Un día lo metieron preso. Por traficante de vulgaridad y explotador de conflictos.
Alegó que lo hacía porque la gente se lo pedía.
Le contestaron que, con ese criterio, el tráfico de drogas debería haberse premiado y no condenado.
-Por favor, no se puede comparar el efecto de las pastillas con el de un programa de televisión.
-Es cierto, usted por lo menos cuesta un televisor en Capital Federal y Gran Buenos Aires y un abono de cable en el interior.
-Señor, la verdad es que...
-¿Desea pedir un último deseo?
-No, pero escúcheme...
-De acuerdo, perdió su chance.
Tras el receso se leyó el fallo. Marcelo Tinelli fue condenado a 20 años de visión de Bailando por un Sueño.