Maradona - Messi: donde manda corazón
En la clase de Comunicación Impresa, la profesora preguntó a cada estudiante qué era lo que menos le gustaba. Julieta respondió "fútbol, lejos" y por eso le fue asignada una columna cuyo objetivo era comparar a Lionel Messi con Diego Maradona.
Adrián Ramírez la ayudó con sus opiniones y sugiriéndole sitios, libros y revistas. Lo que sigue es el material que Julieta le envió a la docente, con copia a los lectores de "Qué Sentimos":
En uno de sus cuentos de fútbol, Roberto Fontanarrosa habla de un jugador que, de tan correcto que era dentro y fuera de la cancha, generaba cualquier cosa menos idolatría. Como si la sociedad, más cerca del Viejo Vizcacha que del gaucho Martín Fierro, necesitara consagrar a uno de los suyos a fin de sentirse en la cima. Como si -humanos, al fin- la lógica se rindiese ante el afecto.
Sería un grave error montarse en los títulos ganados por cada uno para afirmar que Messi es mejor que Maradona. Aunque en Wikipedia se pueda leer que Lío conquistó 23 y Diego llegó a 12, esta unidad de medida conduce a engaños; con este criterio, Oscar Ruggeri fue superior a Maradona y Ermindo Onega no existió. En otras palabras, en un deporte de conjunto hay quienes gozan de compañeros sublimes como Andrés Iniesta y otros que han de arreglárselas con bastante menos calidad a la par.
Dicen los que saben mucho de esto que mientras Messi es incomparablemente bueno en su gambeta veloz, su sentido colectivo y su definición certera, Maradona contaba con más amplitud de recursos. Uno es imparable pese a que se intuye lo que hará. El otro lo era pues nadie sabía con qué resolvería salir.
Uno ama entrenar. Diego era esquivo al trabajo de la semana. Quizás esto, por no entrar en otros detalle del día a día, lleve a que Messi juegue muy bien el 97 por ciento de los partidos, continuidad lejos de la cual se ubicó la carrera de Maradona.
No dejan de ser análogos a los hermanos de la parábola del hijo pródigo. Uno tenía un andar parejito, siempre próximo al deber, haciendo lo que correspondía con encomiable perseverancia. Otro despilfarró sus dones y también los puso al servicio de causas nobles. Ya se sabe en homenaje a cuál de los dos se mandó matar el mejor animal.
No hay vuelta que darle. Por globalizado que esté el mundo, no da lo mismo acá que allá para vivir, sentir y pensar. En Barcelona, Messi se impone holgadamente en una encuesta sobre Maradona, que a su vez gana por escándalo en Nápoles y en nuestro país. Es razonable, toda vez que Barcelona jamás ganó tanto como en la era Messi y Nápoli únicamente alzó copas con las manos de Maradona.
Viejo Vizcacha y Martín Fierro al margen, que en la Argentina se prefiera a Diego responde al relieve de las competencias: ¿cuántos recuerdan que Messi se consagró campeón mundial sub20 en 2005 y de los Juegos Olímpicos en 2008? Y de los que evocan nítidamente las finales, ¿cuántos se emocionaron más que con el 3-2 de Argentina sobre Alemania durante el México de 1986? Tenía razón Bilardo: a nivel de selecciones, lo que más importa es el Mundial. Ni Juveniles, ni Olímpicos. Si no, José Pekerman tendría un altar por haber consagrado a tres versiones de Argentina sub20 y Marcelo Bielsa estaría en la galería ilustre por cuanto dirigió al seleccionado que en 2004 le dio el primer oro olímpico a nuestra nación.
Además, como se ha dicho varias veces, la carrera de Messi en clubes transcurrió en primera íntegramente fuera de la Argentina.
Y ya se sabe que si cuesta mantener un noviazgo a distancia, mucho más cuesta empezarlo remotamente.