5/12/13

Del otro lado
Catorce años y un cambio de roles necesitó Adrián Ramírez para comprender a un par de docentes cuyas calificaciones le habían quedado atragantadas. Se dio cuenta de que la percepción de los hechos varía según la posición de los protagonistas. Se acordó de palabras de José Yudica a la revista Superfútbol. Eran más o menos así: "Dejé de ser feliz el día que me convertí en director técnico". Otros también han planteado que al pasar de futbolistas a entrenadores debieron ampliar la mirada, de modo tal que no les preocupara únicamente su posición en la cancha sino la de todos los jugadores del equipo, por no hablar de los rivales.
Evocó Ramírez las caras de varios cuando eran reemplazados durante el partido y sintió que la vida a veces se desquitaba: devenidos técnicos, tuvieron que tolerar gestos fieros de disconformidad de sus dirigidos.
El muchacho estaba encaminado a exagerar la autocrítica hacia su pasado cuando recordó que madurar no lleva el mismo tiempo para todos. También tuvo presente lo que leyera meses atrás en cuanto a que el arrepentimiento es a la culpa lo que la originalidad a la tilinguería.