Silencio
El texto contenía un par de errores. Eran fundamentales. Pasó el tiempo. A los veinte minutos, Ramírez golpeó despacio la puerta. Le volvieron a recordar que al docente le fastidiaba que lo interrumpieran mientras definía la nota de un examen. Pudo más la ansiedad y tocó más fuerte.
El profesor se había quedado dormido. Quince días después, a Ramírez lo evaluó el nuevo docente, que lamentó la muerte súbita del colega.