Un autor alertaba acerca de los eufemismos, expresiones con aspecto inocente que a menudo encubren acciones que van de lo indecoroso a lo criminal. Ilustraba el peligro de hacerse eco de las denominadas limpiezas étnicas, que son matanzas a quienes son o parecen distintos.
El español consignaba que bajo la palabra limpieza, pieza clave de la salud corporal, quedaban ocultos los delitos. Como si en un baile de disfraces, Al Capone se hubiera vestido de Madre Teresa de Calcuta.
Es equivalente lo que pasa con el término juego. Asociado a la infancia, a lo pasatista, a lo que no admite culpa, es el atajo hacia acciones que tendrían que causar remordimiento o, mejor aun, omisión. Ejemplo: Nazarena Velez toca sin usar las manos la espalda de Gerardo Sofovich. Enterada de que eso enoja a una ex esposa del conductor, alega que se trataba de un juego televisivo. Tema resuelto sin pasar por la incomodidad del arrepentimiento ni la humildad de la disculpa.
De manera análoga se escucha a dirigentes y a otros votantes justificar agravios. "Es el juego de la política", explican respecto de por qué acusan a opositores de lo que ellos mismos saben que no han cometido.
Flaco favor a la democracia el de quienes atacan con el eufemismo del juego.