Gotas distintas
Adrián Ramírez dudaba entre creerle a su profesor de Fotografía o a su amiga Brisa Riocuartense de Agosto. El le decía que era por la fotogenia que algunas personas lucían más lindas en cámara que cara a cara. Ella estaba convencida de que eso pasaba solo con aquellos de quienes uno está enamorado.
Como tantas cosas de la vida, admitía crédito para ambos: Ramírez notaba más lindos en fotos tanto a quienes quería lejos como a un par a las que deseaba cerca.
Lo que tenía clarísimo es que, mientras pensaba en esto, el mate se había lavado.
Al fin de un día en el que la ansiedad le había pegado dos cachetazos, el joven reparó en la conveniencia de matear antes o después de las cavilaciones. También encontró en esto un nuevo estímulo a contemplar otras percepciones.