Por Pedro Zabalo, tercer año, Colegio San Ignacio
Consigna:
Adrián es dueño de
una sedería, él tiene como empleado a su hijo Lucas de 14 años y lo hace
trabajar 6 horas al día de lunes a sábados, le paga 50 pesos la hora mientras
que al resto de los empleados le paga 200, cuando Lucas se queja, Adrian le
dice que al resto de los empleados él no le da un techo,
ni de comer y ni tampoco le paga la educación. Lucas aprende en la escuela que
lo que su padre está abusando de su poder, pero no se anima a quejarse porque
su familia es muy patriarcal donde el trabajo y la obediencia no se discuten.
Respuesta:
En esta situación se observa que Adrián está violando los derechos
de Lucas mediante su poder como padre. El hecho de darle un techo, comida y
pagarle la educación a su hijo no puede justificar, bajo ningún punto de vista,
este abuso de poder. En su rol de padre, se supone que Adrián debe brindarle
esta “protección” a su hijo sin recibir a cambio horas de trabajo por parte de
este. Recordemos, además, que Lucas tiene tan solo catorce años. En otras
palabras, es un niño y no está en edad de trabajar. Al obligarlo a trabajar, su
padre le impide realizar otro tipo de actividades que chicos de su edad
deberían hacer libremente. Por ejemplo, Lucas debería tener la oportunidad de
aprovechar ese tiempo que le dedica al trabajo para estudiar, estar con sus
amigos, realizar actividad física, estar al aire libre, y distraerse. No debe,
a su edad, cargar con otro tipo de responsabilidades como aquellas que se
derivan del trabajo en una sedería.
Si bien los niños
no deberían trabajar, si Lucas quiere ayudar a su padre en el trabajo por su
propia voluntad está en él tomar esa decisión, pero esto no debería ser para él
ninguna obligación ni debería cumplir horarios estrictos. El problema es que la
familia de Lucas se caracteriza por ser muy patriarcal, entonces es poco
probable que, en primer lugar, Lucas se anime a quejarse, y, en segundo lugar,
que, en caso que se queje, lo escuchen. El trabajo y la obediencia deberían
poder ser discutidos dentro del contexto familiar.
Es evidente que la
situación no puede permanecer así; Lucas no puede seguir siendo víctima del
poder que ejerce su padre. Un primer paso para resolver el problema, o al menos
intentarlo, es que el niño hable, que se queje y exprese sus sentimientos
respecto a la situación. Siendo optimistas podemos pensar que algún miembro de
la familia lo escuche e intente ayudarlo. Sin embargo, si este no es el caso,
la justicia debería intervenir ya que los derechos del niño están siendo
fuertemente violados.