13/2/13

Terremoto en Corea y el aula
Simon and Garfunkel cantan "Camino a Casa" (Homeward Bound) y el alumno siente que vale la pena respetar los gustos musicales de su padre. Entiende poco lo que dice el profesor, pesca algo de que "la política puede alterar el medio ambiente". Cubre su oreja derecha con la mano pues así cree que el docente no se da cuenta del audífono, recibe el recorte de Clarín con el que harán un trabajo en grupo y empieza a comprender. En Corea del Norte, "un país que por su ubicación apenas recibe actividad sísmica", el gobierno detonó "una bomba atómica y provocó un terremoto de 5 grados".
Perdió el sorteo y le toca escribir a él mientras sus tres compañeros juegan un truco silencioso que con gestos canta el envido, el real envido, el truco, el retruco y el vale cuatro. La falta envido es un bostezo con boca tapada.
Suenan "El Boxeador" (The Boxer), "Cecilia" y "El Cóndor Pasa" mientras Bautista Escobedo escribe: "La nota nos hace ver qué es el poder -la habilidad para transformar deseos en realidades- y cómo se lo usa. Estar en la escuela y leer esto nos permite pensar sobre educación y valores. Según vemos, se trata de una bomba atómica en miniatura, lo que requiere un enorme avance de ciencia y tecnología; el saber, despojado de valores, es un peligro.
Encima, en Corea del Norte las discusiones no son como las que algunos sostienen por acá, tipo 'con la crisis económica que hay, el gobierno no puede gastar tanto en festivales musicales'. Allá, mientras la mayoría de la población pasa hambre, la dictadura del presidente determina que miles de millones de dólares, euros o la moneda en que midas se destinen a las armas y no a los hambrientos, o a la educación que provoca armas y no a la educación que genera desarrollo sustentable.
El de Corea del Norte es un caso extremo, pero no el único de naciones que en su presupuesto le dan un amplio lugar a la guerra, la guerra preventiva o la carrera armamentista, como se la nombraba durante la Guerra Fría.
A veces pensamos qué haríamos si fuéramos presidentes de cualquiera de estos países. No nos engañemos: detrás de las bombas y otros instrumentos de destrucción que se tienen listos para usar y que muchas veces se usan hay empleos. Acá mismo teníamos Fabricaciones Militares y poblaciones enteras que vivían de eso. Resulta sencillo decirle 'no a la guerra' en el aula, pero si dejamos sin trabajo a toda esta gente capaz que pensaríamos que al fin y al cabo nosotros fabricamos armas que nuestro país no usa, o sea que no dañamos a nadie.

Profe, disculpe si nos vamos de tema, pero queríamos cerrar diciendo que a veces los adultos se quejan de nosotros, pero nuestras malas decisiones son mil veces más leves e infinitamente menos perjudiciales".