13/2/13


Cambio de sentido y penas
George Gustave Heye (1874-1957) renunció a Wall Street y su trajín de dinero que va o viene en instantes para alimentar su pasión por elementos aborígenes. Llegó a coleccionar 800 mil piezas y abrió un museo que, según el diario The New York Times, tenía como finalidad develar el misterio del origen de los pieles rojas.
Heye murió sin una respuesta definitiva a ese misterio. Sin embargo, cabe afirmar "misión cumplida". Su afición hizo que otro museo dedicado a los aborígenes norteamericanos, del que surgen estos datos, enriqueciera con los suyos su propio bagaje de información.

Espejitos
Los objetos en el museo están rodeados de inscripciones que permiten notar que las historias de los nativos se asemejaron a ambos lados del Ecuador. John Quinney dijo en 1854 que "a los indios se les informaba, en muchos casos, que estaban comprando una parcela mientras se describía otra de límites mucho más grandes".
Será por eso que también se lee un texto cuya traducción es cercana a: "Qué burla confundir justicia con ley. ¿Verás algún rostro de la divinidad de la justicia al mirar las intrigas, acuerdos, corrupción y otras cuestiones de tus legislaturas actuales?"
Si aun no llegaste a decir "pobres indios", por favor lee esto:
"Los indios dejaban su tierra para cazar y pescar. A esto se consideraba abandono y así el derecho a la propiedad quedaba extinguido".
Otro de los datos de este museo neoyorquino es que antes del siglo 16, cuando los europeos llegan a lo que es hoy Estados Unidos, había 30 millones de aborígenes en comunidades multitribales. En 1626, misioneros franceses los describieron como "una infinidad de naciones".
El lugar habla desde el arte respecto de los cambios de hábito que protagonizaron algunos integrantes de pueblos originarios. Bob Haozous forjó en 1975 un nativo vestido con vaqueros y botas de cowboy, con un cinto de conchas y camisa floreada que duerme lejos de sus ideales indios.

Discriminación
Pasos más allá, se expone este tramo del ensayo "La cuestión india", por Inshata-Theumba:
"Cuando el indio, siendo un hombre y no un niño o una cosa, o meramente un animal, como algunos de los que serían los civilizadores se atrevían a catalogarlo, pelea por su propiedad, su libertad y su vida, ellos lo llaman salvaje. Cuando los primeros en establecerse en este país pelearon por su propiedad, su libertad y sus vidas, fueron llamados héroes".

Nota del redactor: son bienvenidos textos que complementen éste, que por cierto contempla una parte de la historia, no su totalidad.