Aire de adultos mayores: entre brisas y ventarrones
¿Tiene sentido idealizar?
¿Tiene sentido idealizar?
Solemos hacerlo a través de nuestras
distintas edades. Hay tiempos en que papá es Superman y mamá, La Mujer
Maravilla. Épocas en las cuales un cantante es infinito en sus virtudes y no
hay lupa que nos haga advertir sus inmensos errores.
Unos idealizan a dirigentes políticos,
otros a futbolistas…
También se exageran las fortalezas de
ciertas edades. “Juventud, divino tesoro”, es una frase en la que creen
fervientemente quienes van a cirugías estéticas y los que se sacan edad. La
publicidad, ese contundente resaltador de discursos prevalentes, lo tiene
claro. “Adultez y madurez van de la mano”, es un decir de más de un estudiante
de programas para mayores de 55 años.
Tanto la aserción sobre la juventud como la
relativa a la adultez transportan estereotipos, sustancias peligrosas que
conviene no llevar así como así. Al cabo, miserias y delicias conviven en todas
las edades; es sencillo contar de a varios a veinteañeros que son más chasco
que tesoro y sesentones que repiten hace décadas errores harto evitables.
¿Puede ser frustrante el trabajo con
adultos mayores? Sí. Hermanados con los estudiantes secundarios a quienes les
llevan al menos 40 años, unidos por el deseo de gratificación inmediata,
algunos interrumpen explicaciones de pares, del docente y no esperan ni un
segundo a preguntar qué dice un texto en el pizarrón ni a las buenas tardes
para preguntar si su texto es correcto. “Lo quiero ya”, dicen desde su acción,
en un dudoso homenaje al cantautor Luca Prodan. Los cortajeos al discurso de
los otros pueden totalizar doce en treinta minutos. Nada distinto del panel de
Intratables.
Tampoco parece importarles que el operador
técnico de la radio esté ocupado, incluso con un programa de compañeros de
curso, si sienten necesidad de consultar o pedir una canción. En el aula, esto
se traduce en la apertura de charlas privadas como si entre las sillas que
rodean la mesa hubiera biombos mágicos que aparecen cada vez que algún
estudiante quiere evitar la espera hasta el fin del encuentro de 90 minutos
para acordar con otro cuándo juntarse a preparar una audición.
Todo cierto, como lo prueba la observación
participante del que escribe.
Ahora bien, si esto no cubre a la totalidad
del alumnado, ¿será que quienes así se comportan pronuncian en la clase, a
veces a como dé lugar, lo que callan o no consiguen sea atendido en otros
ámbitos de socialización?
Cabe indagar, pues, si los programas de
adultos mayores son para familiares de sus protagonistas un modo de tercerizar
lo que antes de su existencia estaba a su cargo. Si propuestas educativas de
esta índole no acaban siendo un sustituto de visitas y conversaciones con
padres y abuelos. Si el rótulo de programas educativos está en el cuaderno de
todos los estudiantes o si es letra muerta para varios que asisten con más
voluntad de decir lo que saben que de predisponerse a aprender nuevos
contenidos.
Familia al margen, la omnipresente
tecnología. ¡Ay!
El adulto mayor que se revela rápido para
hacer el mandado de criticar adolescentes-que-usan-mal-el-celular contesta en
voz alta en plena clase un llamado que no es urgente y manda a las 2 de la
mañana un mensaje al grupo del curso. O a las 7, sea para avisar que llegó de
vacaciones o que ha llegado a destino.
Como contracara, el mismo estudiante registra
las ausencias de sus compañeros e intenta cobijarlos si los nota mal, ya sea
invitándolos a tomar algo o a ver una obra de arte.
A dos sillas de ahí, otros siguen
entusiastas las consignas del docente y llevan hechos como deberes la semana
después lo que eran simples sugerencias.
A la par, una estudiante aventajada en la
materia, como que tiene el diploma del Instituto Superior de Enseñanza
Radiofónica, le ofrece a una compañera que recién se integra a la unidad de
gestión hacer juntas el programa, para que sus primeros pasos sean más
sencillos de transitar.
En la esquina del mesón, Matilde Maffrand,
quien empezó el PEAM en 2003, acaba de editar un libro, Flores de encaje, en el
cual vuelca su destreza e inquietudes en producción literaria y fotográfica.
Reconoce que el Programa Educativo de Adultos Mayores fue un fenomenal
disparador para desplegar las alas de su talento y dar nueva vida a sus
latentes intereses.
Los comentarios políticos no faltan a la
cita. Quienes los formulan pendulan entre los tonos sentenciosos y los suaves, entre
aseverar sin margen para la discusión y comentar para convocarla. La buena
nueva es que la convergencia de las disparidades no depara polémicas
insalvables. Aunque sus representantes estén en las antípodas, prevalece el
interés por el taller y los vínculos de compañerismo.
Eso sí: cuando se plantea el eje de las
denominadas noticias falsas –nada nuevo, excepto por el rótulo "fake news”
que se importa de Estados Unidos- son el canal o la radio de los otros, no de
aquellos con los que simpatiza el estudiante los que las generan.
Poco importa que se hagan ejercicios
respecto de la identificación lingüística de estereotipos toda vez que se
proclama, por ejemplo, “los jóvenes” (que por el presupuesto de unicidad del
artículo los involucra a cada uno de esta franja etaria). Al momento de pensar
en los votantes del partido al que no se eligió, se los considera a todos de la
misma forma. O sea: se incorpora la estrategia para no hablar con estereotipos,
mas no se asume una actitud que los evite.
¿Entonces?
Entonces, lo que hay es un proceso
educativo desde un agente socializador que no es el único ni el primero en la
vida de los adultos mayores. Su poder no es absoluto ni mucho menos. Sin
embargo, alcanza para conformar un espacio al que los estudiantes acuden sin
que les hagan mella días de extrema humedad, calor de verano o rigor de julio.
A diferencia de lo que suele ocurrir en
aulas de secundarios o de universidades, mal podría hacérseles a estos
estudiantes un señalamiento por apatía. Antes bien, su afán por decir desborda
momentos y, en ocasiones, copa un tiempo que si fuese orientado a la escucha
haría más heterogénea la paleta de conocimientos a la vuelta de 55 años o más.
Con todo, este alumnado se las compone para
llevar adelante semanalmente programas de radio por la FM 97.7 Universidad
Nacional de Río Cuarto en los que se despliegan temas y personajes por cierto
interesantes. Sea de modo individual o de a pares, en los envíos “Mar adentro”
y Esencias vitales”, cada uno de media hora y con operación técnica de personal
de la emisora, se habla del rol de la palabra en las relaciones, el papel que
cumple el secreto en las familias, trazos biográficos del doctor Ramón
Carrillo, repaso por obras del escritor José Saramago.
También se han abordado diferencias entre
los 1960s y el presente, desde aspectos sociales de Río Cuarto a hechos
mundiales tales como el asesinato de John Kennedy y destacadas presencias
musicales como las de The Beatles. La juventud de ayer y hoy, entre
continuidades y cambios; divulgación relativa a Frida Kahlo; entrevistas a
argentinos que vivieron un año en la base antártica Vicecomodoro Marambio;
diálogo con representantes de la pedagogía Waldorf en Río Cuarto; información y
lectura de cuentos originados en concurso que el PEAM hace entre escuelas
primarias de la ciudad y la zona, son otros de los asuntos que se irradian por
la 97.7.
Los estudiantes dan cuenta además de
talleres de cine y filosofía para niños que se concretan en Río Cuarto, aparte invitar
a estudiantes que se aprestan a terminar el secundario para conocer sus
inquietudes, miedos y expectativas frente al año siguiente, en el cual la ida
diaria al colegio ya no integrará sus rutinas.
La evocación de bares que ya no están en la
ciudad y de intendentes que dejaron su sello por obras ha sido otro par de
temas de la agenda que los cursantes de radio en el PEAM escogen para su
encuentro semanal con la audiencia.
El Cordobazo, los derechos de los niños, la
oscilación entre los desafíos y la zona de confort al cabo del trabajo obligatorio
en la adultez mayor, entrevistas con docentes que trabajan con el paradigma de
aulas heterogéneas han formado parte del aire. Lo propio sucedió con la comida,
desde sus enfoques cultural, de interacción social y alimenticio, con
entrevista a nutricionista incluida. Ganancias y pérdidas por el uso de nuevas
tecnologías en la interacción con los adolescentes fue otro de los tópicos, al
igual que la masacre perpetrada contra los padres palotinos en tiempos en que
la guadaña autoritaria segaba vidas humanas y también formas democráticas de
gobierno.
El celo con que se busca la información y
se desarrollan los programas dan la pauta de la seriedad con que,
voluntariamente, los talleristas hacen la tarea. Desde luego, esto no garantiza
calidad del producto terminado, pero es un punto a favor enorme en un aire
radiofónico con frecuencia viciado por la superficialidad y el habla vulgar.