¿Educar
desde el cuestionamiento?
Por Elena Moscone, estudiante del Programa Educativo de Adultos Mayores
Veo
con tristeza que el nivel educativo va bajando.
Hace algunas semanas fue entrevistado el Ministro de Educación para que
se explayara en el tema. El Ministro manifestó su desacuerdo con todos aquellos
pensadores o periodistas que cuestionan el sistema escolar argentino por su
bajísima tasa de egreso. No es allí donde hay que mirar, dijo el ministro, lo
que hay que valorar es la tasa de escolarización secundaria, punto en el cual la
Argentina encabeza la lista en América Latina.
El
ministro Sileoni dijo: “No valoramos la excelencia a costa del elitismo y
tampoco un sistema educativo preocupado exclusivamente por el rendimiento
académico, con independencia del número de estudiantes que asisten”. Esto, en términos criollos, es: lo importante es que entren a la escuela, ahora que
aprendan y se lleven el título es un aspecto secundario, por no decir menor. Y
si la exigencia académica empuja a la deserción, las consecuencias las pagarán
los conocimientos.
Para
el progresismo, la nivelación es siempre para abajo dado que premiar la
excelencia y el rendimiento es valorar a los mejores. Y el progresismo tiene
una vocación maliciosa por los peores, claro… para que sigan siéndolo. Así lo
leen algunos docentes afines al modelo progresista y los que no lo son, por
cierto, una mayoría silenciosa, callan frente a la atmósfera que reina en las
escuelas, porque es el mandato que baja de las autoridades nacionales.
Me
pregunto: ¿El alumno es sólo un número? ¿Sin importar los
conocimientos que adquiera? Para ello se ha facilitado la promoción,
habiéndose aumentado el número de materias previas para recibir el título de
enseñanza media.
También
se está considerando la promoción automática en primer grado, y el inicio de
éste sin haber tenido educación pre-escolar, esto produce una inequidad desde
el inicio que no será fácil de revertir.
El
niño poco estimulado socialmente, esto es escolarizado, nunca podrá igualarse
con compañeros que inician segundo grado alfabetizados.
Para
evitar el aburrimiento de los alumnos, más de un docente imparte clases de
escaso valor conceptual que también fracasan en su intento de entretener a los
chicos, que abrumados por la tecnología se aburren cada vez más fácil.
Así
se ha cambiado, como bibliografía, la historia escrita por Mitre por
considerarla “antigua” y tendenciosa. Y se da como prioritaria la historia de
autores nuevos tal como Felipe Pigna, que permiten desde el inicio al
estudiante conocer los famosos próceres por sus defectos, tendencias o
carencias humanas. Es decir, sin saber el momento que les tocó vivir, los
hombres revolucionarios son juzgados por sus falencias humanas y no por lo que
realmente lucharon, la construcción de una sociedad, ciudadanía, país o patria
inexistentes en el período de su protagonismo.
Desmitificación
de los mitos.
Des-heroización
de los héroes.
Desvalorización
de los valores históricos.
Desapego
a la patria.
Falta
de compromiso ciudadano.
Des-
involucramiento con los intereses generales.
Así,
el niño de 12 años no admira a nadie, todos los protagonistas de la
historia fueron movidos por intereses espurios.
Si
les preguntan por Belgrano, Sarmiento, Moreno, San Martín, se asombran si los
desconocen. Sabiendo solo que fueron enemigo uno del otro, que alguno de ellos
seguía al gobierno de turno, etc. Así se culpa injustamente a los jóvenes que
ignoran todo lo que nunca les han enseñado.
Así
quienes estudiamos historia en décadas pasadas, tenemos incorporado el sentido
de ser nacional. Tenemos referentes genuinos en personas de carne y hueso que
lucharon por la libertad de nuestra patria.
Como
consecuencia del déficit educativo solo vemos como ídolos de los jóvenes a los
estampados en sus remeras: Kurt Cobain con corona de espinas, Pity Alvarez (de
Intoxicados), los Ramones, etc. Me gustaría saber qué faceta de su vida
imitarán. Qué hicieron estas personas para tenerlas en ese elevado peldaño. Es
decir, sus conductas no se cuestionan, al contrario, se aplauden sin dudar.
Personajes
que tienen el componente básico de lo efímero, de la diversión pasajera, del
ritmo fugaz.
¿Es
que queremos eso para nuestros jóvenes?
Que
todo el tiempo de escolaridad cuestionen la historia de nuestros próceres,
renegando de nuestro pasado sin que se repare que la historia ayuda a construir el
futuro, con un presente de tolerancia, participación y discusión pero desde el
conocimiento, no desde la banalidad de la nada, no desde la carencia de
herramientas mínimas de saberes expertos para la discusión.
Veo
que un vacío de contenidos pulula en las aulas, sin interés de ninguna de las
partes para que esto se revierta.
Sólo
se aspira a obtener titulaciones, aunque no se sepa con qué se las logró.
Tengo
esperanzas de que la educación formal se encauce, sin caer en el enciclopedismo
a ultranza.
¿Por
qué no dejamos que ellos los estudiantes reciban diferentes fuentes de
información y así elaboren una idea o concepción que elijan libremente?