Carnaval mercedario
Sábado a la tarde. Calor de fin de año y fuego esperanzador: el triunfo sobre Independiente Dolores de General Cabrera y la derrota de Municipal como local ante Talleres de Las Acequias en la penúltima fecha le dan a Alberdi la chance que quince días atrás parecía inexistente: ganar el cásico y clasificar al torneo Interligas.
El 4-1 frente a Independiente había tenido, aparte el buen juego, los toques pintorescos de costumbre, entre ellos el vecino. Era un hombre de unos 35 años que veía gratis el partido asomado al paredón y matizaba sus múltiples insultos al árbitro con bromas, como cuando ante una mala jugada que lo fastidió le gritó "tirate de los pelos" al técnico visitante, Miguel Díaz, un doble de Kojak que se dio vuelta y pagó a las risas la humorada.
Volviendo a casa, Adrián Ramírez y su padre se encuentran con El Charly, un hincha de Alberdi que venía de la cancha de Municipal con la noticia esperada: derrota local, igualdad en el primer puesto y pasaporte al Interligas en caso de ganar el clásico la semana siguiente.
Como pocas veces, se veían las parejitas. Por cada jugador de Alberdi, uno de Municipal y viceversa. Nadie daba ventajas, había mucho en juego.
En el segundo tiempo, Cacho Pereyra, número 10 mercedario con pasado en Atenas, hizo el gol del 1-0 final para Alberdi. Victoria en el clásico barrial y carnaval en la franja que hay entre la tribuna y el alambrado.
Un blog variopinto, con textos ligados a pensamientos, sensaciones, descripciones, narraciones, sentimientos, ocurrencias y reflexiones sobre temas periodísticos sin correr tras primicias. Miradas acerca de lo que nos pasa, lo que nos gustaría, lo que perdimos y lo que soñamos.
29/12/15
26/12/15
Ecos de un diario impuro
"Cuando en los anuncios de coches no mienten, callan", sentencia uno de los personajes de "Número cero", libro en el cual Umberto Eco desliza estrategias de diarios para publicar lo que vende, coincida o no con la verdad.
Aun a riesgo de perderse en laberintos de intrigas, el lector puede descubrir frases como para sonar bien en un examen de metodología de la investigación o para abrir debates sobre periodismo y educación. Algunas, debajo:
-Un dato, por sí solo, no dice nada; todos juntos te hacen comprender lo que no se apreciaba a primera vista. Hay que desentrañar lo que intentan esconderte.
-La ciencia también miente.
Ah, la libertad de expresión... Ah, la objetividad...
Umberto Eco desanima a quienes aún suspiran contentos ante las ideas del comienzo. Habla el mandamás de una publicación:
-Ya sé que se ha pontificado mucho sobre el hecho de que los diarios escriben siempre obrero del sur agrede a compañero de trabajo y jamás obrero del norte agrede a compañero de trabajo (...) Estamos en un diario que se publica en Milán, no en Catania, y debemos tener en cuenta la sensibilidad de un lector milanés.
-En lugar de pregonar datos que alguien podría cotejar, siempre es mejor limitarse a insinuar. Insinuar no significa decir algo preciso, sirve solo para arrojar una sombra de sospecha sobre el desmentidor.
Poder de decisión
-¿Usted dice que deberíamos comprobar que cada artículo le guste al Commendatore? -preguntó Cambria, especializado como de costumbre en preguntas tontas.
-A la fuerza -repuso Simei-, es nuestro accionista de referencia, como suele decirse.
Simei, el director del periódico en torno del cual versa el libro "Número cero", también daba al personal consejos como éste: "Tengan en cuenta que hoy en día, para rebatir una acusación, no es necesario probar lo contrario, basta deslegitimar al acusador".
Los lectores prejuiciosos e intolerantes son cómplices. Una prueba: a un juez intachable se trataba de dañarlo contando que "comía en un restaurante chino. Con palitos".
Dada la descripción, esta conclusión:
-Espléndido -dijo Simei-, nuestro lector no va a restaurantes chinos, quizá donde vive no los hay, y jamás soñaría con comer con palitos como un salvaje. ¿Por qué este individuo frecuenta ambientes chinos, se preguntará el lector? ¿Por qué, si es un magistrado serio, no come fideos o espaguetis como todo el mundo?
"Cuando en los anuncios de coches no mienten, callan", sentencia uno de los personajes de "Número cero", libro en el cual Umberto Eco desliza estrategias de diarios para publicar lo que vende, coincida o no con la verdad.
Aun a riesgo de perderse en laberintos de intrigas, el lector puede descubrir frases como para sonar bien en un examen de metodología de la investigación o para abrir debates sobre periodismo y educación. Algunas, debajo:
-Un dato, por sí solo, no dice nada; todos juntos te hacen comprender lo que no se apreciaba a primera vista. Hay que desentrañar lo que intentan esconderte.
-La ciencia también miente.
Ah, la libertad de expresión... Ah, la objetividad...
Umberto Eco desanima a quienes aún suspiran contentos ante las ideas del comienzo. Habla el mandamás de una publicación:
-Ya sé que se ha pontificado mucho sobre el hecho de que los diarios escriben siempre obrero del sur agrede a compañero de trabajo y jamás obrero del norte agrede a compañero de trabajo (...) Estamos en un diario que se publica en Milán, no en Catania, y debemos tener en cuenta la sensibilidad de un lector milanés.
-En lugar de pregonar datos que alguien podría cotejar, siempre es mejor limitarse a insinuar. Insinuar no significa decir algo preciso, sirve solo para arrojar una sombra de sospecha sobre el desmentidor.
Poder de decisión
-¿Usted dice que deberíamos comprobar que cada artículo le guste al Commendatore? -preguntó Cambria, especializado como de costumbre en preguntas tontas.
-A la fuerza -repuso Simei-, es nuestro accionista de referencia, como suele decirse.
Simei, el director del periódico en torno del cual versa el libro "Número cero", también daba al personal consejos como éste: "Tengan en cuenta que hoy en día, para rebatir una acusación, no es necesario probar lo contrario, basta deslegitimar al acusador".
Los lectores prejuiciosos e intolerantes son cómplices. Una prueba: a un juez intachable se trataba de dañarlo contando que "comía en un restaurante chino. Con palitos".
Dada la descripción, esta conclusión:
-Espléndido -dijo Simei-, nuestro lector no va a restaurantes chinos, quizá donde vive no los hay, y jamás soñaría con comer con palitos como un salvaje. ¿Por qué este individuo frecuenta ambientes chinos, se preguntará el lector? ¿Por qué, si es un magistrado serio, no come fideos o espaguetis como todo el mundo?
Enfoques vitales
Una víctima de la bomba atómica sentía pena por sí mismo pues estaba postrado e "inútil". Takashi Nagai, que también sufría por la radiación, le envió una carta con el dibujo de la cola de un cerdo. Le escribió al pie: "Aunque ambos estamos enfermos por la radiación, no nos retiremos de la vida, aun si estamos detrás en todo, ¡como la cola del cerdo! Incluso la cola tiene su función". Tiempo después, el hombre le contestó: "Con la ayuda de dos perros y un carro me estoy recuperando, esforzándome por cumplir mi parte de cola de cerdo en la vida, gracias a su carta".
Extracto de "Una canción por Nagasaki". Sugerente en cuanto a cómo leer lo que nos pasa.
Una víctima de la bomba atómica sentía pena por sí mismo pues estaba postrado e "inútil". Takashi Nagai, que también sufría por la radiación, le envió una carta con el dibujo de la cola de un cerdo. Le escribió al pie: "Aunque ambos estamos enfermos por la radiación, no nos retiremos de la vida, aun si estamos detrás en todo, ¡como la cola del cerdo! Incluso la cola tiene su función". Tiempo después, el hombre le contestó: "Con la ayuda de dos perros y un carro me estoy recuperando, esforzándome por cumplir mi parte de cola de cerdo en la vida, gracias a su carta".
Extracto de "Una canción por Nagasaki". Sugerente en cuanto a cómo leer lo que nos pasa.
22/12/15
Alegre gran amor
En el examen que no preparó, la profesora Julieta García resolvió tras llenar el libro de temas que la segunda consigna sería un texto de 13 líneas relativo al amor.
Adrián Ramírez aprovechó su condición de hincha de Boca, sus memorias compartidas con el padre, sus lecturas del blog Imborrable Boca y escribió:
"Don Antonio Alegre fue un hombre que puso cientos de miles de pesos desde el anonimato para que jugadores como Vicente Pernía renovaran contrato en Boca.
A fines de 1984, cuando el club tenía embargadas hasta las sillas del directorio, aceptó ser presidente. Siguió aunque la lista de unidad se partió. Tragó amargura cuando la barrabrava, que apoyaba a su contrincante, cantaba semana a semana ante miles de hinchas: "Yo voto por Armando porque Alegre está robando". Se sobrepuso a esas puñaladas de injusticia y a los piedrazos con los que los violentos atacaron a la hija de su vicepresidente, disconformes por la elección perdida a fines de 1986. Perseveró pese a que la barra cometía desmanes, protagonizaba incidentes, mataba.
La de veces que su familia le habrá preguntado para qué presidir el club; si quería ayudarlo, bien podía aportar dinero. Alegre quizás sabía que, si una institución está desquiciada, poner plata dista poco de hacer nada.
Cuentan también en Imborrable Boca, una enciclopedia xeneize de curiosidades, que Alegre, bonachón de la cabeza a los pies, abría el club para que allí se bañaran chicos que jugaban al fútbol en el barrio.
Alegre perdió frente a los barras de Boca. Virtualmente solo en un fútbol enviciado, cercado por partidos políticos que usaron a los violentos para musicalizar actos y conquistar por la fuerza lo que no llega por la razón, notó que hay sistemas donde las buenas intenciones se entierran sin florecer.
Acaso porque su vida no salió de un libro de cuentos infantiles, la tarde en que perdió las elecciones en diciembre de 1995 y se empezó a despedir del club, Boca cayó 4-6 ante Racing y cedió definitivamente el liderazgo del torneo Apertura.
En 1999, Alegre fue otra vez derrotado en las urnas por Mauricio Macri. 2010 fue el año de su muerte. Don Antonio se marchó como había arribado al club, sin aspavientos. Como inmenso hombre que amó a Boca, transformó un 1-1 pobretón un viernes por la noche con Estudiantes de La Plata en una jornada inolvidable en la que futbolistas de ambos equipos hicieron un círculo en el centro de la cancha para tributarle póstumo respeto.
Inmortal, Alegre está en el bronce del amor a la camiseta.
Estimada profesora: baje la nota tranquila. Sé que me pasé en las líneas. Digamos que resignar puntaje es mi muy pequeño acto de amor hacia el entrañable Antonio Alegre".
En el examen que no preparó, la profesora Julieta García resolvió tras llenar el libro de temas que la segunda consigna sería un texto de 13 líneas relativo al amor.
Adrián Ramírez aprovechó su condición de hincha de Boca, sus memorias compartidas con el padre, sus lecturas del blog Imborrable Boca y escribió:
"Don Antonio Alegre fue un hombre que puso cientos de miles de pesos desde el anonimato para que jugadores como Vicente Pernía renovaran contrato en Boca.
A fines de 1984, cuando el club tenía embargadas hasta las sillas del directorio, aceptó ser presidente. Siguió aunque la lista de unidad se partió. Tragó amargura cuando la barrabrava, que apoyaba a su contrincante, cantaba semana a semana ante miles de hinchas: "Yo voto por Armando porque Alegre está robando". Se sobrepuso a esas puñaladas de injusticia y a los piedrazos con los que los violentos atacaron a la hija de su vicepresidente, disconformes por la elección perdida a fines de 1986. Perseveró pese a que la barra cometía desmanes, protagonizaba incidentes, mataba.
La de veces que su familia le habrá preguntado para qué presidir el club; si quería ayudarlo, bien podía aportar dinero. Alegre quizás sabía que, si una institución está desquiciada, poner plata dista poco de hacer nada.
Cuentan también en Imborrable Boca, una enciclopedia xeneize de curiosidades, que Alegre, bonachón de la cabeza a los pies, abría el club para que allí se bañaran chicos que jugaban al fútbol en el barrio.
Alegre perdió frente a los barras de Boca. Virtualmente solo en un fútbol enviciado, cercado por partidos políticos que usaron a los violentos para musicalizar actos y conquistar por la fuerza lo que no llega por la razón, notó que hay sistemas donde las buenas intenciones se entierran sin florecer.
Acaso porque su vida no salió de un libro de cuentos infantiles, la tarde en que perdió las elecciones en diciembre de 1995 y se empezó a despedir del club, Boca cayó 4-6 ante Racing y cedió definitivamente el liderazgo del torneo Apertura.
En 1999, Alegre fue otra vez derrotado en las urnas por Mauricio Macri. 2010 fue el año de su muerte. Don Antonio se marchó como había arribado al club, sin aspavientos. Como inmenso hombre que amó a Boca, transformó un 1-1 pobretón un viernes por la noche con Estudiantes de La Plata en una jornada inolvidable en la que futbolistas de ambos equipos hicieron un círculo en el centro de la cancha para tributarle póstumo respeto.
Inmortal, Alegre está en el bronce del amor a la camiseta.
Estimada profesora: baje la nota tranquila. Sé que me pasé en las líneas. Digamos que resignar puntaje es mi muy pequeño acto de amor hacia el entrañable Antonio Alegre".
10/12/15
Tránsito existencial
"La vida sigue siendo ese espacio tantas veces incómodo de aprendizaje...", dictó Eusebio Garrido. Se acordó de un ejemplo, lo cual le provocó una breve pausa, y siguió: "...en el que los aplazos no nos mandan a diciembre o febrero, ni nos cuestan la regularidad en una materia".
Otro recuerdo del docente y otro silencio. La tentación de un texto pronunciado sin emociones fue más débil que la orden "deja que hable tu corazón", que tan bien sonaba cantada por JAF. Continuó diciendo y sintiendo esto: "Cuando cursé Teoría 1, el profesor César Rocco nos vivía preguntando por qué. Si bien era incómodo quedarse sin respuesta, era preferible a saberla cuando nosotros mismos nos cuestionamos por qué, especialmente si la contestación se escribe 'por egoísmo', 'por miedo', 'por frustración', etcétera".
El timbre sonó antes de que Eusebio leyera en voz alta que "caer en la cuenta de un error es un paso hacia el aprendizaje. Un paso que damos pisando sobre clavos y del que logramos salir si evitamos la culpa". Se quedó con ganas de decir que esto lo supo leyendo a don Víctor Fernández y que llegó hasta un libro suyo por el peso de algunos errores. También quedó para otro momento la conclusión de cuán paradójico es casi todo en la vida y cuánto acierto puede surgir de algunas faltas.
Se fue, como casi siempre, con cara de póker. Para aprender a admitir que las emociones eran parte de la vida y que exponerlas era parte de la naturaleza a Eusebio le faltaban algunos años.
"La vida sigue siendo ese espacio tantas veces incómodo de aprendizaje...", dictó Eusebio Garrido. Se acordó de un ejemplo, lo cual le provocó una breve pausa, y siguió: "...en el que los aplazos no nos mandan a diciembre o febrero, ni nos cuestan la regularidad en una materia".
Otro recuerdo del docente y otro silencio. La tentación de un texto pronunciado sin emociones fue más débil que la orden "deja que hable tu corazón", que tan bien sonaba cantada por JAF. Continuó diciendo y sintiendo esto: "Cuando cursé Teoría 1, el profesor César Rocco nos vivía preguntando por qué. Si bien era incómodo quedarse sin respuesta, era preferible a saberla cuando nosotros mismos nos cuestionamos por qué, especialmente si la contestación se escribe 'por egoísmo', 'por miedo', 'por frustración', etcétera".
El timbre sonó antes de que Eusebio leyera en voz alta que "caer en la cuenta de un error es un paso hacia el aprendizaje. Un paso que damos pisando sobre clavos y del que logramos salir si evitamos la culpa". Se quedó con ganas de decir que esto lo supo leyendo a don Víctor Fernández y que llegó hasta un libro suyo por el peso de algunos errores. También quedó para otro momento la conclusión de cuán paradójico es casi todo en la vida y cuánto acierto puede surgir de algunas faltas.
Se fue, como casi siempre, con cara de póker. Para aprender a admitir que las emociones eran parte de la vida y que exponerlas era parte de la naturaleza a Eusebio le faltaban algunos años.
6/12/15
Revanchas picantes
Beto Sánchez, 43 años, flamante desempleado. Sus búsquedas de trabajo terminan en promesas de explotación, negativas por considerarlo demasiado bueno para el cargo y desprecios por culpa de quien lo recomienda.
El deterioro arrastra la atención médica a su padre, a quien ya no puede llevar a una clínica y tiene que dejar en un hospital, lugar donde nace un juramento: venganza contra los que, a su criterio, sumieron a Beto en la miseria.
La lista empieza con la maestra de grado que décadas atrás le enseñó "todas mentiras", tal cual les grita él a los niños de hoy, que lo escuchan con mucho más interés que a ella.
El rencor se hace extensivo a un coronel que lo maltrató en el servicio militar y a un sacerdote al que acusa de haberlo llenado de culpas. Otro de sus desquites es con una novia de juventud que, por demorar su entrega amorosa plena, llevó a Beto a pasar "dos años arreglándome solo". Su memoria deja al desnudo a un amigo que olvidó la identidad barrial para convertirse en exitoso empresario y reprocha a un jefe que le auguró una prosperidad que jamás le llegó.
La madre, azorada por los cambios de Beto, conserva su amor a prueba de balas.
Sin moralina, "Las venganzas de Beto Sánchez" invita a reír, sorprenderse y pensar, por ejemplo en los efectos de cambiar algunas creencias, el impacto del revanchismo sobre quien lo practica, las potenciales consecuencias de una debacle económica. La distancia entre lo repetido en la primaria y lo aprendido años después, la amargura de notar que la honestidad no es un seguro de desempleo y la percepción de que hay armas mucho más poderosas que las palabras son otras notas de esta película de 75 minutos dirigida por Héctor Olivera con guión de Ricardo Talesnik.
Disponible en Youtube.
Beto Sánchez, 43 años, flamante desempleado. Sus búsquedas de trabajo terminan en promesas de explotación, negativas por considerarlo demasiado bueno para el cargo y desprecios por culpa de quien lo recomienda.
El deterioro arrastra la atención médica a su padre, a quien ya no puede llevar a una clínica y tiene que dejar en un hospital, lugar donde nace un juramento: venganza contra los que, a su criterio, sumieron a Beto en la miseria.
La lista empieza con la maestra de grado que décadas atrás le enseñó "todas mentiras", tal cual les grita él a los niños de hoy, que lo escuchan con mucho más interés que a ella.
El rencor se hace extensivo a un coronel que lo maltrató en el servicio militar y a un sacerdote al que acusa de haberlo llenado de culpas. Otro de sus desquites es con una novia de juventud que, por demorar su entrega amorosa plena, llevó a Beto a pasar "dos años arreglándome solo". Su memoria deja al desnudo a un amigo que olvidó la identidad barrial para convertirse en exitoso empresario y reprocha a un jefe que le auguró una prosperidad que jamás le llegó.
La madre, azorada por los cambios de Beto, conserva su amor a prueba de balas.
Sin moralina, "Las venganzas de Beto Sánchez" invita a reír, sorprenderse y pensar, por ejemplo en los efectos de cambiar algunas creencias, el impacto del revanchismo sobre quien lo practica, las potenciales consecuencias de una debacle económica. La distancia entre lo repetido en la primaria y lo aprendido años después, la amargura de notar que la honestidad no es un seguro de desempleo y la percepción de que hay armas mucho más poderosas que las palabras son otras notas de esta película de 75 minutos dirigida por Héctor Olivera con guión de Ricardo Talesnik.
Disponible en Youtube.
Gajos de nuestra pelota
En el entretiempo de Racing-Independiente, barrabravas locales tomaron por asalto un sector cercano al de la prensa. Buscaban a violentos que habrían formado parte del reducido grupo de allegados visitantes cuyo ingreso se admite. Se habló de zona liberada: por acción u omisión, el lugar fue tierra de nadie, como habían sufrido hinchas racinguistas en Rosario a fin de año pasado frente a Rosario Central.
Ocurre que, como al visitante se lo ataca por mera presencia y los operativos de seguridad suelen fallar, algunos dirigentes eligen ir custodiados por barras bravas.
Fue días después de que un comando de violentos en Santiago del Estero entraran donde cenaba el plantel de Huracán de San Rafael. Golpizas y exhibición de armas fueron el modo elegido para la coerción: si al día siguiente se les ocurría ganar, no saldrían vivos.
Entre ambos sucesos, la elección de la Asociación del Fútbol Argentino en la que 75 asambleístas depararon 76 votos para definir quién sería el presidente.
Como para pensar que la papeleta sobrante fue, al fin de cuentas, el souvenir más inofensivo de una semana de nuestro deporte más popular.
En el entretiempo de Racing-Independiente, barrabravas locales tomaron por asalto un sector cercano al de la prensa. Buscaban a violentos que habrían formado parte del reducido grupo de allegados visitantes cuyo ingreso se admite. Se habló de zona liberada: por acción u omisión, el lugar fue tierra de nadie, como habían sufrido hinchas racinguistas en Rosario a fin de año pasado frente a Rosario Central.
Ocurre que, como al visitante se lo ataca por mera presencia y los operativos de seguridad suelen fallar, algunos dirigentes eligen ir custodiados por barras bravas.
Fue días después de que un comando de violentos en Santiago del Estero entraran donde cenaba el plantel de Huracán de San Rafael. Golpizas y exhibición de armas fueron el modo elegido para la coerción: si al día siguiente se les ocurría ganar, no saldrían vivos.
Entre ambos sucesos, la elección de la Asociación del Fútbol Argentino en la que 75 asambleístas depararon 76 votos para definir quién sería el presidente.
Como para pensar que la papeleta sobrante fue, al fin de cuentas, el souvenir más inofensivo de una semana de nuestro deporte más popular.
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