25/4/20

Flores del árbol de Alfred Tennyson
Por Matilde Maffrand, alumna de radio del Programa Educativo de Adultos Mayores

Aunque mucho sea tomado, mucho permanece; y aunque no somos ahora esa fuerza que en los viejos tiempos movía cielo y tierra, lo que somos, somos. Un parejo temple de corazones heroicos, debilitados por el tiempo y el destino, pero fuertes en voluntad, para esforzarse, buscar, encontrar y no ceder. 
Esta frase de Lord Alfred Tennyson, si la leo en un traspaso mágico a nuestros días, “lo que somos, somos”, me permite ver las cosas en perspectiva, con una mirada hacia atrás, imagino ser una fotocopia, una copia fiel de los sueños, los anhelos, los días grises y los espléndidos, esos que me elevaron a tocar el sol con las manos, el agua fresca escurriéndose entre mis dedos, las hazañas buscando siempre lo imposible, con los pies anclados en la tierra, pisando el césped, el olor a los dulces caseros, los asados domingueros compartidos con las abuelas de los niños, revoloteando alrededor, recuerdo me hicieron ansiar momentos de silencio, de paz; para no tan lejos volver a empezar.
La locura se rie a carcajadas, dice el poeta.
Las alondras en el paraíso cantan, las palomas se lamentan. 
A través de estos versos miro el pasado con una gran carga de compasión, encuentro lo positivo, acentúo solo los logros obtenidos, por el hecho de cada día intentar superarme y no permitirme caer sólo en la supervivencia.
En las pérdidas y las victorias es que salgo robustecida.
“Todo es cambio, aflicción o riqueza, la alegría es hermana de la tristeza”.
Volviendo a la mirada del desgaste del tiempo, a través de los ojos de este escritor ingles, poeta; considerado el más grande de la época victoriana, perteneciente al post romanticismo, que fue creador de una nueva forma de expresión en Lirica, “El monólogo dramático” veo que su alma es  sonora y musical, la crítica lo llevó a buscar ayuda y se revisó muy fuertemente, cuando dice “Buscar, encontrar y no ceder”. 
Descendiente del  rey Eduardo, tiene entre sus frases destacadas es mejor haber amado y perdido que no haber amado nunca.
Y por último, trato de exponer mi idea de la felicidad, creo que en cada lugar en que nos toca actuar, siempre en ese rincón, encontramos la punta del ovillo para sentirla y reconocerla, haciendo preguntas e intentando respuestas, me imagino un hilo que voy tirando “el hilo de Ariadna” y así encuentro la salida a los laberintos de mis miedos, me sitúo en una burbuja mágica y me dejo llevar.