Fracasar y construir
Por Elena Moscone, alumna del PEAM
Según afirma Enrique Rojas, psiquiatra español, el éxito y el fracaso son dos grandes impostores, ninguno le convence porque desempeñan un papel más en relación a nuestro exterior que a nuestro interior.El fracaso es un elemento esencial para la maduración de la personalidad si se lo sabe aceptar de forma adecuada.
En redes sociales y programas de televisión se puede ver el éxito inmediato a través de concursos ganados o personas como los influencers que comparten sus vidas en Facebook o en Instagram mostrando sus éxitos, su perfección. En realidad, pienso que lo que hacen es vivir la película de su vida. Son éxitos para las cámaras, las apariencias.
Las personas de mi edad vemos el éxito como el resultado del esfuerzo de toda una vida que hemos logrado con sacrificio, constancia, voluntad, amando lo que se tiene.
Esto es la vida real, con altibajos, frustraciones, debilidades, haciendo, deshaciendo para tratar de conseguir la perfección o al menos la tarea correctamente cumplida.
Ahora bien, ¿a qué llamamos fracaso? Rojas lo define como una experiencia interior de derrota a raíz de algo que no ha salido bien y nos puede afectar psicológicamente.
Lo primero es la reacción de hundimiento, mezcla de frustración, melancolía, rabia contenida y malestar interior.
Lo segundo es lo que llamamos la psicología moderna, una respuesta cognitiva que es una especie de examen interior, que pretende desmenuzar el porqué de ese resultado.
Lo tercero es que va afianzando una especie de paralización, bloqueo de no saber qué hacer.
Lo cuarto es el tema: el fracaso será más o menos sentido según el asunto en cuestión.
Dado que la vida nos muestra que todo debe ser éxito, triunfo, se prioriza tener todo lo que uno anhela. Se ven muchos casos de personas realmente jóvenes con tendencias a la frustración por no haber obtenido lo deseado, la meta prefijada, que es generalmente inmediata, aquí y ahora.
No se trata de fuerzas cabalísticas para atraer éxito o fracaso, sino del empeño o dedicación para edificarlos.
Es deseable tomar los fracasos como experiencias para saber procesar ese mal llamado fracaso, reconstruirnos, reinventarnos e ir por un nuevo objetivo.