8/7/12


Respuesta desconocida

En una plaza de Londres hay una escultura verde esmeralda de la cabeza de un caballo. Solo la cabeza, boca contra el piso a noventa grados del suelo, con un ancho cercano a los tres metros y un alto de tal vez 8.
El artista no debe saber todo el bien que hizo y sigue haciendo su obra, sobre todo si quienes visitan el lugar ignoran su nombre y con más razón la forma de contactarlo para agradecerle.
Algo equivalente les sucede a menudo a los padres, que de sus hijos reciben quejas, gestos de fastidio o silencios. Los docentes, los preparadores físicos de un equipo de fútbol y muchas otras personas pasan por lo mismo: hacer lo correcto sin gratitud a cambio. Esto importa, sobre todo en los momentos amargos. Por suerte no importa tanto como la grandeza de lo realizado.