6/9/14

Ella y la hamburguesa
Una empresa tira toda la comida que se le devuelve.
Una chica pide una ensalada y le dan también una hamburguesa. Recién se da cuenta al abrir el paquete en la mesa. Va de vuelta a la barra, muestra el ticket y la hamburguesa termina en el tacho de la basura. Allí fue a parar también, según varios, su escrupulosidad.
Alguien le sugiere que la próxima vez se quede con lo que le dieron de más y se lo regale a un niño pobre.
Ella duda porque siente que es deshonesto conservar lo que no se ha recibido como regalo sino por error. Considera que la buena voluntad de ayudar no puede justificar la vía de lo que entiende como un robo o una suerte de estafa.
Alguien le dice que si no devuelve la hamburguesa tal vez se la cobren al empleado que se confundió.
Otra voz la tranquiliza asegurando que una política de la empresa reza "comida devuelta es comida tirada" y que los empleados no pagan por este tipo de equivocaciones. Lo mismo, ella siente que hay algo de malo en su accionar.
Carla le propone que vaya, hable con quien le tomó el pedido y le pague la hamburguesa que recibió sin que se la cobraran.
Cristian le sugiere disfrutar de la suerte.
Cecilio le dice que cuando juega al fútbol con sus amigos, él hace trampas sin sentirse mal, salvo cuando lo descubren.
Catalina sostiene que entre meter un gol con la mano y disfrutar de la equivocación de un vendedor hay una diferencia: el futbolista genera el error y lo aprovecha, mientras que la ensalada y la hamburguesa sobrante llegaron a manos de la chica sin que ella hiciera maniobras distractivas para que la falta sucediera.
A ella la atormenta la sensación de deshonestidad, por lo cual replica: "Entiendo, pero si me doy cuenta de que hay un error y no lo digo, estoy haciendo trampa".
Carina la invita a pensar que si ella se vale de esa supuesta trampa para darle de comer a un hambriento, la trampa tiene sentido.
Ella vuelve a afirmar que eso es aplicar un mecanismo ilegítimo a una finalidad noble y que no es cuestión de que el fin justifique los medios.
Cecilio recuerda que el personal no paga por situaciones así y que la firma "no se va a fundir por una hamburguesa ni por más".
Cuando terminan las discusiones, no el dilema, los niños pobres ya se fueron a pedir comida a otro lado.

Dedicado a Sofía Mola y a Paula Cendoya, brillantes alumnas que con sus preguntas y sugerencias relativas a Michael Sandell movilizaron al docente.