De escaleras y vidas
Por Elena Moscone, estudiante del PEAM
Desconfianza, titubeo propio de quien inicia el itinerario hacia lo desconocido. Allí nos espera el próximo escalón, el otro, otro y otro. ¿Quién podrá seguir nuestros pasos, monitoreados únicamente por nuestro cerebro? Solo nosotros sabemos que en cada escaño corremos el riesgo de desmoronarnos, de saltear un peldaño y caer desplomados al final de la escalera.
Otras veces, nuestra vida transcurre como un ascensor. Se abre la puerta y, con solo apretar el número de piso al que deseamos llegar, en un instante estamos en el lugar buscado sin esfuerzo, sin mover los pies.
Según las acciones que tomemos, resulta nuestra decisión: si poner toda la atención en algo que depende totalmente de nuestra propia acción física u optar por la automatización, el confort y la aceleración de los hechos.
La cultura actual consiste en vivir rápido. Es la cultura del zapping, de pasar de un canal a otro, de un lugar a otro, de un tema a otro por la catarata de información y posibilidad de ver todo o casi todo en un apretar de control remoto o en un abrir y cerrar de ojos.
En este momento podemos detenernos; de hecho, se ha producido una introspección, un mirar hacia uno mismo. Obligados tal vez por la situación de pandemia, estamos como analizando cada peldaño que nos toca subir para transitar la calma y el equilibrio necesarios para la convivencia pacífica en sociedad y para el vivir en paz con uno mismo.