La consigna fue trabajar con animales, en sentido literal o figurado,
según se prefiera interpretar. Esto fue lo que presentaron Anabella y Viviana D. F.
¡Cuidado! Bebé suelto
Por Anabella
Había una vez en una calle de Nueva York el majestuoso portón del zoológico y un niño de corta edad, quien “gatunamente” gato se metió en el inmenso parque. Sin ningún temor enfiló como pato a la laguna hacia la jaula de los monos. Como una ratita sagaz y divertida se escabulló entre reja y reja hasta llegar al lado de mamá gorila quien gigante y a la vez amorosa lo tomó entre sus brazos y lo acunó hasta que ambos se quedaron dormidos.
Vigilantes perros de presa, los observaban y sin más ni más trataron de atrapar al niño para llevárselo.
Mamá gorila, elefante, poderosa y enojada los tomó por el cuello, les pegó un sacudón arrollador dejándolos inertes... avestruces escondiendo la cabeza, tan doloridos que no podían salir del gran golpe...
La gorila con un beso liberó a bebé suelto en N. York y lo invitó a seguir con sus andadas.
Día Mundial del Medio Ambiente
Por Viviana D. F.
El invitado pisaba fuerte como un elefante y ni te cuento cuando comenzaba a decir que Córdoba había matado 80% de vida entre bosque y pastizales nativos. “Barritaba” estruendosamente dirigiéndose a los ambientalistas, que a esta altura eran los patos de la boda.
El representante de Defensa Civil, apodado “pato criollo”. El ingeniero... cada palabra del biólogo lo dejaba más como avestruz que perro defendiendo un hueso. Y al momento de contar sobre el desmonte de nuestras sierras aparecieron los grandes gatos aulladores; pero en celos por la forma en que lo miraban, queriendo comérselo de un zarpazo.
En fin, el Dr. Biólogo Raúl Montenegro, premio Nobel en Ambiente (Estocolmo, Suecia) nos dejó ver que somos un gran zoológico destruyendo nuestro ecosistema, matando cuencas naturales y para rematar la charla debate nos dejó ver: Y encima se están peleando por la bendita soja, eso mismo la matará en corto tiempo.
Mirá qué simple era
En su cuento “Lo que se dice un ídolo” [1], Roberto Fontanarrosa habla de Pedrito, futbolista que no llega a la estatura de ídolo hasta que baja de su condición inmaculada. El final es un lujo, no sólo por cómo está escrito, sino por la maestría con que el polifacético rosarino entiende la singular sociología futbolera de nuestras tierras:
“Pero no podés ser ídolo si sos demasiado perfecto, viejo. Si no tenés ninguna fulería, si no te han cazado en ningún renuncio... ¿Cómo mierda la gente se va a sentir identificada con vos? ¿Qué tenés en común con los monos de la tribuna? No, mi viejo. Decí que el Pedrito se apioló tarde de cómo viene la mano”.
Años sobre años
Por Agustín Balmaceda, IPEM 252
Teodoro es un hombre de cuarenta años. En su infancia tenía un arrojo impresionante y se puede decir que era bastante burdo con sus compañeros de escuela. Así se pasó la infancia sin cambiar en nada. En la adolescencia ya fue distinto porque él ya tuvo su primera novia, ahora ya era algo impávido, es que había crecido. Fueron momentos buenos de su vida porque salía con sus amigos, hacían asados y con unas cuantas copas arriba volvía a su casa muy tarde y aguantaba toda la noche sin velar. A su novia la tuvo a los diecisiete y a los veinte se peleó porque la chica se enteró de que había estado con otra. Después de haberse peleado con ella pudo conseguir un buen trabajo en una empresa, pero duró pocos años porque en una crisis la empresa comenzó a despedir empleados, entre ellos Teodoro.
Teodoro cumplió 38 años y se sentía por dentro pétreo, pero a la vez con mucha reciedumbre. Hasta que sufrió la muerte de su querido amigo Juancho; Teodoro se sintió como un bosque umbrío, se volvió un poco exacerbado, pero él se dijo a sí mismo que debía ser férreo y debía tener mucha tenacidad para seguir adelante. La vida le cambió un poco cuando la jubilación le llegó. El tenía poca mansedumbre y era poco solícito con sus cosas; era gélido con su familia ya que ellos se aprovechaban de su opulencia cuando cobraba su jubilación. El empezó a hacer hincapié en que se puede cambiar, a pesar de las cosas que traiga la vida.
Expectativa
Adrián Ramírez espera una respuesta. Algo le dice que será favorable. Sus deseos no tienen demasiado que ver con su pronóstico; en otras palabras, cree que le dirán que no.
Mira el correo electrónico como antes se fijaba en el buzón. No es la única constante ni el único cambio.
Ayer, y cuando había dejado de esperar, la carta apareció. Encima Boca le ganó esa noche a San Pablo. Pocas situaciones así de jubilosas.
Siguieron diálogos, ascensos, miedo y descenso, lamento respectivo, nuevo intento, sensación de cumbre y certeza de cuesta abajo.
Hoy fue distinto. Ya quemó las naves. Sólo espera. Solo espera.
Qué lástima, Andrés
Desde un práctico sobre vocabulario, Noelia Aguirre (IPEM 252, Río de los Sauces)
escribió este relato y el próximo
Nunca pensé verlo en el nosocomio con un tiro en el pecho. Andrés sabía que en ese tipo de cosas no se tenía que meter. Dos meses atrás, lo empecé a notar un poco distinto y por eso empecé a indagar. Un sábado lo invito a ver una película a mi casa, él me dijo que no podía, que tenía que trabajar, entonces lo dejé.
Preocupada por mi amigo, no me podía quedar con los brazos cruzados y decidí seguirlo. Agarré las llaves y me fui en el auto color ocre que saqué con un crédito. Lo seguí y lo vi entrar a un garito. Como no lo podía creer, decidí volver a mi casa.
A la semana, me llama con voz de preocupado, pero bien disimulado y me pide mi casa para tener una cena con una muchacha muy apuesta. Le pregunté: “¿Y tu casa?”. El me respondió: “La están remodelando”. Entonces decidí prestársela. Era viernes y tenía que pagar la cuota del crédito del auto, cuando voy a buscar la plata en el lugar que siempre la dejaba, no estaba más. Empecé a tamizar todas las situaciones: garito, Andrés disímil poniendo de excusa a una muchacha y el latrocinio. Entré en coherencia y deduje que a mi amigo le gustaban las apuestas. Sentí empatía por él y por la situación en la que estaba. Quise hablar con él. Lo busqué por todos lados menos en un lugar, ese local tan festivo difícil de olvidar.
Entré, lo vi ingiriendo un barbitúrico muy fuerte, sin pudor, en estado de júbilo. Me dio un gran hastío. Me acerco un poco más y lo veo jugar al póker con un hombre muy adinerado. Tenía una cinta roja en su muñeca como superstición. Me pongo a su lado y le susurro cerca del oído: “Te haría falta ubicuidad, ¿no? No sabía que ahora te dedicás a hacer negocios veladamente”. Andrés dijo: “¡No me molestes!”. Siguió jugando y le ganó mil pesos a su contrincante. Enojada, me voy de ese lugar. Llegué a mi departamento sorprendida por la raigambre de mi compinche. Para tranquilizarme, me acuesto a dormir. A las 6.25 llama la mamá de Andrés comentándome lo que pasó. Y bueno, acá estoy. A la hora nos informan que mi amigo fallece.
Luis espera novedades
Era un tipo muy trabajador. En el amor era muy solícito y tenía el arrojo de decirle a todo el mundo que la amaba. Así fue Luis por muchos años.
Un día fue a trabajar y se encontró con su enemigo, un hombre pétreo, burdo, con mucha tenacidad, que era su supervisor. Pero Luis, un señor con muchas connivencias, no le daba mucha cabida, no se iba a rebajar como él. El día no había terminado, todo iba de mal en peor. Lucía, su novia, le comenta que conoce a un hombre increíble, que por él ya no sentía más nada y hacía hincapié en los sentimientos de ella. El hombre, con muchísima mansedumbre pero impávido por la situación, respetó su decisión.
Tras todo lo que pasaba, Luis renunció a su trabajo, a ver la cara de ese hombre gélido y férreo. Decidió emprender una nueva vida. Sin empleo, sacó reciedumbre de donde no tenía. Buscó y buscó trabajo, días velando, hasta que encontró un puesto como supervisor en una empresa metalúrgica. Recordó al hombre umbrío y despectivo que lo supervisaba a él. Se rió y aceptó. Años después se enteró de que el supervisor, su enemigo, había fallecido. Conmocionado por lo sucedido, y como muestra de su respeto hacia él, fue a su velorio. Cuando fue a saludar a la viuda, se dio cuenta de que era su novia Lucía. Sin exacerbar, le dio su sentido pésame. Volvió a su casa. Lo llaman por teléfono de su empresa y le dicen que tienen que ir a buscar la documentación para tramitar su jubilación y le aseguran que poseería una gran opulencia.
Traslado y después
Eugenia Arias también hizo el trabajo práctico
Estaba en pareja hacía cuatro años. Mi novia era díscola y le gustaba mucho la jarana, cosa que a mí no me resultaba indispensable pero a pesar de esto, de mi terquedad y ser algunas veces untuoso, yo sabía que ella me quería y lo supe realmente cuando me tuve que mudar a otra localidad a varios kilómetros. Ella se ofreció a acompañarme. Me sorprendió esa actitud de hidalguía, pero la rechacé presentándole varias argucias. Ella se mostró muy condescendiente ante mi decisión.
Después de varias horas de viaje llegué a destino, me hospedé en casa de mi tía, que era una misántropa, es por eso que me vigilaba constantemente.
Comencé a trabajar con mucho facilismo, a mí me encantaba exteriorizar todo lo que hacía, muchos comentaban que tenía un gran bovarismo, aunque yo no lo creía así.
Cierto día recibí una llamada de mi novia para avisarme que vendría a visitarme. Yo me puse muy contento y al día siguiente fui a buscarla a la terminal, tuvimos un feliz encuentro.
Una semana más tarde, sorpresivamente llegó mi suegra, ella me trataba con cierto ostracismo porque no podía creer que su hija hubiera puesto sus ojos en mí. Ella solía ser restrictiva, me refiero a que me prohibía que tocara a su hija delante de ella. Por eso decidí darle un veneno letal. Al caer muerta al suelo, llamaron a la policía, que llegó enseguida, trayendo un notario enviado por el juez. Algo con gran verosimilitud había ocurrido y fue de boca en boca con grandilocuencia.
Salir a caminar
Otro texto de Eugenia Arias
Esa mañana iba caminando por la vereda cuando pasé al frente de la casa de un amigo, golpeé y no atendió nadie, decidí entrar y ahí estaba... tirado en el suelo, inconciente. Enseguida lo llevé a un nosocomio, donde me informaron que se había tomado un barbitúrico. Traté de indagar un poco recordando...
Juan era adicto a las apuestas, la mayoría de las noches las pasaba en un garito ocre. Se presentaba siempre con gran júbilo, sin ningún tipo de pudor. A veces sufría grandes hastíos y otras cometía enormes latrocinios.
Supe por boca de terceros que solían maquinar veladamente en su contra, debido a varias disimilitudes.
Varias veces le hablé con coherencia y cierta ubicuidad, tratando de convencerlo de que se alejara de las apuestas, pues yo sentía empatía por lo que le ocurría. También sabía que trataba con gran ahínco de alejarse, pero parecía como si alguna raigambre lo uniera a ese sitio.
Esa mañana antes de ir a su casa tuve una tremenda superstición pero jamás pensé encontrar a mi amigo tendido en el piso.
Se estaba debatiendo entre la vida y la muerte, los médicos decían que le quedaban muy pocas horas de vida y así fue... murió por la desesperación de no encontrar la manera de su adicción. Nadie lloró por él, todo siguió siendo festivo como siempre. Yo fui a tamizar algunas cosas a su casa y continué mi vida normal.
[1] Fontanarrosa, Roberto. En Puro Fútbol. Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 2000.
Un blog variopinto, con textos ligados a pensamientos, sensaciones, descripciones, narraciones, sentimientos, ocurrencias y reflexiones sobre temas periodísticos sin correr tras primicias. Miradas acerca de lo que nos pasa, lo que nos gustaría, lo que perdimos y lo que soñamos.
29/9/08
Especial: poemas de Claudio Rafael Masiero Sauber
El autor de estos poemas y Héctor Fourcade coordinan en Río Cuarto dos talleres de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), abiertos a todo público, de narrativa y poesía, los miércoles de 20 a 22.
Agua, tiempo
Saciarme de vos
que seas cuenco de una vez
y por todas, Agua.
Ser la mano o la cuerda,
el péndulo, algo que pueda cambiar
el tiempo, tiempo,
esa palabra que no entiendo,
que no me entiende,
que no puedo cambiar, Tiempo.
Agua, Tiempo.
Son líquido.
Arco iris nocturno
Duerme mi cama
en el cuarto menguante.
Si un bostezo fuera el puente
para llevarme
al más extraño arco iris,
no dudaría.
Entonces pienso en bostezo,
entonces en dormir,
en noche.
Dejo de pensar,
imagino.
¿Cómo será un arco iris
en la noche?
No existen,
solamente
porque nadie sale a ver el cielo en la noche,
luego de la batalla de las nubes.
¿Cómo dejar de ser un profesional?
Ahora que soy
un profesional de la poesía,
corro el riesgo
de hacer poemas bien escritos
que no me gusten.
Arbol gris
Era un condenado
que mis manos inocentes
tironeaban;
(la noche en los ojos de un búho
brindaba su plegaria)
la higuera no quería,
lo supe a la mañana,
dejó un arado horrible
aferrándose a la tierra.
Mis manos tironeaban.
No más
la más hermosa.
GRIS, gris.
No tengo estufa
donde honrar
los frutos y la sombra.
Apenas si dejé el tronco
y cuatro ramas,
las grandes.
No lo oigo,
sé que el patito
llora en los rincones;
ahí se volvió más verde.
Cuestión de lógica
El que no cree en Dios
no cree en el amor
el que no en el amor
tampoco en la vida,
en el dolor o la alegría.
O sea: no cree en el verbo,
en la palabra.
Qué triste y peligroso,
un hombre que no cree,
que sólo adjetiva,
sustantiva y califica.
Esto no es cuestión de fe:
es cuestión de lógica.
Consejo
¡Ve a París!
¡ Ve a crecer poeta!
Argumento:
Todos lo hicieron.
¡Crece muchacho, crece!
Aquí todo es llano, todo.
¡Vive, vive!
TODO
PARIS
Todo: el argumento.
En el aeropuerto
algunos parisinos llegaban.
Eso no me detuvo.
París
Me encontré
en una habitación
escribiendo
con las ventanas cerradas.
Estrategias para olvidar
(Las estrategias suelen ser flechas que ya han sido lanzadas)
Escuché tango
para emborrachar al corazón,
y apenas si latió más lento.
Cambio todas las baldosas
de todas las veredas,
siembro azucenas pardas
donde caminábamos,
tiré todo el calzado
por temor a su memoria.
NO ALCANZÓ.
Erguí una nueva ciudad,
pedí a DIOS habitara
los campos
con los animales extinguidos.
Una mañana,
a las que llamaba tarde,
en la cima de la montaña
que palié,
viendo con qué
rellenar el cuenco,
me senté a pensar
un nombre para mi ciudad.
Fue inevitable,
Le puse el tuyo.
Ensalada Alma
Una señora muy aseñorada
decía de un mugrientito:
Toda la tristeza está en sus ojos.
El mugrientito contesta:
Mis ojos son el zaguán del dolor.
En realidad
el mugientito no habló.
Era analfabeto
pero culto en su manera de mirar.
¿Cuándo?
Es probable
que en los próximos treinta poemas
aparezca la palabra todo,
( también ahora que lo sé
que no aparezca).
¿Cuándo fue
que hice o sentí o pensé,
trascendentes mis poemas
para los otros?
¿Es importante que sepan
que la palabra todo
va a estar
en los próximos treinta poemas?
¿Y este juego de sinceridad
y de palabras austeras, repetidas,
no será
un telón cubriendo
una complejidad que no existe,
tapando una bambalina
que tampoco existe?
Si bien puedo no leerles el poema,¿ qué lo borra de mí?
El autor de estos poemas y Héctor Fourcade coordinan en Río Cuarto dos talleres de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), abiertos a todo público, de narrativa y poesía, los miércoles de 20 a 22.
Agua, tiempo
Saciarme de vos
que seas cuenco de una vez
y por todas, Agua.
Ser la mano o la cuerda,
el péndulo, algo que pueda cambiar
el tiempo, tiempo,
esa palabra que no entiendo,
que no me entiende,
que no puedo cambiar, Tiempo.
Agua, Tiempo.
Son líquido.
Arco iris nocturno
Duerme mi cama
en el cuarto menguante.
Si un bostezo fuera el puente
para llevarme
al más extraño arco iris,
no dudaría.
Entonces pienso en bostezo,
entonces en dormir,
en noche.
Dejo de pensar,
imagino.
¿Cómo será un arco iris
en la noche?
No existen,
solamente
porque nadie sale a ver el cielo en la noche,
luego de la batalla de las nubes.
¿Cómo dejar de ser un profesional?
Ahora que soy
un profesional de la poesía,
corro el riesgo
de hacer poemas bien escritos
que no me gusten.
Arbol gris
Era un condenado
que mis manos inocentes
tironeaban;
(la noche en los ojos de un búho
brindaba su plegaria)
la higuera no quería,
lo supe a la mañana,
dejó un arado horrible
aferrándose a la tierra.
Mis manos tironeaban.
No más
la más hermosa.
GRIS, gris.
No tengo estufa
donde honrar
los frutos y la sombra.
Apenas si dejé el tronco
y cuatro ramas,
las grandes.
No lo oigo,
sé que el patito
llora en los rincones;
ahí se volvió más verde.
Cuestión de lógica
El que no cree en Dios
no cree en el amor
el que no en el amor
tampoco en la vida,
en el dolor o la alegría.
O sea: no cree en el verbo,
en la palabra.
Qué triste y peligroso,
un hombre que no cree,
que sólo adjetiva,
sustantiva y califica.
Esto no es cuestión de fe:
es cuestión de lógica.
Consejo
¡Ve a París!
¡ Ve a crecer poeta!
Argumento:
Todos lo hicieron.
¡Crece muchacho, crece!
Aquí todo es llano, todo.
¡Vive, vive!
TODO
PARIS
Todo: el argumento.
En el aeropuerto
algunos parisinos llegaban.
Eso no me detuvo.
París
Me encontré
en una habitación
escribiendo
con las ventanas cerradas.
Estrategias para olvidar
(Las estrategias suelen ser flechas que ya han sido lanzadas)
Escuché tango
para emborrachar al corazón,
y apenas si latió más lento.
Cambio todas las baldosas
de todas las veredas,
siembro azucenas pardas
donde caminábamos,
tiré todo el calzado
por temor a su memoria.
NO ALCANZÓ.
Erguí una nueva ciudad,
pedí a DIOS habitara
los campos
con los animales extinguidos.
Una mañana,
a las que llamaba tarde,
en la cima de la montaña
que palié,
viendo con qué
rellenar el cuenco,
me senté a pensar
un nombre para mi ciudad.
Fue inevitable,
Le puse el tuyo.
Ensalada Alma
Una señora muy aseñorada
decía de un mugrientito:
Toda la tristeza está en sus ojos.
El mugrientito contesta:
Mis ojos son el zaguán del dolor.
En realidad
el mugientito no habló.
Era analfabeto
pero culto en su manera de mirar.
¿Cuándo?
Es probable
que en los próximos treinta poemas
aparezca la palabra todo,
( también ahora que lo sé
que no aparezca).
¿Cuándo fue
que hice o sentí o pensé,
trascendentes mis poemas
para los otros?
¿Es importante que sepan
que la palabra todo
va a estar
en los próximos treinta poemas?
¿Y este juego de sinceridad
y de palabras austeras, repetidas,
no será
un telón cubriendo
una complejidad que no existe,
tapando una bambalina
que tampoco existe?
Si bien puedo no leerles el poema,¿ qué lo borra de mí?
Paquete a la deriva
Por Claudio Rafael Masiero Sauber
Dentro de la pensión, entre paredes turquesas, los rehenes del cansancio o de la fuga, juegan el mismo juego: a imaginar de quién son los pasos que delata la vieja madera en lúgubre pasillo.
Allí se siente estar dentro de una cajita que el olvido arrojó al mar, esta sensación se hace más fidedigna cuando el encargado sube remendar el techo, y los focos, esas gotas que nunca terminan de caer, se mueven tras sus pasos.
Una cajita pequeña a la deriva del mar y de la noche, un paquete envuelto para regalo, que nadie quiere abrir o que nadie quiere ver.
Imagen
Por Claudio Rafael Masiero Sauber
Otoño, eso fue tu mano al tocarme;
abrió una puerta, y Aldea
fue la palabra que aguardaba
inocente como todo lo que empieza.
Aldea tenía en su mano de región ajena
un bolso de cuero marrón gastado.
Cómo abrirlo si apenas me conoce,
las manos sin pedirme permiso
hurgaron
en el bolso gastado:
Una piedra,
cincuenta y nueve centavos,
una tonelada de tierra y ninguna huella,
unas cien cicatrices revueltas en el fondo,
una vida negándoles la piel,
y un montón de etcéteras,
que nada explican
esperando un punto o una coma.
Busco un lugar para ordenar
el pequeño equipaje,
por suerte
(No sé si es suerte si por convocarla viene)
la vereda de la vieja escuela
se quedó dormida
y la sombra la complace.
Aldea sigue sin hablarme,
Yo sigo hurgando.
Viento frustrado
Del mismo autor
He aquí un poema.
Una vez más
le he ganado
al viento.
Los jarrones son jaulas,
los pájaros están muertos
Por Claudio Masiero
Del brocal de las flores
de aquellas
asomarán para salir
las doncellas del aroma.
Eligieron el jardín
aquel
donde las nubes,
regadera imparcial,
vierten en gotas
la profética
y fecunda posibilidad
de que unas manos
esas
las arranquen.
Debe ser por el recurso
inagotable de sentir
que sólo poseyéndolas
la belleza es posible.
¿ Quién dijo
que por estar en otro jardín
no son mías?
¿Quién dijo que por estar
en UN jardín son nuestras?
No imagino lo que sucede con los poemas
que no tienen epígrafes
Por Claudio Masiero
Los poemas
que nunca se volverán a leer,
tienen la particularidad
de transformar sus epígrafes
en epitafios.
¡Claro, esto es
pura suposición!
Por Claudio Rafael Masiero Sauber
Dentro de la pensión, entre paredes turquesas, los rehenes del cansancio o de la fuga, juegan el mismo juego: a imaginar de quién son los pasos que delata la vieja madera en lúgubre pasillo.
Allí se siente estar dentro de una cajita que el olvido arrojó al mar, esta sensación se hace más fidedigna cuando el encargado sube remendar el techo, y los focos, esas gotas que nunca terminan de caer, se mueven tras sus pasos.
Una cajita pequeña a la deriva del mar y de la noche, un paquete envuelto para regalo, que nadie quiere abrir o que nadie quiere ver.
Imagen
Por Claudio Rafael Masiero Sauber
Otoño, eso fue tu mano al tocarme;
abrió una puerta, y Aldea
fue la palabra que aguardaba
inocente como todo lo que empieza.
Aldea tenía en su mano de región ajena
un bolso de cuero marrón gastado.
Cómo abrirlo si apenas me conoce,
las manos sin pedirme permiso
hurgaron
en el bolso gastado:
Una piedra,
cincuenta y nueve centavos,
una tonelada de tierra y ninguna huella,
unas cien cicatrices revueltas en el fondo,
una vida negándoles la piel,
y un montón de etcéteras,
que nada explican
esperando un punto o una coma.
Busco un lugar para ordenar
el pequeño equipaje,
por suerte
(No sé si es suerte si por convocarla viene)
la vereda de la vieja escuela
se quedó dormida
y la sombra la complace.
Aldea sigue sin hablarme,
Yo sigo hurgando.
Viento frustrado
Del mismo autor
He aquí un poema.
Una vez más
le he ganado
al viento.
Los jarrones son jaulas,
los pájaros están muertos
Por Claudio Masiero
Del brocal de las flores
de aquellas
asomarán para salir
las doncellas del aroma.
Eligieron el jardín
aquel
donde las nubes,
regadera imparcial,
vierten en gotas
la profética
y fecunda posibilidad
de que unas manos
esas
las arranquen.
Debe ser por el recurso
inagotable de sentir
que sólo poseyéndolas
la belleza es posible.
¿ Quién dijo
que por estar en otro jardín
no son mías?
¿Quién dijo que por estar
en UN jardín son nuestras?
No imagino lo que sucede con los poemas
que no tienen epígrafes
Por Claudio Masiero
Los poemas
que nunca se volverán a leer,
tienen la particularidad
de transformar sus epígrafes
en epitafios.
¡Claro, esto es
pura suposición!
Periodismo institucional
Espejo de los valores sociales
Por Valeria Caballero, Fundación Cervantes
Generalmente se asocia a los periodistas institucionales con los voceros de un candidato político o con el hombre de prensa, pero rara vez se los identifica como los voceros esenciales de las instituciones.
La segunda acepción resulta más apropiada si se la entiende bien, porque ser portavoz de una institución u organización significa delinear artísticamente las múltiples facetas y aristas que guardan en sus entrañas los diversos organismos sociales. Y son ellos ni más ni menos los que cristalizan los valores, pensamientos e ideas que dibujan cotidianamiente los ciudadanos.
Quizá el periodismo institucional tenga un vínculo mucho más estrecho con la cultura de un pueblo del que cualquiera sea capaz de admitir... Tal vez esté manifestando el control social al que todo ser humano responde inconscientemente.
¿Periodismo institucional?
Por Pablo Amiot Gaspio, Fundación Cervantes
El periodista que se desempeña como tal dentro de una institución siempre tendrá, a la hora de efectuar un relato o de redactar un texto, ciertas prioridades en la construcción de la noticia que condicionarán el concepto de objetividad.
Las personas que están al frente de las instituciones siempre tendrán que enfatizar con mayor ahínco las virtudes por encima de los defectos, si es que estos son expuestos o dados a conocer.
A partir de la afirmación, se genera la duda... ¿es coherente la denominación periodismo institucional?
Por Valeria Caballero, Fundación Cervantes
Generalmente se asocia a los periodistas institucionales con los voceros de un candidato político o con el hombre de prensa, pero rara vez se los identifica como los voceros esenciales de las instituciones.
La segunda acepción resulta más apropiada si se la entiende bien, porque ser portavoz de una institución u organización significa delinear artísticamente las múltiples facetas y aristas que guardan en sus entrañas los diversos organismos sociales. Y son ellos ni más ni menos los que cristalizan los valores, pensamientos e ideas que dibujan cotidianamiente los ciudadanos.
Quizá el periodismo institucional tenga un vínculo mucho más estrecho con la cultura de un pueblo del que cualquiera sea capaz de admitir... Tal vez esté manifestando el control social al que todo ser humano responde inconscientemente.
¿Periodismo institucional?
Por Pablo Amiot Gaspio, Fundación Cervantes
El periodista que se desempeña como tal dentro de una institución siempre tendrá, a la hora de efectuar un relato o de redactar un texto, ciertas prioridades en la construcción de la noticia que condicionarán el concepto de objetividad.
Las personas que están al frente de las instituciones siempre tendrán que enfatizar con mayor ahínco las virtudes por encima de los defectos, si es que estos son expuestos o dados a conocer.
A partir de la afirmación, se genera la duda... ¿es coherente la denominación periodismo institucional?
Impostar: vaya verbo
Sobre la base de “El Arte de la Impostura”[1],
Valeria Caballero se puso a escribir de actualidad nacional
En la actualidad política de nuestro país es posible encontrar mucha impostura, casi diría que las patas que sustentan el sistema político están sostenidas gracias a un sistema basado en la impostura, la simulación y las apariencias.
No es novedad que la sociedad posmoderna reivindica las apariencias, y que el hombre actual busca causar buena impresión y aprobación ajena. Pareciera ser que para entrar en la Matriz y ser cómplice de sus códigos es necesario saber manejar a la perfección “el arte de la impostura”.
Lo mismo sucede con la política, está comprobado que no llega a hacer carrera aquella persona que no “maneje el arte de la impostura”, y sostenga su vida y sus acciones desde la mentira simulada y la ficción del parecer antes que del ser... Cualquier político que conozcamos maneja un discurso (denominado discurso político) que posee ciertas características y competencias para persuadir y resultar convincente ante un auditorio.
Lo preocupante es que, como dice Dolina, la impostura y la mentira se han convertido en un arte, una contraseña para obtener los resultados deseados. Si se trata de aparentar cultura, el cliente tiene a su disposición frases hechas, aforismos brillantes y gestos de suficiencia que abundan. Esto creo que es la coyuntura del sistema político argentina y en consecuencia de quienes lo nutren (la clase política).
En la actualidad económica sucede algo por el estilo. Las políticas económicas tomadas en nuestro país siempre son paliativas, nunca tocan los problemas de fondo, no son estructurales sino circunstanciales. Conforme a lo que designe el Banco Mundial y el FMI nuestro país adapta sus medidas económicas para no abandonar la impostura obsecuente que lo caracteriza. De esa manera, estando a la altura de lo que esperan el Club de París, el G8, Estados Unidos y los fondos que nuclean la economía mundial, Argentina simula ser un país con economía sustentable, que busca afanosamente salir del rótulo de “país con economía emergente” para llamarlo con un eufemismo.
En lo político económico se mixtura por completo esta impostura, porque la economía sin política es un número muerto y la política sin economía no mide consecuencias... Lo cierto es que la simulación, las apariencias y las adaptaciones de lo que uno es a las expectativas eternas construyen sistemas fraudulentos, ajenos a lo real y basados en sostener mentiras que al menos sirvan como “pan y circo” para los ciudadanos.
Y lo más preocupante es que este arte de la impostura resulta exitoso, es altamente legitimado por la sociedad, nos seduce la mentira simulada. ¿Acaso nos gusta creer que las sombras son la realidad? ¿Nos tranquiliza más vivir dispersos porque no nos obliga a pensar y a ser críticos? Quizá la alegoría de Platón sea el resguardo que elegimos para seguir viviendo en el eterno letargo, para seguir enamorados de las sombras y las apariencias que anestesian nuestra existencia...
Situaciones reconocibles
Bruno Natali (Fundación Cervantes) partió del mismo inicio y trazó un camino diferente
Teniendo en cuenta el texto “El arte de la impostura” de Alejandro Dolina, me propuse investigar sobre qué era la impostura y encontré varios conceptos que la definen: La impostura como género pertenece al ilusionismo. Una impostura genera un espejismo, una magia. La impostura es una alucinación bien maquinada, que busca un beneficio personal no necesariamente económico. Todos hemos usado la impostura en algún momento de nuestras vidas. Desde teñirse las canas para parecer más joven, inflar un curriculum, sacar pecho y esconder la panza, fingir que no pasa nada cuando nos hacen esperar, hacerse el importante, poner voz de docto, mostrar seguridad cuando por dentro temblamos de miedo, asistir a un velorio por compromiso, seguir diciendo que somos marxistas cuando en realidad lo que queremos es vivir bien, etc.
Están los impostores, que son los que ejercen la impostura profesionalmente, como el que se hizo pasar por cura, médico, abogado u hombre de una sola mujer. Luego estamos los que la ejercemos de tarde en tarde. Todo es cuestión de grados y es difícil diferenciar al impostor profesional del social.
Luego de leer esto me propuse otro objetivo: encontrar algún acto de impostura en nuestros días y empecé a investigar a nuestro querido gobierno “K”. Navegando en distintos sitios web entré en la página del diario “Perfil” y encontré un artículo muy interesante.
Obituarios: Dos mujeres históricas
Por Irma Geymonat,
Programa Educativo de Adultos Mayores, Universidad Nacional de Río Cuarto
El resonar de la Plaza de Mayo acalló de pronto. El gentío pasó inadvertido, los comercios estaban con las cortinas bajas, la bandera a media asta. ¿Qué pasó? Sólo sé que mi corazón latía agitadamente, un nudo en la garganta trataba de hacer lugar para poder decir la triste noticia de que Eva Duarte dejaba este mundo.
Ayer sentí el sol más cálido, al atardecer sus reflejos eran hilos de oro sobre el horizonte. La lluvia más esplendorosa, casi hasta el sonido de los pájaros más dulce.
¿Saben por qué? El alma de la Madre Teresa de Calcuta entraba al cielo.
Aforismos
Por Claudio R. Masiero Sauber
-Un médico forense es un morboso con acceso, avalado por la justicia y la ciencia.
-Los buenos poemas no existen, siempre lastiman a alguien.
-El pobre se quedó sin el pan y sin la torta. ¡Claro! Era celíaco y diabético.
-Si fuéramos piojos y el mundo tuviera manos y el universo una farmacia abierta las 24 hs. ¿El mundo compraría nouposite?
-Con mi psicólogo nos tratábamos de colegas. ¡Claro! Ambos éramos grandes fumadores.
-Algunos hacen leña del árbol caído, otros vuelven a plantar los gajos.
[1] Dolina, Alejandro. Crónicas del Angel Gris. Colihue, 1999, Buenos Aires.
¿Qué se hace?
-Cuando tu hijo llora desconsolado el descenso de su equipo.
-Cuando te pescan copiando.
-Cuando tenés que dar un discurso y no te sale.
-Cuando tenés un nudo en la garganta.
-Cuando te avisan que la empresa reduce el personal.
Sendero
De las distintas alternativas, ninguna lo convencía mucho.
De los diferentes futuros, ninguno lo despertaba.
De las variadas posibilidades, la inercia le copaba la parada.
Pidió ayuda.
Lo ayudaron.
Fue al frente.
Dejó atrás la siesta y caminó rumbo a los sueños.
Que nadie crea que llegó sin caídas.
Que nadie piense que llegó sin dificultad.
Que nadie suponga que alegría fue lo único que sintió.
Que nadie considere que es imposible.
“Si pude yo, entonces vos también”, dijo y fue a buscar la llave del auto.
¿Caja boba? No en este caso
Un programa de TV para el archivo, jamás para el depósito
“Vulnerables” (canal Volver, jueves de 22 a 23) continúa sus bellas invitaciones a reflexionar acerca de relaciones humanas. Las historias, las actuaciones, la musicalización, el vestuario, los planos... todo se conjuga para levantarse de la silla a veces cansado o meditabundo -algunas situaciones pegan en el ojo- pero siempre contento por tanto talento hecho programa de televisión.
Lo que el lector puede encontrar en los próximos 7 subtítulos es parte del capítulo del jueves 10 de julio de 2008.
-Cuando tu hijo llora desconsolado el descenso de su equipo.
-Cuando te pescan copiando.
-Cuando tenés que dar un discurso y no te sale.
-Cuando tenés un nudo en la garganta.
-Cuando te avisan que la empresa reduce el personal.
Sendero
De las distintas alternativas, ninguna lo convencía mucho.
De los diferentes futuros, ninguno lo despertaba.
De las variadas posibilidades, la inercia le copaba la parada.
Pidió ayuda.
Lo ayudaron.
Fue al frente.
Dejó atrás la siesta y caminó rumbo a los sueños.
Que nadie crea que llegó sin caídas.
Que nadie piense que llegó sin dificultad.
Que nadie suponga que alegría fue lo único que sintió.
Que nadie considere que es imposible.
“Si pude yo, entonces vos también”, dijo y fue a buscar la llave del auto.
¿Caja boba? No en este caso
Un programa de TV para el archivo, jamás para el depósito
“Vulnerables” (canal Volver, jueves de 22 a 23) continúa sus bellas invitaciones a reflexionar acerca de relaciones humanas. Las historias, las actuaciones, la musicalización, el vestuario, los planos... todo se conjuga para levantarse de la silla a veces cansado o meditabundo -algunas situaciones pegan en el ojo- pero siempre contento por tanto talento hecho programa de televisión.
Lo que el lector puede encontrar en los próximos 7 subtítulos es parte del capítulo del jueves 10 de julio de 2008.
Interés
-Rita, qué gusto verte -dice el licenciado Guillermo Segura (Jorge Marrale) al ver a la colega psicóloga que encarna Roxana Berco.
Escenas después, Guillermo está frente al espejo, cepillo en mano, peinado como jamás se lo ve en la terapia grupal.
A la puerta de la habitación se asoma Lucas, su hijo. Algo le pregunta y escucha:
“Es un reencuentro con una compañera de estudios (...) No es mi novia”.
Lucas no come vidrio. Su padre confiesa: “Es una persona que me interesa”.
Palabras y silencios
Guillermo es invitado a dar un seminario para los alumnos de Psicología a cargo de Rita. Se quedan charlando. En eso llega Martín (Nicolás Cabré), uno de los estudiantes.
-¿Qué pasa, Martín? -preguntó ella.
-Lo quería felicitar, doctor Segura.
El luce contento.
Ella lo nota:
-Estás hinchado de placer, Guillermo.
-Lo que pasa es que es lindo recibir mimos y yo últimamente no los vengo recibiendo.
(...)
-Bueno, gracias por participar.
-No, gracias a vos por invitarme -dice él, mientras un plano corto muestra cara de ¿por qué no me animé a ofrecerle un café?
Es lindo el aire libre
Martín hace poco se fue de su casa. No se llevaba bien con Leopoldo, su padre (Alfredo Alcón), quien vive de los restos de la fortuna que perdió en el juego.
Dialogan.
-Cuando venís así, de golpe, me da mala espina.
-Hace mucho que no nos vemos. No quiero que te dé mala espina (...) Qué raro que vos, siendo una persona a la que le fascina tanto el azar, te pongas nervioso conmigo ante el primer imprevisto. Es raro.
-Vos no sos el azar, vos sos hijo mío. ¿Entendés? Es muy distinto. Bueno, me están esperando en la peluquería, así que me voy.
Acto seguido, Leopoldo se levanta del banco de la plaza en que atendió a su hijo.
Soltate[1]
Habla Cecilia (Soledad Villamil) en sesión de terapia grupal. Leopoldo, hasta entonces aferrado a bromas desde las que no revelaba su angustia ni se comprometía con sus compañeros, comenta:
-Yo no sé si ella está o no caliente con el obrerito ese, pero me parece que le está dando demasiada importancia a una estupidez y eso es feo.
-¿Por qué? ¿Qué es feo? -se enoja Cecilia.
-Es feo darle vueltas y vueltas a una estupidez... Perdoname, te lo voy a decir: eso es cosa de señora vieja que se entretiene con lo primero que le cae en las manos. Es un papelón, ¿qué querés que te diga? Es penoso eso, un bochorno absoluto.
Tres por uno = solos
La charla con Cecilia prosigue. “Los dos tenemos un miedo terrible de que los otros se den cuenta de que estamos muy solos”, siente en voz alta Leopoldo en la sesión del grupo que también integran Roberto (Alfredo Casero), Jimena (Inés Estévez) y Gonzalo (Damián De Santo).
Luego se ven tomas de las casas de él, de ella y de Guillermo, el terapeuta.
Leopoldo toma algo y reparte cartones de lotería a distintos lugares de la mesa frente a la cual está solo.
Cecilia camina, se sienta y se sirve un trago.
Guillermo está en la cama, con los ojos abiertos.
Tenemos que hablar
Capítulos atrás, Leopoldo se sienta en un banco y ensaya lo que le dirá a su hijo, Martín. Cuando se encuentran, empieza.
“No puedo”, expresa y se empieza a reír. “No puedo”, vuelve a pronunciar, ahora al borde de la carcajada. Su hijo se va mientras él se ríe cada vez más del padre que segundos antes había tratado de ser y de lo aburrido que considera a su hijo.
Esta vez, hacia el final del capítulo, Leopoldo va a la facultad. Martín se sorprende. Leopoldo saca un reloj que había estado viendo la noche en la que jugó solo a la lotería y se lo entrega.
Martín se sorprende más:
-Esto era del abuelo.
-Y debe estar revolviéndose en la tumba, pero a mí siempre me gustó desobedecerlo -responde Leopoldo.
Trascartón, le da un beso a Martín, le dice “chau” y se va.
Noticiero
Guillermo camina al lado de Rita. Explica que la fue a ver antes del próximo seminario de Psicología porque en el último se quedó sin contarle que su mundo es distinto del de hace varios años, a tal punto que está separado y que su hijo tiene “veinte kilos de sobrepeso” y “repitió séptimo grado”.
-Mi marido es un psicoanalista cada vez más exitoso, pero ya no es mi marido -contesta ella-. Te lo digo porque a lo mejor podés incorporar esto a todo lo nuevo que te anda pasando.
Dicho esto, Rita pega media vuelta, se va caminando y la voz de John Lennon en “Mind games” cierra otra obra de arte semanal de “Vulnerables”.
Heterodoxia
¡Qué nutricionista ni ocho cuartos!
Algunos sostienen que lo mejor es la rigurosa aplicación de cuanto método científico anda por ahí. Otros sostienen que el fútbol es un estado de ánimo.
Notación para integrantes del primer grupo: lo que leerán es cierto y les puede hacer mal.
Apunte para los miembros del segundo: a disfrutar con este extracto de la nota “Platense grita siempre al final”, que en el ejemplar de la revista deportiva El Gráfico del 25 de diciembre de 1984 recorre históricas salvaciones del descenso de este equipo uno de cuyos hinchas ilustres era el tanguero Roberto Goyeneche.
Hay momentos duros. Momentos durísimos. Momentos para desearle al enemigo. Por ejemplo, tener que disputar un torneo de 4 equipos sabiendo que únicamente el que salga primero evitará el descenso de categoría. A Platense le tocó en 1979. Compartió la angustia con Gimnasia de La Plata, Chacarita y Atlanta.
Osvaldo Viara, entonces preparador físico de Platense, les contó a los periodistas Daniel Arcucci y Adrián Maladesky detalles de la preparación:
“Nos encerramos 42 días en Ezeiza. Trabajamos a fondo y bien pudimos escribir un libro sobre las cábalas. La del Polaco Cap (entrenador), que armó ese equipo, de ir a todos los partidos con una valija que compró durante el Mundial de Alemania, con un pizarrón adentro que jamás usaba. También la de hacerlo ingresar a Sánchez Sotelo en los últimos minutos. La de Gianetti y Ginanni, cambiándose los números de las camisetas, porque desde antes del primer triunfo con Atlanta las tenían cambiadas por equivocación y hubo que seguir así. Y lo que llamábamos la tónica de las comidas. ¿Cómo era? Comer de todo y en cantidad. Para eso habíamos llevado una cocinera que preparaba desde guisos hasta lechones a la parrilla. El único que se volvía loco era el médico, Jorge Suárez, porque las dietas no existían. Eso sí, el equipo ganaba y no hubo una sola queja”.
[1] Al lector joven: hace alrededor de 20 años, una publicidad del champú sugería: “Soltate con Wellapon, soltate; soltate el pelo con Wellapon”.
Apunte para los miembros del segundo: a disfrutar con este extracto de la nota “Platense grita siempre al final”, que en el ejemplar de la revista deportiva El Gráfico del 25 de diciembre de 1984 recorre históricas salvaciones del descenso de este equipo uno de cuyos hinchas ilustres era el tanguero Roberto Goyeneche.
Hay momentos duros. Momentos durísimos. Momentos para desearle al enemigo. Por ejemplo, tener que disputar un torneo de 4 equipos sabiendo que únicamente el que salga primero evitará el descenso de categoría. A Platense le tocó en 1979. Compartió la angustia con Gimnasia de La Plata, Chacarita y Atlanta.
Osvaldo Viara, entonces preparador físico de Platense, les contó a los periodistas Daniel Arcucci y Adrián Maladesky detalles de la preparación:
“Nos encerramos 42 días en Ezeiza. Trabajamos a fondo y bien pudimos escribir un libro sobre las cábalas. La del Polaco Cap (entrenador), que armó ese equipo, de ir a todos los partidos con una valija que compró durante el Mundial de Alemania, con un pizarrón adentro que jamás usaba. También la de hacerlo ingresar a Sánchez Sotelo en los últimos minutos. La de Gianetti y Ginanni, cambiándose los números de las camisetas, porque desde antes del primer triunfo con Atlanta las tenían cambiadas por equivocación y hubo que seguir así. Y lo que llamábamos la tónica de las comidas. ¿Cómo era? Comer de todo y en cantidad. Para eso habíamos llevado una cocinera que preparaba desde guisos hasta lechones a la parrilla. El único que se volvía loco era el médico, Jorge Suárez, porque las dietas no existían. Eso sí, el equipo ganaba y no hubo una sola queja”.
[1] Al lector joven: hace alrededor de 20 años, una publicidad del champú sugería: “Soltate con Wellapon, soltate; soltate el pelo con Wellapon”.
El corazón da razones...
“Con ésta ascendimos”.
Andá a decirle algo. El pibe no iba a escuchar que la superstición en nada ayuda al desempeño de los futbolistas. Apenas si tenía oídos para la voz de su esperanza: que Los Andes se salvara del descenso esa tarde de sábado 17 de junio de 1995 así como había ascendido un domingo al mediodía del año anterior en que él llevaba esa misma campera.
Y andá a decirle algo ahora, después de una tarde memorable en la que Los Andes le ganó a All Boys, escuchó por radio un gol sobre la hora de Quilmes a Italiano y supo que seguía en la máxima división del fútbol de ascenso. Como bien lo gritó la voz del estadio: “¡Los Andes es Nacional!”.
Hay gente zonza
La revista El Gráfico cuenta en su edición 3809 que “un 24 de setiembre de 1983”, Andoni Goikotxea (alias Goiko), futbolista de Athletic Bilbao, le destrozó el tobillo izquierdo a Diego Maradona, entonces jugador de Barcelona.
La misma publicación señala que el 3 de agosto de 1992, Diego Maradona, ahora en Sevilla, visitó Bilbao y “recibió con gusto el apretón de manos de Andoni Goikotxea”.
Años después de ser víctima de una acción brutal, Maradona fue capaz de disculpar.
Años después de ejecutar una brutalidad, Goikotxea fue capaz de pedir disculpas.
El día después, domingo 4 de agosto de 1992, Maradona jugó en el estadio San Mamés, casa del Athletic Bilbao, y sufrió “una entrada terrible de Lakabeg en su tobillo derecho”. Como consecuencia, “giró en el aire y cayó sobre el césped, en un movimiento dramáticamente memorable. La reacción de la gente no pudo ser peor: ‘¡Goiko, Goiko!’, estalló el San Mamés”.
Vaya situación: en un sábado de gloria para la convivencia, agresor y agredido hacen las paces. El domingo, unos cuantos zonzos, a grito pelado, deciden que nunca es tarde para ratificar la violencia.
El ejercicio es salud
A partir de la expresión “Al amigo no lo busques perfecto, búscalo amigo”,
Cintia Arighini (IPEM 252) escribió este texto
Con el tiempo aprendes que las buenas amistades continúan creciendo a pesar de las distancias y que no importa qué es lo que tienes, sino a quiénes tienes en la vida, y que los buenos amigos son la familia que nos permitimos elegir.
Entonces es cuando te das cuenta de que no es necesario cambiar de amigos, si estamos dispuestos a aceptar que los amigos cambian.
Si realmente puedes aceptar los defectos y virtudes de tus amigos, considérate buen amigo.
¡Maldición, ahora te hacés ver!
Un buen día apareció. No se salvó de que la insultaran, la miraran feo, la hicieran a un lado. Le recordaron que ya la habían reemplazado y que no servía en absoluto.
Nada respondió la llave extraviada dos días atrás.
Frases y películas
En uno de sus cuentos, Julio Cortázar dice: “Pasa que los cronopios no quieren tener hijos porque lo primero que hace un cronopio recién nacido es insultar groseramente a su padre, en quien oscuramente ve la acumulación de desdichas que un día serán suyas”.
Pavada de expresión. Como para pensar en la socialización primaria, en aquello de que la habituación restringe las opciones y vaya uno a saber cuántos otros conceptos de ciencias sociales.
Pavada de expresión. Como para recordar esa gema del cine que es “La Tregua”, que con la dirección de Sergio Renán regaló escenas memorables por doquier. Por ejemplo, cuando el personaje encarnado por Carlos Brandoni le dice a su padre (Héctor Alterio): “Te miro y veo un espejo que adelanta”. Sentía que su padre, correcto oficinista, hacía bien su tarea, claro que no era feliz. Y sufría porque a él le pasaba lo mismo.
Pavada de expresión. Como para evocar la entrañable “Los Fabulosos Baker Boys”, en la que el personaje de Jeff Bridges le confiesa al interpretado por Beau Bridges (su hermano en la vida real y en la película) que desde hace 13 años, lo único que lo mantiene animado en el escenario es saber que al rato se bajará. Tocaba bien el piano, vaya si era diestro, mas no era feliz. Salvo cuando se metía en un barcito donde no era uno de Los Fabulosos Baker Boys sino él mismo.
Tiempo y chances de cambio
Si alguien tiene que rendir un examen de Física, por favor no hable del tiempo en los términos que se consignarán entre comillas.
En el caso de que alguien deba decir en Lengua si reloj es sustantivo, adjetivo, pronombre o adverbio, tenga a bien evitar esta frase entrecomillada de Julio Cortázar[1].
“Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan”.
En otro de los cuentos se lee:
“No creas que el teléfono va a darte los números que buscas. ¿Por qué te los daría? Solamente vendrá lo que tienes preparado y resuelto, el triste reflejo de tu esperanza, ese mono que se rasca sobre una mesa y tiembla de frío. Rómpele la cabeza a ese mono, corre desde el centro de la pared y ábrete paso (...)
Cuando abra la puerta y me asome a la escalera, sabré que abajo empieza la calle; no el molde ya aceptado, no las casas ya sabidas, no el hotel de enfrente; la calle, la viva floresta donde cada instante puede arrojarse sobre mí como una magnolia, donde las caras van a nacer cuando las mire, cuando avance un poco más, cuando con los codos y las pestañas y las uñas me rompa minuciosamente contra la pasta del ladrillo de cristal, y juegue mi vida mientras avanzo paso a paso para ir a comprar el diario a la esquina”.
[1] El editor de Qué Sentimos no es lector de Cortázar. Llegó a sus Cuentos Completos -y los leyó por media hora nomás- una vez que no estaban los libros de Alejandro Dolina en la biblioteca de una escuela.
“Con ésta ascendimos”.
Andá a decirle algo. El pibe no iba a escuchar que la superstición en nada ayuda al desempeño de los futbolistas. Apenas si tenía oídos para la voz de su esperanza: que Los Andes se salvara del descenso esa tarde de sábado 17 de junio de 1995 así como había ascendido un domingo al mediodía del año anterior en que él llevaba esa misma campera.
Y andá a decirle algo ahora, después de una tarde memorable en la que Los Andes le ganó a All Boys, escuchó por radio un gol sobre la hora de Quilmes a Italiano y supo que seguía en la máxima división del fútbol de ascenso. Como bien lo gritó la voz del estadio: “¡Los Andes es Nacional!”.
Hay gente zonza
La revista El Gráfico cuenta en su edición 3809 que “un 24 de setiembre de 1983”, Andoni Goikotxea (alias Goiko), futbolista de Athletic Bilbao, le destrozó el tobillo izquierdo a Diego Maradona, entonces jugador de Barcelona.
La misma publicación señala que el 3 de agosto de 1992, Diego Maradona, ahora en Sevilla, visitó Bilbao y “recibió con gusto el apretón de manos de Andoni Goikotxea”.
Años después de ser víctima de una acción brutal, Maradona fue capaz de disculpar.
Años después de ejecutar una brutalidad, Goikotxea fue capaz de pedir disculpas.
El día después, domingo 4 de agosto de 1992, Maradona jugó en el estadio San Mamés, casa del Athletic Bilbao, y sufrió “una entrada terrible de Lakabeg en su tobillo derecho”. Como consecuencia, “giró en el aire y cayó sobre el césped, en un movimiento dramáticamente memorable. La reacción de la gente no pudo ser peor: ‘¡Goiko, Goiko!’, estalló el San Mamés”.
Vaya situación: en un sábado de gloria para la convivencia, agresor y agredido hacen las paces. El domingo, unos cuantos zonzos, a grito pelado, deciden que nunca es tarde para ratificar la violencia.
El ejercicio es salud
A partir de la expresión “Al amigo no lo busques perfecto, búscalo amigo”,
Cintia Arighini (IPEM 252) escribió este texto
Con el tiempo aprendes que las buenas amistades continúan creciendo a pesar de las distancias y que no importa qué es lo que tienes, sino a quiénes tienes en la vida, y que los buenos amigos son la familia que nos permitimos elegir.
Entonces es cuando te das cuenta de que no es necesario cambiar de amigos, si estamos dispuestos a aceptar que los amigos cambian.
Si realmente puedes aceptar los defectos y virtudes de tus amigos, considérate buen amigo.
¡Maldición, ahora te hacés ver!
Un buen día apareció. No se salvó de que la insultaran, la miraran feo, la hicieran a un lado. Le recordaron que ya la habían reemplazado y que no servía en absoluto.
Nada respondió la llave extraviada dos días atrás.
Frases y películas
En uno de sus cuentos, Julio Cortázar dice: “Pasa que los cronopios no quieren tener hijos porque lo primero que hace un cronopio recién nacido es insultar groseramente a su padre, en quien oscuramente ve la acumulación de desdichas que un día serán suyas”.
Pavada de expresión. Como para pensar en la socialización primaria, en aquello de que la habituación restringe las opciones y vaya uno a saber cuántos otros conceptos de ciencias sociales.
Pavada de expresión. Como para recordar esa gema del cine que es “La Tregua”, que con la dirección de Sergio Renán regaló escenas memorables por doquier. Por ejemplo, cuando el personaje encarnado por Carlos Brandoni le dice a su padre (Héctor Alterio): “Te miro y veo un espejo que adelanta”. Sentía que su padre, correcto oficinista, hacía bien su tarea, claro que no era feliz. Y sufría porque a él le pasaba lo mismo.
Pavada de expresión. Como para evocar la entrañable “Los Fabulosos Baker Boys”, en la que el personaje de Jeff Bridges le confiesa al interpretado por Beau Bridges (su hermano en la vida real y en la película) que desde hace 13 años, lo único que lo mantiene animado en el escenario es saber que al rato se bajará. Tocaba bien el piano, vaya si era diestro, mas no era feliz. Salvo cuando se metía en un barcito donde no era uno de Los Fabulosos Baker Boys sino él mismo.
Tiempo y chances de cambio
Si alguien tiene que rendir un examen de Física, por favor no hable del tiempo en los términos que se consignarán entre comillas.
En el caso de que alguien deba decir en Lengua si reloj es sustantivo, adjetivo, pronombre o adverbio, tenga a bien evitar esta frase entrecomillada de Julio Cortázar[1].
“Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan”.
En otro de los cuentos se lee:
“No creas que el teléfono va a darte los números que buscas. ¿Por qué te los daría? Solamente vendrá lo que tienes preparado y resuelto, el triste reflejo de tu esperanza, ese mono que se rasca sobre una mesa y tiembla de frío. Rómpele la cabeza a ese mono, corre desde el centro de la pared y ábrete paso (...)
Cuando abra la puerta y me asome a la escalera, sabré que abajo empieza la calle; no el molde ya aceptado, no las casas ya sabidas, no el hotel de enfrente; la calle, la viva floresta donde cada instante puede arrojarse sobre mí como una magnolia, donde las caras van a nacer cuando las mire, cuando avance un poco más, cuando con los codos y las pestañas y las uñas me rompa minuciosamente contra la pasta del ladrillo de cristal, y juegue mi vida mientras avanzo paso a paso para ir a comprar el diario a la esquina”.
[1] El editor de Qué Sentimos no es lector de Cortázar. Llegó a sus Cuentos Completos -y los leyó por media hora nomás- una vez que no estaban los libros de Alejandro Dolina en la biblioteca de una escuela.
Feliz cábala
“Me parece que conmigo va a pasar algo”, les dijo a sus amigos después de excusarse de contarles “porque si me pongo hablo tres horas”.
Ellos se preguntaron qué sería. Lo vieron animado.
El recordaba haber leído la frase. Quizás de boca del Loco Gatti y de las manos de Natalio Gorín en la revista El Gráfico.
Tuvo suerte los días siguientes y sus amigos no volvieron sobre el tema.
El quería, pero de tanto hablar de la felicidad inminente que no deja de serlo había pasado a creer que la felicidad se escurría cuando la nombraban.
Le costó pero se calló. Y tocó el cielo con las manos. Tan seguro está de que todo seguirá bien que a lo mejor mañana piense si se lo cuenta a su mejor amigo.
Para más adelante
En “La Paciencia del Relojero” (cuento de Jorge Fernández Díaz), un hombre espera 25 años para reencontrar el gran amor, postergado por sus respectivos cónyuges.
¿Qué estaremos postergando en nuestras vidas en nombre de qué formalidades?
El agua de la tristeza
Ellos se preguntaron qué sería. Lo vieron animado.
El recordaba haber leído la frase. Quizás de boca del Loco Gatti y de las manos de Natalio Gorín en la revista El Gráfico.
Tuvo suerte los días siguientes y sus amigos no volvieron sobre el tema.
El quería, pero de tanto hablar de la felicidad inminente que no deja de serlo había pasado a creer que la felicidad se escurría cuando la nombraban.
Le costó pero se calló. Y tocó el cielo con las manos. Tan seguro está de que todo seguirá bien que a lo mejor mañana piense si se lo cuenta a su mejor amigo.
Para más adelante
En “La Paciencia del Relojero” (cuento de Jorge Fernández Díaz), un hombre espera 25 años para reencontrar el gran amor, postergado por sus respectivos cónyuges.
¿Qué estaremos postergando en nuestras vidas en nombre de qué formalidades?
El agua de la tristeza
Todavía me acuerdo. Tal vez me equivoque. Camisa azul con pintitas blancas. No recuerdo haberle prestado el abrigo en la fría madrugada.
Todavía me acuerdo. Lloré. Ya lo creo. Hay victorias que no tapan malas nuevas.
Todavía me acuerdo. Me quedé al costado.
Todavía me acuerdo. El promotor me avisó de la muerte de mi amigo justo el día de mi egreso, días después del cual me fui de vacaciones y vi su imagen en el agua del río que se me iba una y otra vez.
Todavía me acuerdo. Lloré. Ya lo creo. Hay victorias que no tapan malas nuevas.
Todavía me acuerdo. Me quedé al costado.
Todavía me acuerdo. El promotor me avisó de la muerte de mi amigo justo el día de mi egreso, días después del cual me fui de vacaciones y vi su imagen en el agua del río que se me iba una y otra vez.
(Basado en lo que sufrió Víctor Galíndez en su noche más grande como boxeador, cuando
tras su épica victoria sobre Richie Kates se enteró de la muerte de su amigo
Oscar “Ringo” Bonavena)
Esperá si podés
Dependía de un informe.
Pensaba que no sería la última ni la peor de las esperas. No le mejoraba el ánimo, tampoco se lo empeoraba.
No era cualquier espera. Después no iba a ser cualquier después.
¿Cuánto falta para ese informe?
Pensaba que no sería la última ni la peor de las esperas. No le mejoraba el ánimo, tampoco se lo empeoraba.
No era cualquier espera. Después no iba a ser cualquier después.
¿Cuánto falta para ese informe?
Reloj, marcá las horas
A veces la gente pone el despertador convencida de que levantarse será difícil, pero hermoso. No hay garantías de cómo será el día. Dicho de otro modo: después de un grandioso despertar puede sobrevenir un desastre.
Y la gente va, empujada por la esperanza, por la dicha que provoca imaginar la dicha, por los ojos de la dicha, por la mirada de la dicha, por el alma de la dicha.
Elecciones
Podés elegir si la tercera es la vencida o si no hay dos sin tres.
Podés elegir si evitás respuestas “no positivas” o te abrazás a soñadas afirmativas.
Podés elegir si te escribís con I de inercia o con C de cambio.
Podés elegir si acompañás a la incertidumbre o te quedás solo con el aburrimiento.
Votar es inevitable. ¡Suerte!
Práctico de Metodología
“Arriesguen”, dijo la profesora a sus calculadores alumnos frente a una pregunta difícil.
“Arriesguen”, les pidió, para que fueran ellos y no eco.
“Arriesguen”, les sugirió, sin explicitar que hay ejercicios que cabalmente representan la vida.
De Soraya a Julieta
“De repente hay en mi vida...”
El ejercicio consistía en completar la frase,
a solicitud de un alumno que pedía
vincular el conocimiento a canciones
del gusto de los chicos.
Julieta miró a la profesora. La siguió mirando.
Después escribió:
“Lo que hay en mi vida es, bueno, si no estuviera haciendo un práctico escolar diría que lo que hay es un quilombo de padre y señor nuestro. Pero también es cierto que es de esas situaciones que a una a las 3 la perturban, a las 3 y 5 la entusiasman y así en oscilaciones que no hay montaña rusa que valga. ‘Quisiera que esto no me pasara’ escribí el otro día en el celular, aunque me parece que lo que no quiero no es lo que me pasa sino el peso de la decisión que implica.
No sé, pero a veces siento que pido cosas pero me da miedo extender la mano una vez que el destino o sus representantes me las ofrecen”.
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