujer, alta, taxativa y clarísima para explicar, respondió: "Todo es obvio en ciencias humanas, pero alguien se dio cuenta antes".
Lo que manifiesta Mei Zhong es que el predominio de familias con un solo hijo, derivado de las multas aplicadas por el gobierno a las que tengan más, deparará futuras generaciones sin primos, tíos y tías. Consecuentemente, están cayendo en desuso términos del idioma chino que distinguían al hermano mayor de la madre de su hermano menor, y lo mismo respecto del padre.
Es así, el vocabulario está en función de normas académicas como de patrones callejeros que varían según tiempos y lugares. Ejemplos: en la Argentina, las computadoras tienen mouse, no su traducción ratón. Los que toman la precaución de guardar sus archivos en más de un lugar hacen un backup, no una copia de respaldo. Comemos medialunas, no croissants, y disfrutamos de un asado, no de una barbecue. Para achicar el margen de fracaso en un emprendimiento conviene llevar a cabo un estudio de marketing, que indicará que decir mercadeo es una mala idea, aunque no tan patética como el verbo empoderar en reemplazo de darle a otro el poder de actuar por sí mismo.
Parole, palabras, words: pese a que no figuren así en un diccionario, son medios de expresión que llevan la marca de estilos de vida de las sociedades. Gloriosas las que se resisten a que gentileza pase a ser considerada anacronismo. Felices las que no tienen la menor idea de que drones son aviones no tripulados que por lo común terminan matando a alguien. Benditas las que prefieren seguir conceptualizando guerra como instrumento para la muerte y no como masiva fuente de empleo.