Bien compartido
Cuenta Jorge Luis Borges que Oscar Wilde solía regalar argumentos para que otros los ejecutaran. Entre tanta gente que no hace algo a menos que lleve su firma, la generosidad del escritor de cuentos como El Gigante Egoísta y novelas de la talla de El Fantasma de Canterville invita al aplauso.
Gente como Wilde deja un legado que trasciende su ocupación y las épocas.
En cuanto a Borges, afirma José Miguel Oviedo, analista de su obra, que inventaba nombres de libros para engañar a eruditos. Quizás eran algunos de los que rubrican hasta un "mi mamá me mima" o de los que priorizan su figuración al beneficio colectivo del conocimiento que, juran, producen.