11/9/12



¿Educar desde el cuestionamiento?
Por Elena Moscone, estudiante del Programa Educativo de Adultos Mayores 

Veo con tristeza que el nivel educativo va bajando.  Hace algunas semanas fue entrevistado el Ministro de Educación para que se explayara en el tema. El Ministro manifestó su desacuerdo con todos aquellos pensadores o periodistas que cuestionan el sistema escolar argentino por su bajísima tasa de egreso. No es allí donde hay que mirar, dijo el ministro, lo que hay que valorar es la tasa de escolarización secundaria, punto en el cual la Argentina encabeza la lista en América Latina.
El ministro Sileoni dijo: No valoramos la excelencia a costa del elitismo y tampoco un sistema educativo preocupado exclusivamente por el rendimiento académico, con independencia del número de estudiantes que asisten”. Esto, en términos criollos, es: lo importante es que entren a la escuela, ahora que aprendan y se lleven el título es un aspecto secundario, por no decir menor. Y si la exigencia académica empuja a la deserción, las consecuencias las pagarán los conocimientos.
Para el progresismo, la nivelación es siempre para abajo dado que premiar la excelencia y el rendimiento es valorar a los mejores. Y el progresismo tiene una vocación maliciosa por los peores, claro… para que sigan siéndolo. Así lo leen algunos docentes afines al modelo progresista y los que no lo son, por cierto, una mayoría silenciosa, callan frente a la atmósfera que reina en las escuelas, porque es el mandato que baja de las autoridades nacionales.
Me pregunto: ¿El alumno es sólo un número? ¿Sin importar los conocimientos que adquiera? Para ello se ha facilitado la promoción, habiéndose aumentado el número de materias previas para recibir el título de enseñanza media.
También se está considerando la promoción automática en primer grado, y el inicio de éste sin haber tenido educación pre-escolar, esto produce una inequidad desde el inicio que no será fácil de revertir.
El niño poco estimulado socialmente, esto es escolarizado, nunca podrá igualarse con compañeros que inician segundo grado alfabetizados.
Para evitar el aburrimiento de los alumnos, más de un docente imparte clases de escaso valor conceptual que también fracasan en su intento de entretener a los chicos, que abrumados por la tecnología se aburren cada vez más fácil.
Así se ha cambiado, como bibliografía, la historia escrita por Mitre por considerarla “antigua” y tendenciosa. Y se da como prioritaria la historia de autores nuevos tal como Felipe Pigna, que permiten desde el inicio al estudiante conocer los famosos próceres por sus defectos, tendencias o carencias humanas. Es decir, sin saber el momento que les tocó vivir, los hombres revolucionarios son juzgados por sus falencias humanas y no por lo que realmente lucharon, la construcción de una sociedad, ciudadanía, país o patria inexistentes en el período de su protagonismo.
Desmitificación de los mitos.
Des-heroización de los héroes.
Desvalorización de los valores históricos.
Desapego a la patria.
Falta de compromiso ciudadano.
Des- involucramiento con los intereses generales.
Así, el niño de 12 años no admira a nadie, todos los protagonistas de la historia fueron movidos por intereses espurios.
Si les preguntan por Belgrano, Sarmiento, Moreno, San Martín, se asombran si los desconocen. Sabiendo solo que fueron enemigo uno del otro, que alguno de ellos seguía al gobierno de turno, etc. Así se culpa injustamente a los jóvenes que ignoran todo lo que nunca les han enseñado.
Así quienes estudiamos historia en décadas pasadas, tenemos incorporado el sentido de ser nacional. Tenemos referentes genuinos en personas de carne y hueso que lucharon por la libertad de nuestra patria.
Como consecuencia del déficit educativo solo vemos como ídolos de los jóvenes a los estampados en sus remeras: Kurt Cobain con corona de espinas, Pity Alvarez (de Intoxicados), los Ramones, etc. Me gustaría saber qué faceta de su vida imitarán. Qué hicieron estas personas para tenerlas en ese elevado peldaño. Es decir, sus conductas no se cuestionan, al contrario, se aplauden sin dudar.
Personajes que tienen el componente básico de lo efímero, de la diversión pasajera, del ritmo fugaz.
¿Es que queremos eso para nuestros jóvenes?
Que todo el tiempo de escolaridad cuestionen la historia de nuestros próceres, renegando de nuestro pasado sin que se repare que la historia ayuda a construir el futuro, con un presente de tolerancia, participación y discusión pero desde el conocimiento, no desde la banalidad de la nada, no desde la carencia de herramientas mínimas de saberes expertos para la discusión.
Veo que un vacío de contenidos pulula en las aulas, sin interés de ninguna de las partes para que esto se revierta.
Sólo se aspira a obtener titulaciones, aunque no se sepa con qué se las logró.
Tengo esperanzas de que la educación formal se encauce, sin caer en el enciclopedismo a ultranza.
¿Por qué no dejamos que ellos los estudiantes reciban diferentes fuentes de información y así elaboren una idea o concepción que elijan libremente?