27/11/20

Fortaleza de afecto

"Ser puntual es algo que uno tiene que tener bien presente porque ayuda a ganar tiempo", empieza Ana Chevarría su referencia a valores que sigue con "la obediencia, una virtud muy linda que no significa que uno esté bajo otra persona u otro dicho". Piensa que "la obediencia es entendimiento, es una precisión de vida" y acota que también es valioso "ser obedientes hasta con nosotros mismos; eso es lo que hemos aprendido desde la juventud nosotros que somos abuelos".

En el patio de una escuela, rodeada de niños, les cuenta que con los años, y con esfuerzo, es posible alcanzar "sabiduría, llegar a ser pacientes, bondadosos, dóciles porque estamos un poquito más asentados, tenemos compasión, reconocemos los frutos que hemos tenido". Los mira y reconoce que "a veces nos cuesta ser imparciales ante los nietos; siempre estamos más siendo protectoras" y les dice que "hay gente que no es abuela, pero lo es del corazón".

Camina, micrófono en mano, y les habla: "Ustedes van a llegar a ser grandes y, sea que tengan hijos y nietos o no, habrá alguien a quien cobijar. Eso es muy importante en la vida". Les adelanta que cuando crezcan "se van a acordar de sus abuelos y que quien no lo tiene seguramente habrá tomado un prestado, uno de corazón".

Ana plantea que "ya no somos esos abuelitos en la mecedora que tejían" y a los que "nosotros les rendíamos honor, obediencia" y los acompañaban con "puntualidad para ver cuándo ellos tenían que comer".

"Los abuelos son más que los padres, siempre están ahí con la sinceridad y esa forma de cobijarlos, de abrazarlos, es algo muy especial", concluye.