Muertos de segunda
Una niña estalla junto con los explosivos que lleva consigo. El atentado mata al menos a 20 personas en un mercado de Nigeria.
Hombres armados asesinan en Francia a 12 personas en la redacción de un
periódico satírico que hace de la burla cruel su modo de entender la
libertad de expresión. Jefes de Estado -ni qué decir, medios de
comunicación- se horrorizan por este hecho que golpeó a París.
Ambos crímenes son aberrantes. Sin embargo, parece que conviene más llorar a periodistas que a otros ciudadanos.
Intolerantes
Irrita que los medios -y gran parte de la dirigencia política mundial- discriminen a los muertos no periodistas.
Fastidia que, en nombre de la expresión, se pretenda darles chapa de
mártir a quienes habían hecho de las ofensas su modo de hablar desde la revisa Charlie Hebdo.
No a
los fanáticos asesinos. Y no a los que, lápiz en mano, sistemáticamente
se revelan intolerantes de credos ajenos. En nombre de un dios unos e
invocando la libertad otros, ambos se dan la mano para excluir desde el
lugar de la verdad absoluta.
Quien quiera, que sea Charlie. No cuenten conmigo, por favor.