1/11/18

El peso de los diagnósticos
¿Cuántas veces trataste de sacar a bailar a alguien sospechando que no aceptarían tu invitación?
¿Cuántas de esas veces bailaste?
Por cierto, desear mucho o prepararse de la mejor manera no garantiza el cumplimiento de un objetivo; lo sabe quien no puede pagar la obra social de su familia y el que mira sin creer que la gerencia fue para el más desfachatado, no para el más honesto e inteligente.
Sin embargo, es útil pensar cómo cada quien se perfila ante el futuro en función de los antecedentes.
El diario Marca publica una anécdota de Unai Emery, entrenador de fútbol, de sus tiempos de futbolista del Toledo. Días antes de jugar contra Elche, formación a la que diagnosticaba superior, en su boleta de quiniela (el prode español) marcó que Toledo perdería.
La mujer que le recibe la boleta le pregunta cómo podía afrontar un partido si de antemano asumía que se iría derrotado. "Ese fue el comienzo de un proceso de aprendizaje que cambió mi mente", afirmó Emery.
Vaya tema el de cómo se relaciona lo que ha sido con lo que puede ser. Desde ya, esto influye en múltiples órdenes de la vida.
Con leyes a su favor, algunos jueces asumen que el historial criminal de alguien no significa que seguirá por esa senda, con lo cual determinan la libertad hoy y abonan el camino para una tragedia mañana.
Alumnos que asumen que los docentes universitarios libretean (miran las notas previas y ponen una similar) relajan su preparación si sus primeros exámenes finales son calificados con diez.
Más de uno abandona el gimnasio al creer que aquello que no se logra las semanas iniciales, jamás habrá de lograrse.
Un ejemplo famoso de una forma práctica de ligar diagnóstico y futuro es el de la extenista Martina Navratilova.
En la edición de la revista El Gráfico del 3 de abril de 1984 se lee que, tras observarla entrenar y verla perder 6-0 y 6-0 ante Chris Evert Lloyd la final de Amelia Island en 1981, Nancy Lieberman sacó conclusiones claras y aplicó cambios. Así lo cuenta: "El entrenamiento era pobre e insuficiente. Si alguna parte del juego de Martina era débil, todo su tenis se venía abajo. Cuando mejor condición tiene uno, más fuerte se está mentalmente". El periodista Alberto Oliva detalla que "a partir de allí comenzó un programa de preparación severísimo (tres horas de tenis por día, en lugar de una y media, más dos de gimnasia con pesas en la Universidad Metodista del Sur y entre 3 y 5 km. de trote) que junto con la dieta y la técnica de Mike Step pusieron a Martina en el mejor estado físico que jamás haya tenido: perfectos 70 kilos para su 1,69 metros de altura y 8,8% de tejido adiposo, mientras que lo normal es entre 12% y 14%".
La propia Navratilova suma su testimonio relativo al tránsito de una estupenda jugadora a ser la mejor, lejos: "A veces tenía miedo de echar todo a perder, cuántas veces no me podía controlar, se me desbarataba el juego y salía de la cancha tirando la raqueta y llorando. Ahora controlo las emociones mucho mejor. Todavía me comen por dentro, pero ya no tiro más la raqueta".
La lista de maneras de obrar ante los diagnósticos puede extenderse hasta el infinito. Hay quienes los rechazan, están los que pacíficamente los aceptan y trabajan duro para revertirlos y están los que se rinden.

PD: no se aceptan reclamos si Jennifer Aniston te dice que no. O si Brad Pitt considera que tu llamado es una desubicación. O si te morís haciendo cross fit aunque te habían dicho que fueras muy de a poco.