Gajos de nuestra pelota
En el entretiempo de Racing-Independiente, barrabravas locales tomaron por asalto un sector cercano al de la prensa. Buscaban a violentos que habrían formado parte del reducido grupo de allegados visitantes cuyo ingreso se admite. Se habló de zona liberada: por acción u omisión, el lugar fue tierra de nadie, como habían sufrido hinchas racinguistas en Rosario a fin de año pasado frente a Rosario Central.
Ocurre que, como al visitante se lo ataca por mera presencia y los operativos de seguridad suelen fallar, algunos dirigentes eligen ir custodiados por barras bravas.
Fue días después de que un comando de violentos en Santiago del Estero entraran donde cenaba el plantel de Huracán de San Rafael. Golpizas y exhibición de armas fueron el modo elegido para la coerción: si al día siguiente se les ocurría ganar, no saldrían vivos.
Entre ambos sucesos, la elección de la Asociación del Fútbol Argentino en la que 75 asambleístas depararon 76 votos para definir quién sería el presidente.
Como para pensar que la papeleta sobrante fue, al fin de cuentas, el souvenir más inofensivo de una semana de nuestro deporte más popular.