Un gran diseño
El arquitecto que enseñaba Matemática les sugería a sus alumnos de secundario que, al menos una vez en la vida, escucharan la quinta sinfonía de Beethoven. En sus clases de consulta escuchaba a Lang Lang tocar el piano y cada tanto le daba un vistazo al monitor; le caía en gracia su histrionismo.
"Vive y deja vivir", tenía escrito en su agenda el 13 de cada mes. A nadie convencía de que había elegido la fecha por corresponder a un número primo. Habrá sido por esto que permitía que en los parciales varios colocaran en la mesa ya fuera un conejo de peluche, una estampita o una barra de cereal. Habrá sido por aquello que proponía Beethoven sin tratar de idiotas a los fanáticos de David Gueta.
Lograba círculos perfectos de un solo trazo y era contemplativo con quienes ni siquiera podían hacer un trapezoide.
En el servicio militar lo hacían frotarse nieve sobre el torso desnudo. Sublime docente, aprendió a recordarlo sin rencor.