Dupla
Depende, todo depende
Adrián Ramírez trataba de explicar la diferencia entre valor absoluto y valor relativo. Acostumbrado a que las caras de duda e incomprensión fueran más que las de interés y entendimiento, planteó dos ejemplos:
"Imagínense que alguien les gusta. Luego miran a esa misma persona junto a dos más lindas. Su aspecto no ha variado, pero ustedes, habituados a las tablas de posiciones del fútbol, ahora la consideran de otro modo.
Supongamos que les agrada la historia. Les cae bien escuchar un relato sobre la batalla de Chacabuco en una clase en la escuela. En un café, un sábado al mediodía, las mismas palabras dichas en voz alta desde la mesa de al lado son un castigo".
Poderoso
Adrián Ramírez evitaba los negocios con él. Es que Sergio Susvín tenía fama de dejar mal parados a quienes lo trataban. Era hincha del Taladro y, según decían, uno de los ideólogos de su barra brava. Nunca se lo probaron, pero convenía desconfiar de los dictámenes de la justicia del lugar, ciega para algunos acusados.
Un día, Ramírez escribió esto en el diario del que, una semana después, fue despedido.