En víspera del día del maestro importa especialmente recordar palabras de Pedro Barcia, quien en 2008 diagnosticaba en elcastellano.org "un empobrecimiento gradual de los comunicadores en el manejo de lo que era el esplendor y la riqueza del léxico que es muy penoso".
Ejemplos:
-¿Alguien se tomó la insalubre tarea de contar las veces que Marcelo Tinelli pronuncia "Señores" en cada Showmatch?
-¿La cantidad de ocasiones en que se repite la hora a falta de ideas en un programa de radio?
-¿La recurrencia con que Gabriel Anello, locutor de fútbol, afirma que inteligencia le sobra aunque no para evitar que conjugue mal y diga "si me escucharían bien, me entenderían?".
-Las faltas de ortografía de diarios de tirada nacional en sus sitios de Internet asustan. Baste con apuntar que "exhorbitante" es una delicadeza.
Lejos quedaron los tiempos durante los cuales "los diarios nos enseñaron a escribir y las radios a hablar".
Ha empeorado el panorama de cuando Barcia aseguraba que para numerosos "comunicadores de radio y televisión todo es 'fantástico', lo mismo un cuento de Borges que unas medias caladas".
¿Es superfluo un vocabulario amplio?
Lingüista y director de la Academia Argentina de Letras, entre otros trabajos que vaya si lo han ocupado, Pedro Barcia planteaba en 2008: "El que no tiene posibilidad de hablar con precisión no puede manifestar lo que quiere y es un ciudadano de segunda. No tiene derecho a la libertad de expresión, es cautivo de su propia discapacidad y limitación. Y eso -añadió- lo generamos entre la docencia y algunos medios".
Rápido de reflejos, un pelandrún replicaría que es falso lo que sostiene Barcia por cuanto si alguien usa la libertad de expresión para hacer programas y negocios es Tinelli, de modo que no es preciso más que un puñado de términos para ejercer la libertad y, además, ser ciudadano que viaja en primera.
El diálogo podría seguir con un aporte relativo a cómo usa Tinelli su derecho a decir y un agregado: en TV se habla con la boca y también mediante imágenes. Huelga acotar que se nota en algunos planos sexistas que quien es vulgar oralmente suele serlo en escala global. ¿Es éste un ejercicio noble de libertad?
Un rato después, cientos de miles de docentes deben tratar de llevar adelante su tarea, bien conceptuada como "contracultural" por Guillermo Jaim Etcheverry.
Lingüista y director de la Academia Argentina de Letras, entre otros trabajos que vaya si lo han ocupado, Pedro Barcia planteaba en 2008: "El que no tiene posibilidad de hablar con precisión no puede manifestar lo que quiere y es un ciudadano de segunda. No tiene derecho a la libertad de expresión, es cautivo de su propia discapacidad y limitación. Y eso -añadió- lo generamos entre la docencia y algunos medios".
Rápido de reflejos, un pelandrún replicaría que es falso lo que sostiene Barcia por cuanto si alguien usa la libertad de expresión para hacer programas y negocios es Tinelli, de modo que no es preciso más que un puñado de términos para ejercer la libertad y, además, ser ciudadano que viaja en primera.
El diálogo podría seguir con un aporte relativo a cómo usa Tinelli su derecho a decir y un agregado: en TV se habla con la boca y también mediante imágenes. Huelga acotar que se nota en algunos planos sexistas que quien es vulgar oralmente suele serlo en escala global. ¿Es éste un ejercicio noble de libertad?
Un rato después, cientos de miles de docentes deben tratar de llevar adelante su tarea, bien conceptuada como "contracultural" por Guillermo Jaim Etcheverry.