A propósito de imanes
Por Matilde Maffrand, estudiante del taller de Comunicación Radiofónica del Programa Educativo de Adultos Mayores
El minicuento El Imán (de Oscar Wilde), desde mi perspectiva, es una narrativa simple, se trata de cómo dos limaduras de acero que vivían en un vecindario, compartido por un Imán; luego de discutirlo en grupo con el resto de las limaduras, decidieron visitarlo, de pronto a todas les embargó el mismo deseo ¿Porqué no ir hoy? En consenso decidieron esperar ¿Hasta el día siguiente? Pero, mientras esto sucedía, se iban acercando inconscientemente, la impaciencia las dominó y mientras, “unánimemente” se precipitaron hacia el Imán y quedaron pegadas.
El mensaje es, la genialidad es: dar una vuelta de tuerca y convencer a los “otros” que fue su iniciativa. El depredador, usa un truco que las limaduras no imaginaron, quedan de inmediato transformadas en estatuas de sal.
1º Un Imán natural está formado por magnetita, que es un mineral compuesto, en su mayor parte por óxido de hierro, de color negruzco, opaco. Esta molécula debido al giro de los electrones alrededor del átomo, y debido al giro de los electrones sobre sí mismos, produce un campo magnético que atrae a otros imanes o metales ferrosos.
2º Un Imán es un líder religioso en el Islam. Entre los Chiíes se refiere al guía de una comunidad, es un título que ostentan los jefes supremos de esta comunidad. Según la tradición un jefe, un abanderado, desapareció en el año 873 y vive oculto desde entonces, rigiendo desde las sombras los destinos de la comunidad.
Si me desato de la literalidad del cuento y le doy otra interpretación, comienzo por imaginarme a un rabino o sacerdote, que conozca bien el ritual del rezo, situándose de pronto delante de los demás fieles y convirtiéndose en guía. La elección de un Imán recae en principio en la propia comunidad “vale decir, las limaduras de acero”
Esos pequeños trozos de hierro, virutas insignificantes, se sienten atraídos, van a seguir las indicaciones de su líder o jefe supremo, que cree sin lugar a dudas, a modo de fundamentalista, que el hombre camina hacia su perdición y por eso se convierte en profeta, para guiarlos.
El Imán es infalible, desprovisto de defectos, es el hombre más perfecto de su tiempo, es así que, en el desarrollo del micro relato de Oscar Wilde, a algunas limaduras, (creyentes), se les ocurrió visitar al Imán y comenzaron a acercarse, el deseo se transformó en impulso y, de repente, todas quedaron pegadas, no pudieron desprenderse de su líder, que con gran maestría y suspicacia, les hizo creer que su acercamiento era voluntario.