Cómo entra la letra
Los estudiantes tenían que suponerse docentes y elegir una de estas cuatro opciones de enseñanza.
a) Amenazas.
b) Advertencias.
c) Algunas amenazas y mayoría de advertencias.
d) Algunas advertencias y mayoría de amenazas.
Amparo Cosio, Octavio Jorba y Florencia Tambone, estudiantes de cuarto año del Colegio San Ignacio, resolvieron para este práctico de Sociología que lo mejor es aplicar únicamente advertencias.
Octavio expresó que las amenazas pueden "romper valores tales como el respeto y la privacidad". Además, en nuestra cultura actual el rol social de padres y maestros no incluye las amenazas, sí contempla advertir, esto es indicar las consecuencias de las acciones y respetar la libertad del receptor de la información. Señala que mediante la amenaza de un docente que no acepta otra idea que la propia, "es probable que el adolescente adecue su conducta, pero no cambie su actitud", lo cual quizás sucedería si el profesor prefiriese sugerencias a coerciones.
Florencia sostuvo que "los estudiantes tienen el derecho de elegir si quieren aprender o no" y que "es un hecho cultural" ya que en otros lugares puede ser común la aplicación de amenazas. Apuntó que los docentes "tienen un rol social que se supone sigan durante el proceso educativo, en la medida que están siendo modelos para sus estudiantes y en parte responsables de la formación de su personalidad, en tanto se encuentran en una edad en la cual se están creando a sí mismos".
Para la alumna, los docentes que amenazaran romperían no solo normas (porque la escuela no permite la violencia) sino también valores por cuanto "estarían abusando de su poder y tampoco darían la impresión de preocuparse realmente por el conocimiento de sus estudiantes".
Lejos de la impunidad, Florencia planteó que "si los alumnos no hacen lo que corresponde", les cabe la aplicación del control social por parte de los docentes. Se trata de que los adolescentes "paguen por las faltas cometidas de un modo justo y no a través de un método violento".
Amparo Cosio propuso dejar de lado las amenazas, que no se ajustan al rol social en una cultura que espera un trato respetuoso de los docentes para con los estudiantes. Añadió que "aunque algunos alumnos no tomen a sus profesores como ejemplos, transitan una edad en la que están desarrollando su identidad. Por lo tanto, este tipo de socialización puede modificar su personalidad sin que se dieran cuenta y cuando crezcan podrían considerar que amenazar es bueno".
"Más aun -consignó-, cuando amenazás a alguien estás dejando de lado su libertad y oprimiendo sus intenciones reales. Estás forzando a la otra persona a hacer lo que vos querés, sin dejarle opción". Propuso "utilizar advertencias como manera de socializar" a los estudiantes, con lo cual "les informás, de un modo amable, acerca de las posibles consecuencias de sus acciones".
Nota del editor: como otras generalizaciones, falla la que asegura que todo tiempo pasado fue mejor. En nuestra Argentina, durante décadas fue innecesario explicar el sentido del dicho "la letra con sangre entra". En esas épocas en las que el puntero golpeaba dedos de alumnos y las orejas de burro complementaban una nota baja, el mismo trabajo práctico acaso hubiera sido mayoritariamente respondido con la opciones a o d, con A de amenaza y D de desatino.