Suelto sobre educación
Una de las asunciones más dolorosas en la vida de un docente es que no lo puede todo. Escucha relatos de experiencias exitosas, lee textos en los que teóricos de la educación dan clase con satisfacción garantizada, ve videos en los que de la resistencia al aprendizaje se cambia al amor al saber, trata de aplicarlos y fracasa.
Una de las asunciones más dolorosas en la vida de un docente es que no lo puede todo. Escucha relatos de experiencias exitosas, lee textos en los que teóricos de la educación dan clase con satisfacción garantizada, ve videos en los que de la resistencia al aprendizaje se cambia al amor al saber, trata de aplicarlos y fracasa.
Como en el personaje del tango “Uno”, el profesor “busca
lleno de esperanzas el camino que sus sueños prometieron a sus ansias” y se
topa con barreras infranqueables. Sí, infranqueables salvo para todopoderosos,
adjetivo que no cabe para seres humanos.
Conviene recordar un atributo humano, la libertad, para
mantenerse tenaz en el esfuerzo pese a los motivos para desanimarse. También
para tener presente que hay estudiantes que en uso de su libertad eligen no
comer del banquete que una buena clase propone, figura que solía utilizar Jimmy
Cappanera, exdirector del colegio San Ignacio.
Creer que por sublime, magistral, estupenda, excelsa,
deliciosa que sea una clase los estudiantes refractarios a su mensaje atenderán
cual candidatos a la bandera es olvidar una condición inherente a la docencia:
se trata de una interacción entre dos o más personas, por lo cual no le cabe en
todos los casos la regla de tres simple. No siempre al gran entusiasmo de uno
corresponde elevado interés del otro. Desde luego, es más estimulante alguien a
quien se lo nota vivaz, contento por ejercer un trabajo intelectual que quien
se duerme mientras habla o no está sentado sino echado en el asiento de su
escritorio. De todos modos, importa mucho tener presente que, como todo
mensaje, el de la docencia es situado y transita entre condicionamientos
contextuales, familiares y culturales.
¿Qué significado tiene la docencia en el hogar del niño o adolescente que va a la escuela? ¿Qué escucha el estudiante de los mayores a su cargo respecto de quienes están al frente de un curso?
En una sociedad signada por la violencia, ¿cuánto puede lograrse mediante un acuerdo escolar de convivencia? Por cierto, que exista como concepto del que se habla en la escuela ya es valioso. Ahora bien, ¿puede hacer milagros en un entorno donde la agresión es el modo de vincularse?
Por último, apenas una pregunta: ¿cuán a menudo llegan a la escuela los padres a agradecer y con qué frecuencia se apersonan en la escuela a quejarse de los docentes?