Desvelarse es un verbo reflexivo que deriva de preocupaciones, ansiedad, excitación. El Curioso Impertinente pone una vívida narración al servicio del lector, que así tendrá algo más para recordar la próxima vez que el sueño lo esquive.
Más que al cansancio, le temo a la ansiedad, ésa que sobreviene cuando tengo muchas cosas juntas (como si la vida se diese por separado y de a una, ¡iluso, ilusa!), y me parece que me cercan para no poder resolverlas y entonces la madrugada se hace cómplice y los pensamientos se agolpan sin respeto justo cuando uno se levantó al baño en la oscuridad para no desvelarse, se vuelve a la cama dispuesto a conciliar el sueño pero éste se pone rebelde, díscolo y entonces llega el fantasma de la agenda de hojas llenas y uno quiere resolver su vida a las cinco de la matina, en la tiniebla, y se da vueltas para aquí para allá boca arriba boca abajo -lejos de las tácticas del Kama Sutra- y nada...la vida se hace un quilombo; después de mucho rumiar, inspirar espirar (casi expirar), buscar ese lugar soñado, escuchar el canto del río, contemplar mariposas, parafrasear oraciones y mantras, buscar dónde está la mente en blanco, aflojar brazos, manos, soltar los dedos de los pies que no entienden nada, volver a aquella conversación dolorosa con la que creíamos la mujer para siempre,… uno queda dormido solo por unos minutos porque en lo mejor del sueño, suena la puta alarma o la voz radial que te devuelve a la vigilia, aunque con el alivio de que volvió la luz y todo promete ser mejor.
El Curioso Impertinente