Ansiedad
El tiempo suele lograr efectos impensados. Un fanático de Boca dijo, veinte años después de su muerte, "Pobre Labruna". La piedad respecto del máximo goleador del superclásico, que también lo había hecho renegar como entrenador de River, Talleres y Argentinos Juniors, respondía a la memoria y la identificación.
Es que Adrián Ramírez recordaba una nota de la revista El Gráfico en la que, en 1981, el periodista José Luis Barrio describía a Labruna con los pelos revueltos y de peor humor que de costumbre. Fue cuando uno de los máximos ídolos de La Banda Roja se enteró de que la dirigencia lo apartaba de la dirección técnica de River, que pasaba a manos de Alfredo Di Stefano.
Ramírez no se veía en Labruna a causa de un despido; la raíz de su malestar eran decisiones que tenía que tomar.