Amorosa magia
¿Qué hace una abuela cuando no puede llevar el mago pedido al cumpleaños de su nieto? ¿Cómo actúa para darle un rato de alegría al niño? Debajo, la propuesta de Elena Moscone:
"Querido Augusto: hoy llegaste a los cinco años, cinco dedos que tienes en cada mano, cinco dedos que tienes en cada pie. Ya dices 'dame los cinco' con tu palma sobre mi palma y ya sabes contar hasta cinco. Cómo creciste, mi amor. Hace muchos meses que no tenemos nuestras miradas frente a frente. Para este, tu quinto año, te regalo cinco cosas mágicas:
Primero, una brillante gota de lluvia. La encontré en el patio. Estaba allí, justo sobre el pétalo de una flor, tan feliz esa flor con el agua que recibía que de ella salían reflejos de colores que se elevaban al cielo formando un destello como un arco iris.
El segundo regalo que tengo es una cajita donde tengo guardada tu hermosa sonrisa, esa llena de felicidad cuando disfrutas de cada momento que pudimos compartir. Y no es solo una sino miles de sonrisas que forman un bello rompecabezas con tu carita de miel.
El tercero son mis manos, mis manos para poder hacerte la torta que tanto te gusta, para acariciar tu cabello sedoso, para apretar las tuyas. Para que juguemos al sacar y poner, ¿te acuerdas? Yo colocaba mi mano izquierda debajo, tú arriba, luego yo la mano derecha y tú la otra y así nos divertíamos sobreponiéndolas cada vez más rápido.
El cuarto regalo es un puñado de arena. Es la que guardamos en ese pequeño frasquito transparente a orillas de ese mar impetuoso al que respetábamos y paradójicamente se llama Pacífico. Acaricio repetidamente la suavidad de esa arena en la que tantos momentos cariñosos compartimos.
El quinto es un papel y un lápiz para que escribamos juntos lo que queremos para Navidad. ¿Te acuerdas? Tú dibujabas la moto azul pequeña que tenía las proporciones de una verdadera. Aún tengo aquel papel. El retrato con esa cara de sol que hiciste de mí, muy graciosa.
Hoy soplemos, amado Augusto, estas cinco velitas que lucen opacas a través del teléfono en esta videollamada que parece tan efímera pero que nos recordará todas las velitas no apagadas juntos lado a lado, palmo a palmo.