Barrera baja
El sueño del príncipe azul ha estado presente en muchas mujeres. Numerosas se despertaron a la realidad con el primero de los golpes de quien era un tipo violento.
Sin necesidad de este drama, ellas pueden sufrir por el Complejo de Cenicienta, a raíz del cual optan por una vida junto a un hombre -o a su sombra- por el temor que les infunde desarrollarse independientemente.
Colette Dowling señala que esta afección solía aparecer a los 17 años, cuando el final de la secundaria imponía la universidad para quien podía afrontarla. Unas cuantas adolescentes cursaban alguna carrera, descubrían una etapa de la vida y si tenían suerte luego conseguían un empleo ligado a su profesión. Otras resolvían formar una pareja con tal de esquivar la autonomía.
En tiempos de acceso femenino masivo a la educación terciaria, el Complejo de Cenicienta toma otras formas: mujeres que van a una casa de altos estudios, se reciben, cuelgan el diploma en la pared y se quedan en la casa a escondidas de anhelos que no pueden afrontar.
Además de las raíces psicológicas que retacean la libertad hay motivos sociales, entre ellos la educación para la dependencia graficada por la idea "si sos mujer podés colaborar, no liderar" que pisaron fuerte durante décadas.
Sin necesidad de Complejo de Cenicienta, miles de mujeres están recluidas en su casa que no es hogar por imposición machista.
Fuente consultada: Viorst, Judith. Pérdidas Necesarias. The Free Press, Nueva York, 2002.