25/4/13

Para la posteridad
Igual que la videograbadora en su momento, Youtube hace mil pedazos los horarios de consumo de películas, series y demás productos audiovisuales.
Muchos realizadores y programadores de canales discernían a qué hora pasar las obras, de tal suerte que fuera grande la coincidencia entre destinatarios -para quién se las concebía- y los receptores, es decir quienes estaban efectivamente frente al televisor en el momento de emisión.
Así en TV como en la radio.
Un comentario que suena de madrugada queda colgado en el sitio web de la emisora y es posible escucharlo a las tres de la tarde. Las palabras que antes a lo sumo quedaban en la memoria o en la cinta de un cassette que grababa un fanático son hoy perennes, virtualmente invulnerables desde un archivo informático de audio.
La ventaja de "lo que es del aire, el aire se lo lleva", la comodidad de "insulto y luego niego o alego tergiversación periodística" ya no existe en el mercado audiovisual. Lástima que el pudor de algunos legisladores no se ponga a tono. A lo mejor, si así fuera, los términos serían menos escandalosos que los escuchados durante sesiones en las que está en disputa la justicia de una república.
Una contradicción parecida a la de quienes, videograbadora de por medio, veían una película del canal Venus al mediodía.