28/9/16

Infladores profesionales
"Lo que realmente ha mejorado hoy es la capacidad de inflar tecnologías que probablemente no aporten demasiado", dijo Robert Post, presidente de la Sociedad para la Historia de la Tecnología. Transcurría 1997 cuando esta expresión fue publicada por Clarín en una columna de Steve Loht titulada "Para progresos, el siglo XIX".
Se podría reemplazar tecnologías por otros sustantivos tales como acciones, anuncios, gestiones, promesas, y la frase conservaría sentido.
Loth distingue avances y mejoras. Sostiene que "hay una diferencia real entre lo que el negocio de la computación llama 'upgrade' -una mejora suficiente como para tratar de vender una nueva versión del mismo producto- y un auténtico avance tecnológico. La máquina de vapor, el automóvil, el teléfono y el microchip fueron avances. Una computadora personal más veloz o un nuevo browser para Internet es sólo una mejora".
Al margen de las divergencias que la posición pueda suscitar, viene bien para reflexionar más allá de las tecnologías. ¿Avanza o mejora el fútbol? ¿La música? ¿La alimentación? ¿La educación?
Disidencias al margen, debe haber pocas dudas de que los cuatro campos son víctimas de infladores profesionales, especialistas en convencer de que la ignorancia, bien vestida, es virtud.

26/9/16

 Ciudadano ilustre: volver a la tierra marchita
Alguien escribe miserias y otros aspectos de su pueblo natal guiado por aquello de "al que le quepa el sayo, que se lo ponga". Con la ventaja de testimoniar del otro lado del Atlántico y no trabajar en relación de dependencia, el hombre dispara con belleza verdades que incomodan. Se anima a criticar quienes lo consagran Nobel de literatura en plena ceremonia de premiación.
Un intendente oportunista resuelve declararlo ciudadano ilustre, la vanidad hace el resto y entonces Daniel Mantovani regresa a Salas.
Como dijo una sabia mujer, se da cuenta de qué podría haber sido de su vida de quedarse allí. Los personajes son una galería que aterra.

La entrevista del canal de TV de Salas al Nobel de literatura está atravesada por la publicidad de un jugo; los virus mediáticos atacan tanto a las transmisiones de las grandes ciudades como las de los pueblitos.
El lugar está dominado por hombres millonarios de actitudes miserables, incapaces de asumir que sus cuadros lastiman al arte, de respetar a sus esposas o de aceptar que crecer en un campo no garantiza prosperar en otros.
La violencia rige y con ella, el miedo. Cualquiera se siente con derecho de exigirle al ciudadano ilustre que vaya a almorzar a su casa, de pedirle una silla de ruedas y de ofenderse si la respuesta es no. Basta un enojo del capanga para que las clases públicas se hagan cada vez menos concurridas.
  La ignorancia mantiene su dictadura de décadas en Salas. Lo pasa bien quien -aguda observación de un adulto mayor- ha optado por vivir sin pensar, usando su voz para imitar a los chanchos y no para preguntar al menos por el nombre de un libro. Envejece amargamente la que cumplió el mandato y se casó con un hombre que no concibe la vida sin recurrentes visitas al prostíbulo que ni siquiera siente debe ocultarle a su mujer, su propiedad.
Se le requiere a un premio Nobel que integre el jurado de un concurso de pintura para prestigiarlo. Pero dado que "usted se va y yo tengo que seguir viviendo en el pueblo", el intendente le pide que renuncie a todo lo que sabe y vote como si fuera estúpido. Ojalá Salas fuera solo un pueblo de la muy buena película "Ciudadano ilustre"...

"Apátrida" es la agresión verbal de un matón de Salas contra el escritor Daniel Mantovani. Pasa con los necios: perciben las verdades como ataques y responden con injurias. Subidos al poder que suelen deparar la riqueza y la coerción, irrumpen por doquier pues sienten que de todo saben.
Sin moralina, "Ciudadano ilustre" expone de modo meridianamente claro las consecuencias de la soberbia.

15/9/16

Suelto sobre educación
Una de las asunciones más dolorosas en la vida de un docente es que no lo puede todo. Escucha relatos de experiencias exitosas, lee textos en los que teóricos de la educación dan clase con satisfacción garantizada, ve videos en los que de la resistencia al aprendizaje se cambia al amor al saber, trata de aplicarlos y fracasa.
Como en el personaje del tango “Uno”, el profesor “busca lleno de esperanzas el camino que sus sueños prometieron a sus ansias” y se topa con barreras infranqueables. Sí, infranqueables salvo para todopoderosos, adjetivo que no cabe para seres humanos.
Conviene recordar un atributo humano, la libertad, para mantenerse tenaz en el esfuerzo pese a los motivos para desanimarse. También para tener presente que hay estudiantes que en uso de su libertad eligen no comer del banquete que una buena clase propone, figura que solía utilizar Jimmy Cappanera, exdirector del colegio San Ignacio.
Creer que por sublime, magistral, estupenda, excelsa, deliciosa que sea una clase los estudiantes refractarios a su mensaje atenderán cual candidatos a la bandera es olvidar una condición inherente a la docencia: se trata de una interacción entre dos o más personas, por lo cual no le cabe en todos los casos la regla de tres simple. No siempre al gran entusiasmo de uno corresponde elevado interés del otro. Desde luego, es más estimulante alguien a quien se lo nota vivaz, contento por ejercer un trabajo intelectual que quien se duerme mientras habla o no está sentado sino echado en el asiento de su escritorio. De todos modos, importa mucho tener presente que, como todo mensaje, el de la docencia es situado y transita entre condicionamientos contextuales, familiares y culturales.

¿Qué significado tiene la docencia en el hogar del niño o adolescente que va a la escuela? ¿Qué escucha el estudiante de los mayores a su cargo respecto de quienes están al frente de un curso?
En una sociedad signada por la violencia, ¿cuánto puede lograrse mediante un acuerdo escolar de convivencia? Por cierto, que exista como concepto del que se habla en la escuela ya es valioso. Ahora bien, ¿puede hacer milagros en un entorno donde la agresión es el modo de vincularse?
Por último, apenas una pregunta: ¿cuán a menudo llegan a la escuela los padres a agradecer y con qué frecuencia se apersonan en la escuela a quejarse de los docentes?

13/9/16

Grave confusión
Arriba, arriba, arriba, arriba, arriba, arriba, arriba!", decía el conductor de una FM que pedía "ritmo".
Como bien lo marcó Gabriel Magnoli, el de los locutores que se atragantan con palabras es un mal extendido. Como tantas creencias falsas, provoca daños. Hablar a los gritos,de prisa y clausurando el silencio no es ritmo, sino falta de consideración.
Locutores como el del ejemplo solo tragan la comida, seguros de que detenerse a saborear es una pausa vana. Compran su decimoquinto celular en tres años para estar "bien arriba" (otro latiguillo insufrible) sin pensar si tiene sentido.
El asunto pasa por obrar sin un miserable punto aparte. Hacer rápido, no importa qué ni cómo. Visionario, en los 1980s Luca Prodan lo sintetizaba en "no sé lo que quiero, pero lo quiero ya".

El mal se esparce
La de los locutores que reclaman ritmo a costa del pensamiento es una especie que, lejos de extinguirse, crece.
Jorge Valdano afirma en su libro "Fútbol: el juego infinito" que como el juego "se está llenando de jugadores que, en su afán por ser intensos, se mueven a una velocidad por encima de la que pueden permitirse, el atentado contra la precisión es permanente". Por ello reclama empezar "a poner en duda la palabra 'intensidad' como sinónimo de eficia. Sería como pensar que un reloj es bueno porque avanza más deprisa que los demás"

9/9/16

Lucha muy despareja 
En víspera del día del maestro importa especialmente recordar palabras de Pedro Barcia, quien en 2008 diagnosticaba en elcastellano.org "un empobrecimiento gradual de los comunicadores en el manejo de lo que era el esplendor y la riqueza del léxico que es muy penoso".
Ejemplos:
-¿Alguien se tomó la insalubre tarea de contar las veces que Marcelo Tinelli pronuncia "Señores" en cada Showmatch?
-¿La cantidad de ocasiones en que se repite la hora a falta de ideas en un programa de radio?
-¿La recurrencia con que Gabriel Anello, locutor de fútbol, afirma que inteligencia le sobra aunque no para evitar que conjugue mal y diga "si me escucharían bien, me entenderían?".
-Las faltas de ortografía de diarios de tirada nacional en sus sitios de Internet asustan. Baste con apuntar que "exhorbitante" es una delicadeza.
Lejos quedaron los tiempos durante los cuales "los diarios nos enseñaron a escribir y las radios a hablar".
Ha empeorado el panorama de cuando Barcia aseguraba que para numerosos "comunicadores de radio y televisión todo es 'fantástico', lo mismo un cuento de Borges que unas medias caladas".


¿Es superfluo un vocabulario amplio?
Lingüista y director de la Academia Argentina de Letras, entre otros trabajos que vaya si lo han ocupado, Pedro Barcia planteaba en 2008: "El que no tiene posibilidad de hablar con precisión no puede manifestar lo que quiere y es un ciudadano de segunda. No tiene derecho a la libertad de expresión, es cautivo de su propia discapacidad y limitación. Y eso -añadió- lo generamos entre la docencia y algunos medios".
Rápido de reflejos, un pelandrún replicaría que es falso lo que sostiene Barcia por cuanto si alguien usa la libertad de expresión para hacer programas y negocios es Tinelli, de modo que no es preciso más que un puñado de términos para ejercer la libertad y, además, ser ciudadano que viaja en primera.
El diálogo podría seguir con un aporte relativo a cómo usa Tinelli su derecho a decir y un agregado: en TV se habla con la boca y también mediante imágenes. Huelga acotar que se nota en algunos planos sexistas que quien es vulgar oralmente suele serlo en escala global. ¿Es éste un ejercicio noble de libertad?
Un rato después, cientos de miles de docentes deben tratar de llevar adelante su tarea, bien conceptuada como "contracultural" por Guillermo Jaim Etcheverry.

3/9/16

Deplorable, Charlie Hebdo
¿Corresponde reírse de cualquier tema? La pregunta es retórica, para algunos huelga responderla con un "No" y para otros, entre ellos los hacedores de la revista Charlie Hebdo, se contesta indudablemente diciendo "Sí".
En nombre de la libertad de expresión, humillan credos distintos y refieren a los muertos y heridos del terremoto en Italia como "fideos con salsa" y "lasaña" para aludir a las personas atrapadas entre paredes venidas abajo. Y como si la enunciación de una supuesta verdad limpiara sus culpas agregan: "No fue Charlie Hebdo sino la mafia la que construyó sus casas". En síntesis: no se quejen de la burla atroz, apunten su malestar a quienes edificaron precariamente.
El argumento es canalla y estúpido. Avala, por ejemplo, reírse de alguien a quien le robaron con la premisa: "No te enojes conmigo pues no soy el ladrón".
Demasiado cinismo para revestirlo de libertad de expresión. ¿Esta misma gente habría reído si alguien hubiera satirizado el salvaje atentado de un comando de ISIS que costó la vida de varios trabajadores de Charlie Hebdo? ¿Hubieran celebrado un texto que se mofara de su profundo dolor? ¿Habrían festejado la ocurrencia de alguien de comparar sus muertos con un plato de pastas?
¿Para esto es la libertad? Otra pregunta retórica.