Soñá que podés
Sabrina Morales, estudiante del IPEM 252 de Río de los Sauces, hizo el práctico relativo a perseverancia y sueños. Narra como para creerle.
La perseverancia es
la receta perfecta para alcanzar sueños y puede adquirirse con disciplina
cuando aprendemos a combinar fuerza de voluntad, motivación y fe. Esta es una
de las mejores formas de aplicar, practicar y desarrollar la capacidad para
lograr todos nuestros sueños.
Esta es una bella
historia sobre el cumplimiento de los sueños.
Todo
comenzó cuando Sebastian, un chico de solo 16 años, empezaba su vida laboral en
una carnicería de la localidad. Su patrón Roberto, de 55 años, lo empleo porque
otra gente se lo había recomendado.
La
relación era perfecta entre ellos, había un solo problema: Sebastian todavía
estaba cursando su escuela secundaria, claro que no quería dejar de trabajar
porque necesitaba el dinero para ayudar a su familia. Además, sus padres no
querian que abandonara sus estudios ya que es uno de los objetivos que hay que
superar en la vida.
Unos
días después de no haber asistido a su empleo, cae el patrón a su casa a
preguntar por él:
-Sebastian, ¿Por qué no has ido a trabajar estos días?
-Disculpe, patrón. Mis padres me dijeron que no puedo abandonar mis estudios.
-Mirá, yo te doy
la posibilidad de que acomodes tus horarios y vayas a trabajar. Te necesito a
la hora que vos puedas.
-Bueno, voy a
ver cómo hago. Gracias por todo.
Luego
de un par de días Sebastian volvió a su laburo. Entre ellos nunca hubo
problemas, se llevaban bien y así lograron pasar varios años juntos. Pero como
todo llega a su fin, un día se encontraron con los pájaros volados y
discutieron muy fuerte, a tal punto que Sebastian renunció. Esto pasó después
de muchos años de trabajar allí.
-Jamás podrás trabajar mejor que conmigo.
-Ya vas a ver que sí. Tengo muchos años de experiencia.
-No tenés dinero suficiente para montar una carnicería como la mía y tampoco
tenés gente que te ayude.
-Voy a buscar la forma de cumplir mis sueños.
El
tiempo pasó y Seba tenía que mantener a sus hijos y mujer, entonces buscó otro
trabajo.
Después
de trabajar de albañil por un tiempo, se le ocurrió pedir un préstamo en el
banco para su propia carnicería. Mucha gente lo ayudó con su deseo, consiguió
local y las herramientas las obtuvo muy rápido. Pasó
un mes o dos y el sueño se cumplió. La gente lo quería tanto que hasta dinero
le prestaron.
Por
la tarde, después de la inauguración, tuvo una charla con Roberto.
-Te felicito por tus logros. Sos una excelente persona.
-Gracias, tuve que sacrificar muchas cosas para poder lograrlo, pero con
esfuerzo todo se puede.
-Sí, claro, es como reza el dicho: "Persevera y triunfaras".
-Muchísimas gracias por haberme enseñado tantas cosas, porque a esto lo estoy
logrando por usted también.
En la conversación llega Francisco, hijo de
Sebastian, de 6 años.
-Papá, ¿cómo hiciste todo esto?
Sebastian
y Roberto a la vez: "Con mucho esfuerzo".
-Te quiero. Gracias por los ejemplos que me dejás para mi futuro. Sos un gran
padre. El mejor del mundo.
-Comprendí que no solo los sueños se pueden hacer realidad, sino que el
universo nos da más de lo que somos capaces de pedirle.