17/10/11

Libre pensamiento en el periodismo
Asado con cuero

Es más fácil pensar bien que actuar bien”, le decía Adrián Ramírez a su amiga Julieta. Ella lo sabía, sólo que se resistía a que así funcionara el mundo. “Y no me digas que cuando crezca lo voy a entender porque no pienso cambiar”, le replicaba.
A Julieta la envalentonaba leer notas de periodistas famosos que defendían la libertad de prensa y criticaban a cuanto gobierno la vulnerase. Salía de esos textos con ganas de redactar cartas de lectores. Lo hacía. Las enviaba aquí y allá. Le publicaban algunas.
Comprendía entonces por qué los periodistas opositores estaban en unos medios y los afines al gobierno, en otros.
Ramírez se acordaba de Julio Ramos, quien durante una entrevista declaró aproximadamente: “Para el país, democracia; para el diario, dictadura”. El dueño de Ambito Financiero admitía divergencias siempre que anduvieran bien cerca de sus ideas.
“Como Ramos era un hombre de decisiones duras”, le contaba Ramírez a Julieta, “era capaz de quedarse en la redacción del diario después de recibir la amenaza de una bomba. Tenía un semáforo en la redacción y era un empresario que no había olvidado que el periodismo se hace escribiendo, de allí que si los empleados no tenían listas las notas cuando la luz estaba en rojo, él mismo se sentaba a completarlas”. “Como ves –agregaba-, la sutileza le importaba menos que los resultados, de allí que tuviera el coraje de explicitar el verticalismo que imponen todos los que administran medios comerciales o estatales”. “¿Y sabés qué? Prefiero los tipos como Ramos a aquellos que se enjuagan la boca hablando de libertad de prensa cuando son oposición y la transforman en propaganda cuando asumen el Poder Ejecutivo”.
-Insisto, no puede ser que a nadie le guste la idea de la libertad de prensa.
-Juli, a mí me gustan las papas fritas, pero no me conviene comerlas.
-Pero si está lleno de ejemplos, tanto en el siglo 20 como ahora, de gobiernos que ganaron elecciones con los principales diarios en contra.
-Tenés razón, pero eso no quita un hecho: ¿conocés a alguien al que le guste pagar para que le saquen el cuero?