7/6/14

Un nuevo integrante
Por Julieta Gigena

Acá estoy mis queridos compañeros, sentada al lado de la estufa, en la mesa una hoja esperando a ser escrita, una lapicera ansiosa por relatar en ese papel todo lo que le conté y un té calentito que me pide a gritos que lo tome. 
Desde hace varios días, más precisamente, una semana atrás tengo la necesidad de contarles un secreto y no encontraba la forma. Ahora me siento como si mi profesor de lengua me hubiese pedido, para hoy, escribir un texto de treinta renglones sin contar el título ni el renglón que dejé para separarlo del relato y con algunas condiciones incluidas. Por suerte no es así. 
Eran las cinco y media de la madrugada de hoy, una madrugada que quería quedarse a dormir. Cuando todos estaban soñando vaya a saber qué cosa, cuando el frío congelaba la ventana de mi dormitorio y desde la puerta se podía ver la luz del fuego de la estufa hogar calentando la casa, ahí, justo ahí, en ese momento fue mi momento de inspiración. 
Vamos al grano, mis amigos, quiero contarles algo que quizás no se lo esperaban y elijo esta manera para que se enteren. Este tema me tiene la cabeza ocupada constantemente en él. No sé cómo explicarles esta sensación de querer gritarle al mundo lo emocionada que estoy. Un bebé, así es chicos, un bebé que nos cambió la vida a mí y a mi familia. Cinco meses más y voy a poder tenerlo en mis brazos, aunque mataría por tenerlo ya. No quiero volverme cursi, prefiero guardarme esas cosas para esa criatura que no es más ni menos que una bendición. Les pido disculpas si esto les aburre pero si ustedes pudieran estar en mis zapatos, entenderían esta felicidad inmensa que tengo. Perdón, también, si es que este tema les parece muy íntimo pero ustedes son mis amigos y necesitaba que lo supieran. Ser tía es una de las mejores cosas que me pueden pasar.