Andá a la esquina a ver...
Por Martín Búfali
De
repente la palabra "saqueo" se torna moda. La asimilamos y la hacemos
parte de nuestra realidad. La nombramos, tomamos precaución al respecto.
De repente la palabra "inseguridad" yace saturada de tanto relacionarla
con casi todas las situaciones de la vida. Por eso las mochilas
delante, la billetera escondida.
La gente se vuelve antisocial. No sabe si es un saludo o
un intento de robo. Mantiene la mirada hacia adelante, no existe el
"permiso", porque es imposible anticipar un tropiezo cuando se intenta
no mirar alrededor. Y mirar... Mirar conlleva la posible cara triste de
un niño que pide una limosna, y a media cuadra su hermana, también niña,
con uno mas pequeño en brazos, haciendo lo mismo.
La gran época de la ignorancia. No de ignorantes, sino una que desliga
culpa. Aquella que nos permite seguir adelante sin tener que convidar un
cigarrillo apenas se asoma el relieve de la etiqueta en el pantalòn.
Los radares del pobre están activos. Los de los delincuentes más aún. He
aquí la cuestión. Imposible saber quién es el de bajos recursos, y
quién el que al intentar sacar una moneda te saque la billetera y salga
corriendo. El concepto de mundo antisocial. Por miedo.
Y de repente ir llenando la heladera, ya que se anticipa el cierre de
los negocios ante saqueos premeditados, organizados con anticipación.
Con fecha y hora. Tan precisos que no debe tratarse de simples
delincuentes ni hambrientos, sino de gente profesional e inteligente que
sabe analizar, planear, e intervenir en la vida socioeconómica del
pueblo.
De repente lo permitimos. Permitimos que el gobierno permita esta
demencia. Aceptamos y convivimos con personas que vienen de otros paìses
y roban tierras, no tierras en zonas lejanas. Roban tierras y
"edifican" con toldos sus hogares en el corazón de nuestro país. Nos
exigen pagarles sus impuestos, ya que estàn exentos, pues somos el país
donde cada quien hace lo que quiere.
Resulta extraño pensar si algún día alguien piensa hacer algo. La
estúpida sociedad que lo permite o los ineptos políticos que manejan al
país. Al bolsillo del ciudadano.
Se puede ser bondadoso con la gente
de otras nacionalidades que viene al país con ideas de crecimiento, de
educar a sus hijos, de trabajar. Bienvenidos. Enhorabuena.
Todo lo contrario para el que no solo ocupa lugar, ensucia la ciudad,
roba, delinque, y se le ríe en la cara a una Argentina tan pero tan
hecha mierda.
Viva la mantienen aquellos trabajadores que con el
sudor de su frente, pagan con sus impuestos los lujos de los políticos y
la cerveza de los usurpadores.
Parece una historia de ficción. Pero todo se encuentra a la vuelta de la
esquina, a tal punto que ya no se usa la esquina para ver si llueve,
sino para ver si te roban.