Una pequeña gran diferencia
Por Florencia Bringas, sexto año, IPEM 252, Río de los Sauces
La consigna era: a) Pensar en las diferencias entre aprobar y aprender. b) Escribir un texto análogo a la historia de un estudiante que dedicó su conocimiento a socorrer a los desposeídos. c) Redactar un material sobre actos patrios.
Lucas y Juan son estudiantes del segundo año en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba. Lucas es salteño y Juan, catamarqueño.
Ellos, además de compartir las cátedras de la facultad, son compañeros de habitación en una residencia estudiantil.
En época de exámenes y entregas de trabajos, no les alcanza el tiempo como para tomar un descanso. Claro, eso para Juan, a quien su familia ha educado de una forma totalmente distinta a la de Lucas. Le ha recomendado terminar sus estudios en el tiempo estipulado, y que haga el mayor esfuerzo para conseguir las mejores notas.
En cambio, la familia de Lucas con que solo apruebe se conforma, total va a recibir el título igual.
Aproximándose la fecha de tres exámenes finales, Juan y Lucas pactaron juntarse para sacarse algunas dudas con respecto a los temas a estudiar.
Como siempre, muy puntual y responsable, Juan a las 19 ya estaba en la sala de estudios de la residencia donde viven. Pasados veinte minutos recibe un mensaje de Lucas, el cual pedía disculpas por no poder ir, ya que se encontraba en una cafetería con unos amigos que lo vinieron a visitar.
Acostumbrado a vivir esta situación, Juan se pone a estudiar.
Es el día del primer final, los dos se encuentran en los pasillos de la facultad y deciden entrar juntos a rendir. Sentados uno al lado del otro y en horario indicado, empieza el examen. Para sorpresa de Juan, su compañero resolvió todas las consignas sin dificultad. Una vez finalizado el tiempo, entregan los exámenes y se dirigen a la residencia.
Mientras toman algo fresco en la cocina, Juan le pregunta a Lucas cómo logró completar el examen habiendo estudiado pocas horas, a lo que contestó que era suficiente el tiempo dedicado.
Al recibir sus calificaciones ve que ambos aprobaron, pero con una gran diferencia, si dentro de un mes le preguntas a Juan sobre lo que rindió lo sabe responder, Lucas no y los dos van a recibir el mismo título. Después de todo da igual.
Con constancia se puede
Con constancia se puede. Este adolescente que comienza su vida universitaria tiene el privilegio de ser constante.
Con ánimos de superarse a sí mismo nunca se dio por vencido. Eligió la carrera de Medicina y no solo se quedaría con eso, iría por más. ¿Será un conformista?
Con condiciones no tan favorables debido al contexto, lo único que deseaba era llegar a su meta. Esfuerzo. Vivía en una pequeña ciudad de Centroamérica, donde el calor infernal aplacaba todo ánimo de empezar los días tranquilo, relajado.
Tras recibirse como médico generalista, decide empezar la especialidad en cardiología. Elige este campo de la medicina por el aumento de problemas cardíacos en el mundo.
Al terminar la carrera en un tiempo menor al estipulado, quiere ejercer su profesión en Africa. Ve claramente que es uno de los lugares menos apoyados del mundo. Soportando las pestes, las pésimas condiciones, él se encuentra feliz porque está cumpliendo con su objetivo.
Un hombre evoca una guerra
Juanjo, acabo de venir de la casa del padre de Joaquín, obviamente tenía que ir porque me dijo que si yo lo quería debía estar presente el día en que a su papá le rendían un homenaje especial por ser excombatiente en las Malvinas. El estaba orgulloso por su papá y quería compartirlo con su familia y conmigo.
Era un revuelo en el pueblo de donde era su papá, allá fuimos todos.
Nos recibieron con banderines, cuando íbamos llegando a la plaza nos tiraban papelitos celestes y blancos; la verdad, me emocioné.
Joaquín me apretaba fuerte la mano y no dejaba de mirar a su papá, que respiraba tranquilo, pausado, se fue vestido con su uniforme que todos los años usaba para la fecha y lo cuidaba muy bien.
Nos dieron una ubicación en el palco y subimos con toda la familia. Cantamos el Himno y luego de unas palabras del intendente se descubrió una escultura de un soldado flameando la bandera argentina.
El papá de Joaquín se emocionó muchísimo, enseguida se repuso, respiró hondo y luego el intendente lo invitó a decir unas palabras. Hubo unos segundos de silencio expectante y el excombatiente miró al cielo, luego a su familia, se acercó al micrófono y contó que él era muy joven cuando fue a esa guerra, que perdió muchos amigos y compañeros, que por el momento quería que todo eso solo fuera una pesadilla, pero no lo fue. El hasta hoy sigue teniendo pesadillas, pero gracias a su familia vuelve a la realidad, esa realidad llena de paz en este país.
Dijo que no le importa que lo llamasen antipatriótico o lo que fuere por lo que estaba diciendo, que antes de querer juzgar sus dichos fueran ellos en las condiciones que había en 1982 al luchar contra Inglaterra, la tan famosa y no exageradamente llamada “flota invencible”.
En un impulso de Joaquín, sus hermanos, su mamá y yo, que los seguía, fuimos corriendo a darle un fuerte abrazo a ese hombre con honor, coraje y con “las botas bien puestas”.