30/5/11

La mejor de las fiestas
Por Angélica Rovira

Entre la maleza, como si fuera un castillo encantado, se encontraba escondido el pequeño templo que otrora fuera lugar que convocaba multitudes con sus peregrinaciones. Allí se celebraría la misa que acabaría con la miseria de los Blake, que recibirían fortunas por casar a su joven hija con un millonario anciano.
Con tanta medicina encima el pobre viejo apenas se mantenía en pie, pero para él era imprescindible llegar jovial al matrimonio, estaba enamorado.
Ella aparentaba ser una muchacha dulce y desinteresada, pero algunas de sus actitudes lo llevaban a él a sospechar que debajo de todo eso la medianía se ocultaba. Los primeros pasos fueron con moderación, la vida juntos era la esperada. Pasaron unos meses y se mostraban felices, eran felices, a pesar de la molicie con la que vivían.
Al cumplir su primer aniversario organizaron la mejor de las fiestas para demostrar a los incrédulos que cuando el amor existe la edad no es obstáculo alguno. Y fue allí, entre la música, las risas, las miradas y la multitud cuando ella sufrió la mutación de su bella personalidad, sacó un arma y acabó con la farsa que habían armado sus padres y ese pobre viejo.